El CIS ha pronosticado este jueves la victoria del independentismo por la mínima. Pese al triunfo, un eventual Gobierno necesitaría la suma de los diputados de Junts pel Sí y de la CUP, dos formaciones a las que solo les une su voluntad independentista. Las dificultades de un pacto entre ambas se manifestarán desde el día siguiente de las elecciones y podrían alterar algunos de los planes de futuro que ahora se dan por hechos. Sin ir más lejos, quién será el president.
1- La presidencia de Mas
La número dos de la CUP, Anna Gabriel, ha dejado claro en una entrevista con Catalunya Plural que investir a Mas es una línea roja. “Es muy difícil creerse que todo este movimiento popular y desborde de los partidos que se ha producido se acabe haciendo para investir a Mas. No tendría sentido”, aseguró Gabriel. El de la presidencia de Mas es un debate que también se ha fomentado desde un sector de Junts pel Sí: el propio Romeva especuló durante un tiempo con la posibilidad de que no se cumpliese el pacto de investidura, hasta ser desautorizado por el círculo más cercano al president.
La propia CUP tiene un debate interno sobre esta cuestión. Para unos, se debe reclamar un nuevo candidato a cambio de su apoyo. Para otros, un pacto de legislatura en clave rupturista es mucho más importante que quién ocupe la primera silla. Una posible solución intermedia pasaría por abstenerse en la investidura, dejando que Mas se convierta en president con mayoría simple ante la falta de alternativa.
2- La hoja de ruta
Junts pel Sí ha presentado una hoja de ruta hacia la independencia que abarca los próximos 18 meses y que arrancaría el primer día de legislatura con una declaración solemne de inicio de proceso, que no con una declaración unilateral de independencia. En todos los supuestos, los planes de Junts pel Sí dejan abierta la posibilidad de negociar una propuesta del Estado que reconozca la soberanía de Catalunya, como aseguró Raül Romeva en una entrevista con Catalunya Plural.
La hoja de ruta de la CUP es completamente diferente. La izquierda independentista plantea una declaración unilateral de independencia el primer día de la nueva legislatura, seguida de la apertura de un proceso constituyente popular y la desconexión legislativa inmediata del Estado español. El número uno de la lista de la CUP, Antonio Baños, dejó clara su negativa al planteamiento de la candidatura de Mas al asegurar que no pasarían 18 meses negociando.
3- Mayoría de votos o de escaños
El debate sobre si en unas elecciones plebiscitarias se deben contar votos o escaños ha sido una constante desde el anuncio de su celebración. Junts pel Sí considera que se trata de unas elecciones y que por tanto se deben contar escaños, algo que no comparte la CUP. El exdiputado David Fernàndez, una de las personas con más influencia en la izquierda independentista, zanjó la discusión a principios de agosto, cuando opinó que debían contarse los votos. Fernández incluso llegó a plantear la necesidad de un respaldo del 55% del electorado para legitimar la independencia.
En este sentido, la CUP apuesta por una declaración unilateral en el caso de una victoria del independentismo tanto en votos como en escaños, algo que no se cumpliría en el escenario que pronostica el CIS, donde la suma de Junts Pel Sí y la CUP obtendría 68-69 escaños pero no llegaría al 45% de los votos. Pese a todo esto, es difícil pensar que la CUP decida abortar el proceso soberanista en caso de una victoria exclusivamente en escaños.
4- El pacto de legislatura
Una de las prioridades de la izquierda independentista en caso de apoyar un Gobierno de Junts pel Sí es cerrar un pacto de legislatura muy detallado que incluya herramientas para garantizar su cumplimiento. El mayor escollo para hacerlo posible es que los planteamientos políticos de ambas formaciones están muy alejados. Mientras Junts pel Sí ha presentado un programa social de diez puntos que son apenas una declaración de intenciones socialdemócratas, la CUP ha elaborado un programa social radical que requiere, aseguran, un impago de la deuda para hacerse realidad.
5- Unión Europea y reconocimiento internacional
Una de las diferencias insalvables entre los planteamientos de ambas partes es la voluntad decidida de la CUP de salir de la Unión Europea y del euro a medio o largo plazo. No es la primera vez que la formación cuestiona la permanencia en la UE de una República Catalana, pero la incorporación de Josep Manel Busqueta como responsable del programa económico ha reforzado esta posición.
Para Junts pel Sí la salida de la UE está en las antípodas del discurso que pretende emplear como tarjeta de presentación ante la comunidad internacional. La imagen que el equipo diplomático dirigido por Amadeu Altafaj quiere proyectar para la Catalunya independiente es la de un nuevo Estado preparado desde el primer día para cumplir sus responsabilidades internacionales, lo contrario a un agente que genere un conflicto político internacional. El propio Artur Mas aseguró esta semana en una entrevista con el Financial Times que es partidario de que Catalunya continúe en la OTAN y de que tenga un ejército.
6- Deterioro de las relaciones entre ambos
Las relaciones personales entre los miembros de Junts pel Sí y la CUP han tenido altibajos a lo largo de la legislatura. Uno de los momentos de mayor acercamiento se produjo en las semanas previas al 9N, cuando la CUP fue el único partido en apoyar a Mas en su cambio de planes para la consulta, un entendimiento que quedó plasmado en la polémica foto del abrazo entre David Fernàndez y Artur Mas. El momento de mayor distanciamiento se ha producido exactamente un año después, durante el final de la legislatura, cuando las propuestas de unidad de ambos han sido divergentes y han acabado en reproches.
La CUP ha sido reacia desde el principio a la lista unitaria que finalmente ha conseguido sacar adelante Mas. Su candidato, Antonio Baños, llegó a acusar al president de haber chantajeado a las entidades para que se sumasen a Junts pel Sí. Este es un mensaje que los líderes de ERC también utilizaron en privado para justificar por qué se habían sumado a la lista conjunta, pero en Convergència las acusaciones de la CUP no han sentado bien.
Tampoco ha gustado la postura de la CUP respecto a la corrupción. David Fernàndez ha presidido una comisión que llevaba como nombre oficioso el del patriarca de Convergencia, y por la que han desfilado un buen número de viejos cargos del pujolismo. A partir de esta comisión, la candidatura anticapitalista editará un libro recogiendo diferentes casos de corrupción política, muchos de los cuales afectan al corazón de la historia de CiU.
7- Coste político para la CUP
Si pretende intentar un pacto con Junts pel Sí, la izquierda independentista necesitará ser muy cuidadosa a la hora de explicárselo a sus bases. La CUP recoge un importante voto de las luchas sociales no tan posicionadas respecto al debate nacional. Pero no solo se trata de no generar rechazo entre los votantes de la periferia de su espacio político. Uno de los dos pilares de la organización, el que representa Endavant, se ha mostrado históricamente poco partidario de los pactos con la derecha nacionalista y rechaza el tono patriótico.
Con la proporción de votos que pronostica el CIS, ocho para la CUP y 61 para Junts pel Sí, es difícil que la candidatura de izquierdas pueda imponer la mayoría de puntos que se han impuesto como garantía de un “Gobierno de ruptura”. Si pese a no conseguir sus objetivos deciden seguir adelante y apoyar el Gobierno de Junts pel Sí, el coste político a largo plazo está garantizado.