ERC se impacienta por las elecciones en Catalunya mientras Torra aleja la fecha de la convocatoria

Cuando una crisis económica se ve aparecer por el horizonte, como ocurre ahora, todos los gobernantes intentan dejar las elecciones para muy tarde, cuando ya haya pasado la tormenta, o convocarlas lo más pronto posible, antes de que se manifiesten en toda su virulencia sus efectos. La fecha electoral era, sin ir más lejos, la razón por la que el lehendakari Iñigo Urkullu estaba inquieto y a cambio de lo que el PNV acabó apoyando la prórroga del estado de alarma esta semana. Sin embargo, el president de la Generalitat, Quim Torra, ha vuelto a dar señales de que no es un político al uso cuando, pese a que él mismo dio por agotada la legislatura, tiene poca prisa en avanzar las elecciones.

El Govern “no contempla” el escenario electoral, aseguró este viernes la consellera portavoz, Meritxell Budó.  Junts per Catalunya han pasado de finiquitar la legislatura, tal como anunció Torra en enero, a considerar que las elecciones pueden retrasarse más allá del próximo otoño. Un calendario que ha comenzado a impacientar a sus socios de ERC, que reclaman a JxCat que consensúen con ellos una fecha y los siguientes pasos del Ejecutivo. El último en hacerlo ha sido Oriol Junqueras, quien en una entrevista en Ràdio 4 aseguró esta semana que debía pasarse por las urnas antes de comenzar la etapa de la “reconstrucción”.

Igual que le ocurría a Urkullu en Euskadi o a Feijóo en Galicia, en ERC saben que es muy probable que de aquí a seis meses el Govern esté más desgastado que hoy. Los republicanos aspiran a presentarse como un partido que apuesta por la gestión, pese a que su partido está al frente de las consellerias más sensibles en la pandemia, como son las de Salud, Economía o Trabajo. En el segundo semestre las previsiones hablan de un empeoramiento de la marcha económica, y con ello de la recaudación, y de un aumento del paro. Además, nadie es capaz de descartar que no se produzca un rebrote del virus, cuya contención recaería en unos profesionales sanitarios agotados.

El tabú de los recortes

Los republicanos quieren ahuyentar lo máximo posible el fantasma de los recortes. El líder de la formación y vicespresident del Govern, Pere Aragonès, ha cifrado en 4.000 millones de euros las necesidades extraordinarias de Catalunya, y reclama que sea el Gobierno central quien lo traspase por vía directa y sin intereses. Un plan que, en la forma, el Ejecutivo de Pedro Sánchez ha hecho suyo como canal de financiación extraordinaria a las autonomías pero que, en la cifra, podría quedarse corto respecto a la reclamación de Aragonès.

El vicepresident ha subrayado tanto como ha podido que los recortes no son una opción. “No volveremos a cometer los errores que se cometieron en el pasado”, aseguró Aragonès cuando presentó su propuesta de financiación extraordinaria. Pero el Gobierno ofrece 16.000 millones de euros a distribuir entre las comunidades, de los cuales Catalunya pide un cuarto. Si finalmente el reparto se queda por debajo, la Generalitat no podrá cumplir con las previsiones de gasto contenidas en los presupuestos expansivos que JxCat y ERC acaban de aprobar gracias a la abstención de los 'comuns'.

La otra de las patas en las que ERC había basado su estrategia para presentarse ante el electorado catalán como un partido útil y de gestión es la mesa de diálogo entre el Gobierno y la Generalitat. Pero de nuevo, esa vía no parece que vaya a dar muchos resultados en los próximos meses. Menos aún tras la recomposición de alianzas ocurrida esta semana, cuando los republicanos optaron por el 'no' a la prórroga del estado de alarma y Sánchez encontró un aliado inesperado en Ciudadanos, que ahora ya extiende la mano para negociar unos presupuestos. El partido de Inés Arrimadas tiene la oportunidad de representar un regreso al centro al tiempo que se apunta el tanto de haber sofocado la influencia independentista en Moncloa.

Con estas previsiones en el retrovisor, la dirección de ERC se inquieta por no poder calcular en qué momento llegarán las elecciones. Mientras, Torra y los suyos dan largas a las prisas de los republicanos. “No podemos afrontar una crisis como esta con un Govern en funciones”, ha asegurado Budó cada vez que se le pregunta por los comicios. Más contundente se ha expresado el conseller de Interior, Miquel Buch, que aseguró que ahora no se puede pensar en elecciones porque “hay gente muriendo”. Torra además ha defendido reiteradamente que la fecha electoral es una prerrogativa del president, que no debe consensuarla con nadie más.

En manos de Marchena

Según expresaba uno de sus colaboradores hace unos días, Torra ha “resucitado” políticamente con la crisis del COVID-19. Esta es la sensación que tiene su equipo más estrecho, que ha visto como Torra lideraba las posiciones que abogaban por el confinamiento más estricto y que el Govern ha ido deslizando propuestas que el Ejecutivo central ha acabado haciendo suyas. El propio Torra se siente ahora fuerte y con iniciativa, y ha desplazado definitivamente a Carles Puigdemont, que se ha quedado fuera del foco con la pandemia.  

Sin embargo, por muy resucitado que esté políticamente, el president de la Generalitat está condenado e inhabilitado por el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya, y quedará apartado tan pronto el Supremo decida confirmar la sentencia. La decisión del tribunal que preside Manuel Marchena se esperaba para esta primavera, pero la crisis sanitaria lo ha trastocado todo. Ahora en JxCat no descarta que la inhabilitación definitiva pueda alargarse a después del verano, e incluso más allá.

La legislatura catalana está en manos del Supremo y en el espacio de JxCat aún no se ha elegido un candidato. La mayoría de dirigentes dan por hecho que el cabeza de lista será Carles Puigdemont y el baile de nombres, ya característico en la formación, sigue a la hora de señalar quien debería hacer tándem con el expresident. En las quinielas aparecen dos aspirantes: el conseller del Interior, Miquel Buch, y el titular de de Políticas Digitales y Administración Pública, Jordi Puigneró. 

Entre bambalinas, los partidos siguen muy de cerca el desarrollo de la ponencia creada para desarrollar el reglamento del Parlament. La pandemia da una oportunidad inmejorable a JxCat para introducir medidas que permitan y mejoren la participación telemática en la Cámara. Medidas que, depende de cómo se interpreten, también podrían servir para prometer en la campaña que, esta vez sí, se le podría investir si gana las elecciones.

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