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Guardias civiles relatan caceroladas, escraches y amenazas tras el 20-S y el 1-O: “Nos dijo que nos iban a matar”

El juicio del procés ha cambiado de registro este jueves. Tras una jornada dedicada a los observadores internacionales, el protagonismo ha recaído en los relatos de caceroladas, escraches y amenazas independentistas tras el 20-S y el 1-O contra la Guardia Civil por parte de los agentes que los sufrieron. En la mayoría de los casos, las protestas surgieron como reacción a las intervenciones policiales del día de la votación.

El testimonio más contundente ha sido el de dos guardias a los que un hombre amenazó por la calle en Lleida el dos de octubre tras reconocerlos por su actuación el 1-O en el pueblo de Artesa de Segre. El hombre, desde una furgoneta, “nos empezó a insultar, nos amenazó, nos dijo ‘hijos de puta’, que nos íbamos a cagar y que nos iban a matar”, ha explicado el primer agente. “Nos increpó, nos dijo que nos iban a matar, que habían ganado la guerra y que la gente decía que éramos unos asesinos y él siguió su marcha. La gente se nos quedó mirando y nada, decidimos irnos”, ha apostillado el segundo guardia.

El mismo día, el hombre que les amenazó por la calle había colgado en Facebook fotos suyas interviniendo el 1-O en Artesa de Segre “solapadas” con fotografías durante su paseo por Lleida. En las imágenes aparecieron rodeados de rojo. En el texto del mensaje, ha explicado el fiscal, el hombre escribió: “Encontrar personajes que estuvieron ayer repartiendo en mi pueblo de turismo por Lleida… Estos animales no los quiero en mi país, las calles serán siempre nuestras”. El agente no ha recordado, a preguntas de Benet Salellas, si el mensaje también incluía una llamada a “no caer en provocaciones” ni “calma calma y mucha calma”.

Otro guardia ha recordado caceroladas, protestas y “amenazas genéricas” frente al hotel de La Seu d’Urgell donde se alojaba tras el 1-O. “Amenazas sobre nuestra integridad física no hubo ninguna”, ha indicado. “Vinieron miles de personas, organizadas, con bomberos uniformados incluidos, en la puerta del hotel”, ha aseverado. Un compañero que también se alojaba en el mismo hotel ha explicado que desde su habitación grabó cómo un mosso frenaba a un subordinado cuando se disponía a identificar a un manifestante que había “arremetido” contra la puerta del hotel.

“La masa empezó a abuchear, el superior retiró a la persona que pretendían identificar, y hubo aplausos de esta es la nuestra policía”, ha rememorado. Según el guardia, el escrache frente al hotel “no solo estaba organizado, sino estructurado y orquestado”, pero no ha podido precisar si las cuatro personas que lo organizaban “pertenecían a alguna asociación”.

Con todo, las defensas han logrado que ningún agente haya podido trazar un vínculo entre los dirigentes soberanistas acusados y los actos de protesta y las amenazas. Es decir, que ni uno de los testigos ha señalado a los acusados como promotores o instigadores de las situaciones de tensión que denunciaron.

Protestas en los cuarteles

También han comparecido agentes que han explicado las protestas en varios cuarteles como respuesta a las detenciones del 20-S. El responsable de seguridad del cuartel de la Guardia Civil de Manresa ha explicado que unas 2.000 personas se concentraron frente a la comandancia e hicieron “una ‘performance’ que entre otras cosas contemplaba la instalación de urnas de cartón frente al acuartelamiento”.

“Hubo concentraciones, caceroladas y manifestaciones de 15.000 personas el 1 y el 3 de octubre. Había tractores y 40 coches de bomberos, que colaboraron con las ‘performances’ y formaban un cordón de seguridad”, ha añadido. Las protestas, ha explicado, “generaron sensación de temor” entre las personas que viven en el cuartel. Y a él, como responsable de seguridad del cuartel, le produjeron “una sensación de intranquilidad porque no sabes si puede haber alguien en la masa que decida dar un paso más en esa presencia frente al acuartelamiento”.

“Nos llamaron perros, fascistas, hijos de puta”, ha explicado en su declaración El jefe de seguridad de la comandancia de la Guardia Civil de la Travessera de Gràcia de Barcelona sobre las protestas congregaron a unas 300 personas el 20 y el 21 de septiembre. “Gritaban ‘fuera las fuerzas de ocupación, y en catalán ‘la calle siempre será siempre nuestra’”, ha agregado. También ha indicado que la había presencia de Mossos d’Esquadra en la concentración y que más allá de la protesta no hubo ningún intento de asalto a la comandancia ni ningún guardia herido.

Por su lado, otro guardia, en este caso del cuartel de Gandesa (Tarragona), ha explicado que tras el 1-O hubo varias protestas frente al edificio de unas 300 personas “con actitud de hostigamiento y acompañados de maquinaria agrícola: tanquetas, tractores y retroexcavadoras”. Otro agente de Girona ha explicado que el 2 de octubre, mientras prestaba servicio de paisano frente a la comandancia, varios bomberos, desde un camión, le insultaron e increparon. Y un sargento de Valls (Tarragona) ha narrado que cogió de la mano a un manifestante que pegaba carteles en el muro del cuartel, pero que un grupo de manifestantes lo impidió encarándose a él.

Asimismo, un guardia civil del cuartel de Igualada (Barcelona) ha relatado que el 20-S, durante una concentración independentista, un encapuchado lanzó al patio del cuartel un “artefacto incendiario”. A preguntas de las defensas, ha concretado que se trató de un “petate con ropa del ejército español”. “Lo primero que pensé era que se había prendido una maleza o la hojaraza del patio”, ha recordado. Tras el incidente, en el cuartel hubo “nervios por si había otra agresión similar”. “Un día te tiran un paquete incendiario, otro día te tiran vete a saber…”, ha aseverado. El guardia ha añadido que tras el 1-O hubo varias caceroladas frente al cuartel.

El 20-S en Sabadell

También han comparecido dos mossos que auxiliaron la salida del domicilio del alto cargo de Presidencia detenido el 20-S Joan Ignasi Sànchez. Ambos han avalado la versión del guardia y de otros dos mossos, que relataron “violencia” entre los manifestantes. “Nos golpearon, dieron patadas y nos zarandearon”, ha indicado el primer agente. “Tenían la intención que la comitiva no pudiera salir”, ha añadido el segundo.

Por otro lado, a preguntas del fiscal Fidel Cadena, una mossa d’esquadra no ha recordado si envió un whatsapp con las direcciones de hoteles donde se alojaban policías y guardias civiles en Lleida. “No me suena el whatsapp, no lo recuerdo”, ha dicho. El interrogatorio ha finalizado a los cinco minutos, después de que el presidente del tribunal, Manuel Marchena, haya advertido al fiscal de que algunas de sus preguntas parece que vayan dirigidas a buscar “la imputación” de la testigo.