El independentismo ha pasado del paso corto a la mirada larga. Si en los primeros años del procés el lema recurrente fue “tenemos prisa”, en la Diada de este 2019 la consigna ha sido “no ponemos plazos”. Las entidades convocantes, ANC y Òmnium, han utilizado la manifestación que ha reunido a 600.000 personas según la Guardia Urbana para pedir al Govern, ya no celeridad, sino que se prepare para volver a ejercer la ruptura con España mejor a como lo estuvo en la intentona de octubre de 2017.
El mensaje de las bases independentistas, que este año han vuelto mostrar una extraordinaria capacidad de movilización pese a haber firmado la cifra más baja de asistentes, se ha dirigido sobre todo a sus propios líderes. El clamor desde el movimiento secesionista exige a los partidos que pacten una estrategia en respuesta a las sentencias del Tribunal Supremo, algo que ni las formaciones ni el Govern han sido capaces de conseguir pese a que ese era el compromiso del president Quim Torra, que ha mantenido reuniones estériles durante todo el verano.
La mayor parte de los parlamentos desde el escenario de la manifestación han tenido llamamientos a buscar el consenso independentista, en medio de una bronca pública que ya dura meses y que ha embarrado las relaciones entre los socios del Govern, pero también entre partidos y entidades. Pese a esto, y también como novedad respecto a momentos anteriores del procés, la reclamación principal de la masa de manifestantes ya no es a la unidad electoral. La exigencia hacia los partidos es que hagan una lectura compartida de la senda recorrida hasta el momento y que tracen la dirección hacia nuevos objetivos.
“Nosotros ya no ponemos plazos, somos conscientes de que debemos fortalecernos, pero cuanto más tiempo pase más difícil se prepara otro embate”, ha reconocido la presidenta de la ANC, Elisenda Paluzie. Ella ha sido la que con más contundencia se ha dirigido a las formaciones independentistas para trasladarles el malestar, decepción y sentimiento de chasco que vive una parte del movimiento que la propia Assemblea lidera, cuando les ha reprochado que den “pasos atrás” cuando “deslegitiman el referéndum y discuten en público por el reparto de migajas”.
“No nos debilitéis”, les ha pedido Paluzie. “De pie y no de rodillas será como aguantaremos mejor el golpe de las sentencias, y de pie quizás incluso podemos responderlo”, ha asegurado la presidenta de la ANC, quien ha hecho una cerrada defensa de la unilateralidad como “la vía que nos llevó más lejos que nunca”.
Por su parte, el vicepresidente de Òmnium Cultural, Marcel Mauri, ha preferido dirigirse directamente a las instituciones del Estado y al propio presidente Pedro Sánchez. “El tiempo se le acaba, porque el plazo de la ONU era claro”, le ha dicho desde el escenario, en referencia al dictamen del grupo de trabajo sobre detenciones arbitrarias de la organización de estados. “Tiene dos meses para liberar a los presos políticos o incumplirá la legalidad internacional”, le ha exigido.
La organización que preside Jordi Cuixart desde la prisión había celebrado por la mañana su tradicional acto político, este año centrado en reclamar la absolución de los encausados. Òmnium ha conseguido reunir en ese evento a representantes del conjunto del soberanismo, de JxCat a los 'comuns', mostrando que la idea que en Catalunya puede articular hoy el espacio más amplio tiene más que ver el rechazo a los tribunales que con una propuesta concreta de articulación territorial.
“Absolució” es la única palabra que en esta Diada podía unir a Torra con la alcaldesa Ada Colau, a Artur Mas con la CUP y a Oriol Junqueras con la ANC. Y, sin embargo, todos estos actores del soberanismo no han podido, al menos hasta el momento, ponerse de acuerdo en qué respuesta deberían dar las instituciones catalanas tras las condenas a los líderes políticos y sociales. Y es que, si para todos ellos reclamar la libertad de los independentistas es necesario para mantener su espacio electoral, también saben que una reacción demasiado enérgica a la sentencia puede tener costes inasumibles, bien sea ante las urnas o bien ante los tribunales.
“La respuesta a todo debe ser grandes principios de país, no violencia, autodeterminación y libertades”, ha asegurado Quim Torra, para quien no ser capaz de concretar cuál es la respuesta no es obstáculo para anunciar que “comienza hoy”. Por parte de ERC, el presidente del Parlament, Roger Torrent, ha evadido la pregunta sobre qué debería hacer el independentismo. “Debemos encontrar una agenda política común para el nuevo ciclo que se abrirá con la sentencia”, ha dicho Torrent.
Que los líderes independentistas no se desvíen del objetivo de la república, como les pide la calle, es algo difícil de evaluar. Sin embargo, haber acabado con la exigencia de plazos y reconocer, por parte de la propia presidenta de la ANC, que la independencia va para largo, es una cuestión bastante más concreta y que cambia el ritmo del movimiento independentista. Al menos, en esto, el secesionismo sí parece haberse puesto de acuerdo.