El juez de la Audiencia Nacional José Luis Calama ha dado por concluida la investigación de los atentados de Barcelona y Cambrils de agosto de 2017, que causaron 16 muertos y 300 heridos, por lo que ha enviado el sumario a la Sala de lo Penal para que los tres procesados, Driss Oukabir, Mohamed Houli Chemlal y Said Ben Iazza, sean juzgados.
El titular del Juzgado Central de Instrucción número 4 procesa a Oukabir y Houli por los delitos de integración en organización terrorista, fabricación, tenencia y depósito de explosivos y estragos en grado de tentativa. A Iazza, quien fue detenido meses después de los ataques en Castellón, le atribuye el delito de colaboración en organización terrorista.
Sin embargo, a ninguno de los tres les procesa por los 16 asesinatos ocurridos durante los atentados, ya que no ve suficientes indicios para afirmar que tuviesen una participación directa.
Los tres procesados integraban una célula junto a los siete terroristas fallecidos en las localidades de Cambrils, Alcanar y Subirats. La célula se formó, según la investigación, en 2015 en la localidad de Ripoll, y bajo la dirección del imán de la mezquita, Abdelbaki Es Satty. Fue él quien les adoctrinó en el yihadismo radical hasta convencerles para “realizar uno o varios atentados de grandes dimensiones, mediante el uso de artefactos explosivos, a fin de coadyuvar a la estrategia terrorista de la organización terrorista DAESH”, concluyó el anterior juez instructor, Fernando Andreu.
Pocos meses antes de los atentados, el grupo se convirtió en una célula cerrada “a la cual prácticamente ya nadie más tuvo acceso, y les alejó de las personas (incluso de los familiares) que les rodeaban ante esta nueva etapa que iniciaban”. “La vida de cada uno de ellos pasó a desarrollarse exclusivamente junto a la de sus compañeros de grupo, compartiendo vivienda, comidas, viajes y por ende, participando en la fabricación de los explosivos o bien colaborando en la planificación de los atentados”, describió el juez.
Entre los objetivos que se marcaron estaba la Sagrada Familia, recogió la investigación, aunque también había otros enclaves “susceptibles de ser objetivos de atentados” como Port Aventura, la Torre Eiffel o los estadios del Real Madrid y el FC Barcelona.
El gran atentado que planeaba la célula yihadista se frustró con la explosión del chalet de Alcanar, donde los terroristas había almacenado las sustancias para fabricar el explosivo 'Madre de Satán'. Durante el proceso de secado, el material explotó matando a Es Satty y a otro de los terroristas.
El juez destaca que la magnitud de los explosivos que se almacenaban en el chalet podría oscilar entre 200 y 500 kilogramos, además de 19 artefactos improvisados tipo granada de mano y una faja bomba. El magistrado añade las 104 bombonas de butano y propano encontradas en la vivienda, con las que los terroristas pretendían “amplificar el efecto del explosivo, pretendiendo incrementar el volumen de metralla como la posibilidad de crear bolas de fuego generadas por las cargas GLP”.
“Tal cantidad de material para la confección de explosivos y de tal potencia destructiva, de llegar a ser utilizado para atentar en lugares o monumentos con gran afluencia de público, como sería el objetivo de la célula terrorista investigada, hubiera provocado unos daños de enormes dimensiones”, recoge el escrito.