Marta Pascal (Vic, 1983) ha anunciado que deja su escaño como senadora de JxCat tras constatar que sus diferencias políticas con Carles Puigdemont, Quim Torra y otros dirigentes independentistas han llegado a un punto de no retorno. No aclara si su próximo paso será crear un nuevo partido porque antes quiere saber qué planes tiene el PDeCAT de cara a las próximas autonómicas. El título de su libro 'Perder el miedo. Un manifiesto a favor de la política' está prologado por el lehendakari Urkullu y evidencia que su estrategia y la de Puigdemont no tienen nada que ver.
Ha anunciado que dejará su escaño en el Senado pero no renuncia a seguir en política. ¿Dónde se ve?
Ahora tengo que hacer un proceso de una cierta desconexión tras haber ocupado responsabilidades orgánicas e institucionales. Hacer política no significa hacerlo solo desde un cargo institucional. Ejerceré la militancia de base interpelando directamente a mi partido como lo he hecho hasta ahora. El PDeCAT debe escoger compañeros de viaje y quiero ver qué decisiones toma la dirección para hacer una reflexión serena sobre mi futuro.
El título del libro que acaba de publicar es toda una declaración de intenciones. ¿Perder el miedo a qué? libro que acaba de publicar
En los últimos tiempos en Catalunya la gente te dice unas cosas en privado pero después no se atreve a repetirlas en público. Es posible que yo haya sido también víctima de esta situación. He tenido discrepancias políticas con personas que han ejercido un liderazgo, no solo mis diferencias con Carles Puigdemont sino también otros dirigentes. A veces cuesta opinar de forma distinta a la que se espera.
¿Es por miedo a ser acusado de traidor?
Esta palabra me la he encontrado en las redes sociales, donde insultar es gratuito. En otoño del 2017 me insultaban por la calle porque defendí que antes que intentar aplicar una declaración de independencia que no queríamos aplicar era mejor convocar elecciones. En política no puedes contentar a todo el mundo pero me di cuenta de que habíamos llegado a una situación que no era normal. Los planteamientos de máximos nos han llevado a una situación de dificultad que es evidente.
Escribe que la sociedad catalana es mucho más que Twitter. ¿Este ha sido uno de los problemas del independentismo, confundir las polémicas en las redes con el mundo real?
Sí, es un problema de la política. Es el centrarse en las emociones, estar obligado a un resumen constante, a decir muchas cosas en muy poco espacio, sin poder incorporar matices. El independentismo ha sido muchas veces esclavo de la olla hiperventilada de Twitter. Las redes sociales han sido más un problema que la solución pese a que ayudaron a explicar el proyecto independentista de una manera más libre.
Denuncia que el purismo a veces se utiliza como arma en las luchas de los partidos. ¿Quiénes son los puros en JxCat?
No entraré en las etiquetas de nombres. Aquí hay dos formas de ejercer la política. Un grupo que ha apostado por la confrontación, el bloqueo e incluso por la antipolítica, que cuando tiene un micro solo habla del 1-O y la situación tristísima de los presos y de la gente que está en el exilio. Y luego estamos los que tenemos una mirada más pragmática, que consideramos que se puede hacer compatible la defensa de los ideales y de peticiones como la de una amnistía, con resolver los problemas del día a día de los ciudadanos.
Pide compatibilizar ideales y pragmatismo. ¿Eso no es lo que hace ahora ERC?
Está por ver. Es verdad que desde el punto de vista nacional, ERC está haciendo un esfuerzo para lo que ellos denominan “ampliar la base”. Esa es una estrategia que puedo compartir. Pero cuando veo que ERC plantea un decreto que pone las cosas difíciles a la escuela concertada, propone subir impuestos, busca el apoyo de la CUP y los comuns para el régimen fiscal o deja de lado las colaboraciones con el mundo privado, no me suena ni a moderación ni a centralidad.
Reconoce que política y poder van de la mano pero se queja también de las luchas por el poder. ¿Es lo que pasaba y sigue pasando entre JxCat y ERC cuando hablan de unidad mientras intentan restar poder al otro?
Es evidente que hay una lucha clarísima entre JxCat y ERC por la hegemonía del independentismo. Es de lo que van las próximas elecciones y por eso estamos viendo estas peleas aireadas en público. Estas batallas se están dando también en el espacio de JxCat y se dieron en la transición de CDC al PDeCAT.
¿Qué opinión tiene del president Torra?
Le tengo un respeto personal muy grande porque ya lo conocía de antes de ser president pero también una discrepancia política muy profunda. No solo por la manera en la que está ejerciendo la presidencia, por ejemplo con el tema de la pancarta. El simbolismo estéril es un error. Tampoco comparto su estrategia política.
¿Cree que el president Torra quiere que la mesa de diálogo funcione?
No puedo imaginarme un presidente de la Generalitat que no lo quiera. Ahora bien, cuando se ponen excusas de días y de nombres, te preguntas si lo ven importante. Con la mesa tenemos que aplicarnos todos paciencia. Hay que reconstruir la confianza y un cierto reconocimiento mutuo y esto exige tiempo.
Defiende que Catalunya necesita un gran partido y cita como referencia el PNV. Pero una diferencia y no menor con Euskadi es el régimen fiscal.
Y no solo esa diferencia. Pero a mí me parece que el equilibrio que hace el PNV entre la defensa de los ideales y de los intereses de las cosas más pequeñas del día a día es bueno. Lo ejercen en Bruselas, en Madrid y en Euskadi. Me gustaría que el PDeCAT hiciera lo mismo, gestionando esta situación con inteligencia.
¿Le sabe mal que haya dirigentes procedentes de la antigua Convergència que ahora renieguen del 'peix al cove', del pájaro en mano, que practicó ese partido durante décadas?
La verdad es que es un poco raro. La primera hoja de ruta fue la de intentar cambiar a España para que a Catalunya le fuese mejor. Nos dimos cuenta de que es muy complicado que esta España cambie. Cuando CDC plantea el derecho a decidir hay un cambio de vía pero los diputados de CiU seguían estando al servicio de las mayorías en el Congreso para defender los intereses de los catalanes. Cuando en el 2012 se produce una reconfiguración del programa y de los liderazgos que lleva a un punto de contradicción tan grande, que hay gente que parece que quiera hacerse perdonar esa etapa. El 'peix al cove' en ese momento tuvo resultados. CDC hizo cosas bien y otras mal.
Es muy crítica con la decisión de Artur Mas de dar el paso al costado por exigencia de la CUP. ¿Cree que ahora cometería un error si decide volver a la primera fila?
Le dije en su momento que un partido como el nuestro y un líder como él no podíamos estar en manos de una fuerza antisistema. Puedo entender que se borrase en favor de la unidad pero el tiempo nos ha demostrado que fue un error. Sobre el futuro, él tiene que decir qué quiere hacer.
¿Sería un error que el PDeCAT aceptase que Puigdemont encabezase de nuevo la lista electoral?
Si el president Puigdemont, una persona con un liderazgo muy fuerte, quiere estar delante es una decisión suya. Hay que valorar si él, que no puede ser investido porque se antepone la legalidad, es la mejor opción. Aquí la cuestión es qué vamos a hacer, si vamos a defender los intereses del país y a intentar solucionar el conflicto o vamos solo a tirar de retórica y grandes titulares a favor de la independencia que después no somos capaces de implementar.
Pero usted en tanto que militante aún del PDeCAT tendrá una opinión sobre si Puigdemont debe o no ser el candidato.
Mi discrepancia es sobre cómo hemos hecho las cosas, en que nos hayamos fijado solo en los votantes del 1-O y no en los siete millones y medio de catalanes, en por qué no ponemos más acento en ámbitos como la escuela, impuestos, pymes... El PDeCAT debe decidir si hace política desde los ideales pero también desde la moderación o si prefiere unos compañeros de viaje que plantean el bloqueo para obtener réditos electorales. Yo no creo en este segundo modelo. Antes de hablar de personas hay que decidir qué camino elegimos.
La apuesta por la confrontación, el bloqueo y la antipolítica es uno de los reproches que mucha gente les hace tanto a Puigdemont como a Torra.
Le voy a poner un ejemplo. Cuando decidimos que los ocho diputados de JxCat no ejerzan influencia en Madrid a través de una posible abstención a la investidura de Pedro Sánchez y nos quedamos solo en los discursos épicos, la pregunta es: ¿Esto qué nos aporta? La política es tener iniciativa y este espacio ha renunciado a ello a cambio de discursos muy contundentes, una retórica y un simbolismo muy potente, pero que políticamente nos llevan a donde nos llevan. Discrepo del president Torra cuando dice “lo volveremos a hacer” o de JxCat cuando afirma que no renuncia a la unilateralidad.
O sea que usted hubiese optado por facilitar la investidura de Pedro Sánchez.
Sí, yo hubiese optado por una abstención. Hace un año yo era partidaria de tramitar los Presupuestos para evitar un escenario electoral porque una de las cosas que posibilitaba era la entrada de la ultraderecha en el Congreso. Y evidentemente hubiese puesto condiciones para investir a Sánchez, desde la mesa del diálogo a ejecuciones presupuestarias que no se están ejecutando.
Hay gente en JxCat que considera que ERC vendió sus votos demasiado baratos.
En estos momentos estamos todos obligados a sentarnos en la mesa sabiendo que eso de entrada implica algún tipo de renuncia, no a largo plazo pero sí al principio. Cuesta mucho sentarte frente a aquel que no ha resuelto los problemas, cuando seguimos teniendo gente en la cárcel y el exilio. Pero no queda otra. El referéndum no puede ser una moneda de cambio ni la excusa para no sentarse a hablar. Estoy convencida de que esto se acabará resolviendo en las urnas pero tal vez tenemos que esperar un poco más y antes hay temas que resolver. No conseguiremos convencer a más gente con discursos inflamados.
Diagnostica qué problemas llevaron a finales de CDC, el malestar provocado por los recortes y “el fantasma de los casos de corrupción”. Algunos, por ejemplo el llamado 'caso del 3%', aún no han llegado a juicio. ¿Es un fantasma que todavía los persigue?
Es evidente que desde los últimos años de CDC sobrevuela el tema de la financiación del partido. Esto no está resuelto y aquí es donde hay una parte de autodestrucción del mundo convergente. Soy de las que piensan que CDC es la historia de una fuerza que a veces se ha anulado a si misma porque a veces a lo mejor no ha sabido asumir responsabilidades cuando toca o tal vez pedir perdón cuando toca o hacer una renovación de programa y liderazgo para adaptarse a una sociedad que ha cambiado mucho. La corrupción ha generado una gran distancia con el votante. Cualquier proyecto de futuro, como fue el PDeCAT en el 2016, tiene que ser muy claro respecto la financiación. Aquí no hay bandera que tape nada, de ninguna manera.