La hoja de ruta acordada por CDC y ERC hace claros guiños a la CUP. ¿La sentís cercana en planteamientos a la que presentasteis vosotros?
Más que cercana o no cercana entendemos que es un esquema de trabajo que todavía está abierto, en el sentido de que no cierra nada. Por lo tanto, no hay una incompatibilidad entre hojas de ruta, y consideramos que sobre este esquema sí podemos trabajar. Pero esto no es lo más importante. Lo importante es que la hoja de ruta tiene el problema de que planifica el futuro a dos años vista en un momento de grandes cambios políticos en el que es muy difícil prever cómo irá todo.
¿Pero no era eso lo que se reclamaba, una guía sobre los próximos pasos del soberanismo a medio y largo plazo?
El gran problema es que esa hoja de ruta presupone que el 27-S habrá una mayoría independentista, cuando ahora mismo no hay datos que permitan predecir una victoria del “sí” en las elecciones. Da por hecha la victoria del sí, y eso es el cuento de la lechera. Fruto de esto nosotros hicimos las reflexiones de nuestra propia hoja de ruta, preocupados por conseguir una mayoría el 27-S, para lo que proponemos reformular el proceso soberanista en clave de proceso constituyente.
Esto es algo que, más o menos, está en la propuesta de CDC y ERC. ¿Entraréis a la mesa de partidos para negociarlo?
Esta es otra. Se supone que hay una sola mesa de negociación, y que lo importante es si nosotros entramos o no. Lo que nosotros proponemos es que esta mesa se abra para incorporar a más agentes y más actores, esto no puede ser el acuerdo de dos partidos. Es ridículo diseñar la hoja de ruta de todo un país entre dos actores y tres entidades. Entendemos que se deben idear los pasos de la construcción de este país de una forma mucho más poliédrica. Pero presentan un pacto entre dos fuerzas políticas del soberanismo central, con una entidad como Òmnium, que en realidad es gente de Convergència y Esquerra, de la AMI, que son alcaldes de Convergència y Esquerra, y la ANC, que es un poco más transversal pero casi lo mismo, y lo quieren hacer pasar por un acuerdo amplio. La hoja de ruta de CDC y ERC responde a más a la construcción de una nueva fuerza hegemónica que a un proceso de construcción de un país complejo y diverso como Catalunya.
¿Entonces la respuesta es que sí entraréis a negociar?
Nuestra hoja de ruta lo dice muy claramente: La mesa de 5 actores no es válida para planificar un esquema que consiga mayorías independentistas, por tanto, o replantea el espacio de trabajo y suma entidades, o nosotros entrando solo reforzaríamos la construcción de esta nueva fuerza hegemónica.
¿Qué pasa si el 27-S no ganan las fuerzas independentistas?
Este escenario no solo es posible sino que es probable. Las encuestas lo están diciendo. Por eso nuestra propuesta quiere convertir el 27-S también en un proceso constituyente, que es algo más amplio y que puede abrirse pase lo que pase con la independencia. Nuestra idea es que todas las formaciones favorables a un proceso constituyente lleven en el programa un punto según el cual al día siguiente de las elecciones, haya o no haya mayoría independentista, se inicien los trabajos para hacer el proceso constituyente en Catalunya.
En vuestra hoja de ruta habláis de que los partidos soberanistas deben dar carácter de validez al 27-S como plebiscito para el proceso constituyente. ¿En qué fórmula pensáis?
No hemos concretado ninguna porque no queremos que se convierta en motivo de disputa entre los partidos, pero entendemos que debería haber un punto programático muy claro a favor de la independencia y, sobre todo, que la campaña electoral fuese en clave plebiscitaria. Esto supondría que, en vez de lanzar mensajes sobre qué buenos somos o qué bien lo hacemos, se defendiese el “sí”. O variables del “sí”. Sumado a una estrategia de difusión internacional de esto.
¿Cómo garantizáis que un acuerdo de este tipo compromete a los firmantes?
Bueno, esto es algo que no puedes garantizar. De hecho durante los últimos la CUP siempre ha sido consciente de que Convergència en cualquier momento puede pactar con el Estado. Y hemos aprovechado los momentos de no pacto para empujar todo lo posible y hacer más difícil el retorno al esquema de pacto con el Estado.
Y respecto al resto de fuerzas, ¿cómo pensáis convencerlas de que reconozcan el 27-S como plebiscitario?
Quienes no reconocen a Catalunya como sujeto soberano envejecerán sin hacerlo. Lo único que podemos intentar es que el resultado sea reconocido fuera de las fronteras del Estado español. Es la eterna esperanza de que si demostramos mayorías éstas sean reconocidas y pueda haber un referéndum oficial. Y eso además debe hacerse sin quedarse a esperar, sin que Catalunya deje de dar pasos adelante.
Habláis en vuestra propuesta de una Declaración Unilateral de Independencia. ¿Hay posibilidades de que esta DUI se convierta en algo real más allá de la declaración?
La DUI es únicamente una declaración, al día siguiente no pasa absolutamente nada. Es una carta de invitación a la comunidad internacional para pronunciarse sobre esta independencia, y es posible que no tenga respuesta nunca. Además el de “Declaración Unilateral de Independencia” es un nombre inventado, no importa si le llamas así o si le llamas “certificación de que el resultado de las elecciones es favorable a la independencia” o como sea. Es una forma de explicar que tu ya te has declarado independiente de forma democrática pero no oficial. La idea es que el resto de los estados lleven a cabo iniciativas a favor de esto, hasta el extremo de reconocerte. Que dudo mucho que algún estado lo hiciera como primer paso.
Algunas formaciones de izquierdas acusan a la CUP de posicionarse a favor de los intereses de Convergència. ¿Cómo lo veis?
¿Por qué de Convergència?
Porque tiene mayoría y una correlación de fuerzas favorable en el independentismo, supongo.
Ahora mismo ninguna encuesta le vuelve a dar una correlación de fuerzas favorable. El escenario electoral más cercano da un bloque soberanista con mayoría abrumadora de la izquierda. Que por cierto es básicamente lo que hemos intentado construir durante años.
En los últimos 6 meses, después del 9-N, parece que la CUP se ha descolgado de las negociaciones entre partidos. ¿Qué ha pasado?
Tras el 9-N hay una serie de propuestas entre ERC y CDC, pero no tienen capacidad de maniobrar para llegar a una estrategia compartida. En todo esto, con nosotros ni cuentan, ni para opinar, y se acaba resolviendo con una especie de no acuerdo por el que se posponen las elecciones hasta el 27-S, sin ningún tipo de perspectiva estratégica, solo tirar pelotas fuera. En aquel pacto no se acuerda ni la manera de convertirlas en plebiscitarias, ni la estrategia para ganarlas, ni nada. Y ahora, claro, no encontramos con esa cuestión sin resolver.
¿Es posible materializar la propuesta de la CUP sobre un proceso constituyente con las actuales mayorías?
Sí, es posible. Ahora mismo lo que dicen las encuestas es que CDC y ERC más o menos empatan y nosotros sacamos unos 10 diputados. Desempatamos en favor de las izquierdas. Pero además, aquí hay dos mayorías articulables. La independencia se gana con el 51% de los votos, pero no necesariamente el escenario post independencia lo construye solo el independentismo. Lo construyen todas aquellas fuerzas democráticas que estén por ello. Esto amplía el escenario a Podemos y otras fuerzas y cambian una correlación desfavorable.
¿Entrará Podemos en una propuesta de este tipo? ¿Lo ves en un esquema propositivo en un eventual proceso constituyente catalán?
Si reconoce el resultado del 27-S, supongo que sí.
Pero Podemos ya ha dicho que para ellos el 27-S no son unas plebiscitarias ni nada similar.
Entonces tendremos un problema porque si no reconoce ni la legitimidad de las mayorías políticas de este país entonces no estamos hablando de fuerzas democráticas, estamos hablando de otra cosa. Nuestro esquema es que hay dos carriles que deben estar muy coordinados pero que no son exactamente el mismo. Por un lado, el carril de la independencia y por otro el carril de un proceso constituyente desde abajo. Por tanto la construcción de un proceso constituyente puede ser compartida por fuerzas soberanistas y no soberanistas.
Las fuerzas no soberanistas apuestan por un proceso constituyente, pero en un marco estatal. Líderes como Monedero, responsable de Proceso Constituyente de Podemos, ya han dejado claro que no entrarán en un esquema soberanista. ¿No es vuestra propuesta, por tanto, un brindis al sol?
Pero es que en Podemos hay más voces y más perspectivas. Si tuviéramos que pensar que Podemos es Monedero, deberíamos poner a Podemos al lado de Ciutadans, que aspira a hacer de Catalunya una provincia. Lo que pasa que nosotros no nos creemos que Monedero sea ni la principal ni la única voz de Podemos, porque conocemos a Podem en Catalunya, y a otras voces en Madrid que apuestan por otros escenarios.
¿Podrían el catalán y el español ser procesos constituyentes coordinados o complementarios?
Para nosotros el cambio en el Estado español es una ilusión óptica. El Estado español no es una tienda de campaña, es la Estrella de la Muerte. De hecho contamos con que la próxima legislatura lo que se producirá es un proceso constituyente en el Estado, pero no por parte de Podemos sino de los otros. Una alianza estratégica entre PP-PSOE-Ciudadanos que introduzca reformas constitucionales para cerrar debates como el territorial desde arriba. Y no será en clave federalizante, será en clave transparencia y regeneración. A Catalunya le harán alguna concesión, sí.
¿Entonces prevés una oferta del Estado hacia Catalunya?
La oferta llegará seguro. La máxima del catalanismo conservador es lengua, poder y dinero, así que el Estado ofrecerá lengua, poder y dinero. Y las élites catalanas pactarán por la espalda. De hecho hace unas semanas PSC y C’s proponían una fiscalidad compartida. El Estado abrirá el melón constitucional, y lo cerrará en benefició del régimen. Ahí Podemos no podrá hacer nada por mucho que quiera sacar algo beneficioso para las clases populares. La cuestión es que mientras esto pasa, la mayoría social de Catalunya no se haya despistado y no haya entrado en esta ilusión óptica, y continúe apostando por un proceso constituyente desde abajo.
Vuestra propuesta de hoja de ruta está muy ligada a la idea de cambio social. ¿El idenependentismo ha perdido credibilidad en eso?
El independentismo hasta ahora ha sido poco propositivo. El principal reto que tenemos ahora es ganar mayorías de más del 50%, y para eso hace falta un programa político. Toda la gente que está mirando a España esperando la posibilidad de un cambio no la encontrará, y la independencia debe ofrecerle la posibilidad del cambio democrático. Ya no vale con ser la reclamación permanente del derecho a poder votar y el Estado español no nos deja, pobrecitos de nosotros. Ha de ser un proceso de construcción. Para eso también hace falta hacer un proceso a la inversa, que es desidentitarizar el independentismo. Nosotros no vamos a construir una República de catalanoparlantes, sino un nuevo país en el sur de Europa hecho por la gente y que tenga el derecho a decidir como principio fundacional.
En un momento en el que la idea democrática tiene más que ver con la democracia económica de justicia social, ¿una república basada en el derecho a decidir no corre el riesgo de quedarse en algo formal, alejado de cambios materiales?
Es muy complicado en el seno de la Unión Europea hacer cosas como nacionalizar el sector eléctrico. La UE es el club más poderoso imponiendo las reglas del liberalismo. Por eso, nacionalizar la banca o las eléctricas dentro de la UE es imposible.
¿Nacionalizar las eléctricas es una propuesta de la CUP?
Un proceso de recuperación democrática del país pasaría por que sectores estratégicos pasasen a manos públicas. Y es algo que dentro de la Unión Europea nunca podríamos hacer.
¿Esa es otra propuesta de la CUP, salir de la Unión Europea?
Sí, desde el principio. Explicamos en todos los sitios que la UE es la estructura de imposición del capital financiero sobre los pueblos de toda Europa. Otra cosa es que entendemos que las revoluciones de un día ya no existen y que las conquistas son paulatinas, van una detrás de la otra. Por esto, tan importante es un victoria de Syriza en Grecia como hacer un Estado nuevo en el sur de Europa para hacer tambalear la UE. Hasta ahora la UE ha utilizado los estados como herramienta para imponer sus políticas. La aparición de una república en el sur de Europa les desmonta un estado y rompe en buena medida la capacidad de imponer esquemas de dominación como hasta ahora.