Miquel Iceta (Barcelona, 1960) es uno de los políticos catalanes más veteranos y de los que hace tiempo que viene avisando de la gravedad del conflicto que se avecinaba. Los alcaldes socialistas no cederán espacios para la celebración del referéndum e Iceta insiste en que, pase lo que pase el próximo 1 de octubre, Catalunya no será un Estado independiente.
El primer secretario del PSC explica que desde el día que conoció a Carles Puigdemont tuvo claro que el presidente de la Generalitat intentaría llegar hasta el final en su apuesta por la independencia. Y parece que acertó.
Incluso sus adversarios reconocen que usted es uno de los diputados con más olfato político. ¿Se imaginaba que asistiría a un pleno como el que se ha vivido esta semana en el Parlament?pleno como el que se ha vivido esta semana en el Parlament?
No, porque llevo muchos años en el Parlament y he asistido a momentos de tensión, pero entre los grupos siempre había habido la complicidad suficiente como para que no se produjese una vulneración del reglamento tan flagrante.
La mayoría independentista les reprocha que han actuado con filibusterismo. Sea o no cierto, lo que es seguro es que muchos ciudadanos se habrán perdido entre tanto debate sobre el reglamento.
Es muy posible que haya ciudadanos que se hayan perdido en este debate pero yo espero que haya calado que se han pisoteado los derechos de la oposición. El pleno se alargó porque la mayoría independentista introdujo dos leyes, que ellos mismos definen como las más importantes de los últimos tres siglos, y que implican la liquidación del Estatut y la Constitución. Y lo hicieron negando el acceso a los informes de los letrados y negando la posibilidad de solicitar un informe al Consell de Garanties Estatutàries (CGE). Por lo tanto, no es que hubiera filibusterismo, que es alargar un debate innecesariamente. Lo que hubo es un intento de defender nuestros derechos.
¿La imagen de un hemiciclo semivacío simboliza un fracaso colectivo?
Eso seguro. Por eso en una de mis intervenciones hice énfasis en que el Estatut requiere el apoyo de dos tercios de los diputados. Lo mismo con la ley electoral. Si se puso así es para que la mitad más uno no pudiese imponer su criterio sobre cuestiones institucionales tan relevantes a la mitad menos uno.
¿Garantizar la legalidad pasa por requisar urnas?
Yo, como creo en la separación de poderes, creo que quien tiene que determinar si se ha cometido un delito y asegurar el cumplimiento de las leyes será el poder judicial. Me gustaría que no se llegase a ese extremo y que en algún momento el Govern de Catalunya dijese que no se dan las condiciones para poder efectuar un referéndum con garantías. Que responsabilice al Gobierno de España o a quien quiera pero que diga claramente que no se dan esas condiciones y no lleve hasta las últimas consecuencias la organización de una cosa que no servirá para nada.
¿Cuáles son las garantías que usted considera que faltan a este referéndum?
A ver, todo el mundo considera que la máxima autoridad que existe para decir si un referéndum es democrático es la Comisión de Venecia, del Consejo de Europa. La primera condición que pone la Comisión es que para que un referéndum sea legal se ha de producir de acuerdo con la Constitución del país en el que se celebra o de acuerdo con una ley que a su vez esté de acuerdo con esa Constitución. En España hoy hacer un referéndum sobre la independencia no es legal. Primero, habría que cambiar la Constitución para que habilitará esa posibilidad.
O sea que si no se cambia la Constitución, nunca se darán esas garantías.
Exacto. Luego habría una discusión política que a mí me interesa más. ¿Para qué sirve ahora un referéndum? ¿Para resolver un empate? Yo creo que en un tema como la independencia no es el mejor remedio. Puede ser el último remedio pero no la primera solución. Habría que intentar acordar una solución que tal vez no satisfaga a todos pero que pueda ser razonable para una mayoría bastante más amplia que el 50 por ciento más uno.
Hay un empate entre los del 'sí' y los del 'no', pero sí hay una mayoría clara que dice que quiere votar.
Es que yo también quiero votar. Catalunya es la única comunidad que tiene un Estatuto que no quiso y ahí hay una anomalía que hay que superar. Por qué no buscamos un nuevo acuerdo y luego comprobamos a través del voto si efectivamente hay una mayoría que lo acepta o no. Antes que resolver por un solo penalti ese empate prefiero hacer ese esfuerzo. Si se quiere, entre la ruptura y el inmovilismo hay un terreno muy amplio por explorar. Pero no se ha querido.
Tal vez porque ha habido mucho cálculo electoralista.
Hay gente que vive feliz en el conflicto. Los socialdemócratas somos pactistas, los que buscamos terrenos de conciliación. En cambio, el PP, los independentistas y partidos como Ciudadanos buscan polarizar el debate. Y hay gente a la que tal vez le ha interesado el conflicto.
Tal vez el PP prefiere que se hable de este lío para que no se hable de los suyos. Al electorado del PP lo moviliza y unifica mucho el miedo a una España rota. El primer referéndum ilegal que se pretendió en España fue el del PP al recoger firmas contra el Estatut. Intentó incluso que no se pudiese discutir en el Congreso de los Diputados. Todos los partidos en algún momento hemos cometido algún error pero lo que ya no es posible esconder es que hay un problema político y que, cuanto antes mejor, hay que entrar en la vía del diálogo.
¿Usted es de los que intuía que el president Puigdemont llegaría hasta aquí?
Sí, yo desde el primer día que le conocí. Fue en esta legislatura. Espero que no se moleste porque lo cuente. Me sacó de una carpeta la fotocopia de un diario, me parece que era 'El Alcázar', o sea de esos años, en la que aparecía una fotografía de unos independentistas. Y él estaba ahí.
Con ese gesto de proximidad vi que el president llegó a ser president para proclamar la independencia. Luego no ha podido y a través de la moción de censura cambió la hoja de ruta para volver a introducir el referéndum. No he tenido nunca ninguna duda de que él lo va a intentar hasta el límite de sus posibilidades.
¿Asistió a la comida de Pedro Sánchez y Puigdemont, el pasado día 27?
No, y a mí no me consta esa comida. Ni me lo han dicho ni lo he preguntado.
Pero la hubo porque así lo han confirmado desde la Generalitat.
Yo no he hablado de esa comida con Pedro Sánchez.
Es raro que no lo hayan comentado.
No sé si se produjo o n,o pero si no me ha dicho nada es porque probablemente no haya datos nuevos sobre la que ya hemos hablado muchas veces. Sé que coincidieron en el 'Suquet de Pere Portabella' porque yo también estuve ahí.
Dicen que ese día cuando se preguntaba a los políticos qué pasaría el 1 de octubre muchos respondían que nadie lo sabe. ¿Usted se atreve a hacer un pronóstico?
Yo me atrevo a pronosticar lo que no pasará. El día 1 lo que no va a haber es el referéndum efectivo y con garantías que el Govern ha comprometido. Si habrá urnas o no, eso no me atrevo a decirlo.
En todo caso, con garantías o no, el Govern se ha comprometido a que si gana el sí, activará el proceso para proclamar la independencia.
Yo de vez en cuando me digo a mí mismo que soy el más alto y el más guapo. Pero eso no es suficiente. Todavía no han entendido que la independencia te la reconocen o no. Tú puedes proclamarte lo que quieras, por eso hago yo la broma con mi estatura. El día 2 de octubre no habrá república catalana y tendremos los mismos problemas que tenemos ahora, más los añadidos a presuntos actos ilegales que vayan a ser perseguidos por la justicia.