Si de algo rehuye el candidato del PSC, Salvador Illa, es de la política espectáculo. Se forjó la imagen de gestor sereno cuando siendo ministro de Sanidad le tocó dar la cara y las explicaciones que nadie tenía para hacer frente a la pandemia. Allí se labró su perfil de hombre moderado que ha cuidado tanto en su papel de jefe de la oposición en el Parlament como ahora en esta atípica campaña electoral.
Una de las preguntas que surge tras el amago de dimisión de Sánchez es si esta situación tan excepcional ha beneficiado o no a las expectativas de Illa. Cuando el presidente estaba encerrado en La Moncloa y su partido y otros sectores de la izquierda, desde los sindicatos a nombres de la cultura, le expresaron su apoyo, los trackings de los partidos mostraron una clara subida del PSC. Pero ahora, una vez ha desvelado que se queda y ha prometido una plan de regeneración que no ha concretado, está por ver qué efectos puede tener.
Probablemente es aún pronto para responder de manera concluyente. El director de Opinión Pública y Estudios Políticos de Ipsos, José Pablo Ferrándiz, señalaba este martes en RNE que no cree que este episodio vaya a ser muy determinante puesto que el PSC ya salía primero y de manera destacada en todos los sondeos.
Más allá de evidenciar que la militancia socialista estará encantada de ver a Sánchez en los mítines y no solo en los vídeos de homenaje que se han proyectado en los actos mientras él reflexionaba en La Moncloa, hay algunos elementos que sí pueden tener incidencia en las estrategias de los partidos ahora que ya se ha despejado el interrogante que planteó el presidente del Gobierno.
El primer dato es que al PSC le iba bien o muy bien en los sondeos antes de que el presidente se convirtiera en el protagonista de la campaña. Porque incluso los que, como Junts, decían que no querían hablar de Sánchez para no “españolizarla”, no han parado de hacerlo. Si como en publicidad lo importante es que hablen de ti, aunque sea mal, es evidente que el líder del PSOE ha triunfado en el inicio de la campaña catalana y más que lo va a hacer, al menos si lo que medimos es el protagonismo, porque los partidos independentistas le afearán un movimiento que ellos consideran que ha sido “táctico” desde el primer momento.
Puigdemont dijo que esta campaña era una cosa entre él y Sánchez porque le niega a Illa ninguna capacidad de autonomía para fijar una estrategia propia que no sea la de satisfacer al PSOE. Que se plantee como una disyuntiva entre socialistas y posconvergentes puede ayudarles a ambos a aglutinar votos. Les beneficia a ellos y perjudica a comuns y ERC.
Segundo dato: Illa se presenta como el gestor dispuesto a activar una administración, la Generalitat, que él considera paralizada. Como un político que quiere rehuir las broncas que retrotraen al procés y de ahí su repetido deseo de “pasar página”. El riesgo de que se hable más del Poder Judicial o del ecosistema mediático madrileño, que de seguridad, vivienda o economía no estaba ni está entre sus planes. Los socialistas catalanes van a intentar que su plantilla inicial de campaña se modifique lo mínimo. Pero una cosa es lo que el PSC quiera y otra es lo que acabe pasando.
Tercer dato: La decisión de Sánchez, lejos de frenar la polarización emotiva, la ha activado y eso puede despertar todavía más al flanco del PP y Vox, que ya estaba muy crecido en los sondeos. Alberto Núñez Feijóo, que ha dejado claro que no se da por aludido por el plan de ‘regeneración’ que ha anunciado el presidente del Gobierno, visitará ocho veces Catalunya durante la campaña, algo bastante excepcional en un líder del PP. Posiblemente si no hubiese venido ninguna el resultado sería igual de bueno para los populares porque el viento a favor en las encuestas no ha empezado ahora.