Terrazas a medio gas en la primera mañana de Barcelona en fase 1: “No es rentable pero quedarnos en casa era peor”

A las 9 de la mañana Soledad Folch y Margarita García ya estaban como clavos a las puertas del Darling, su cafetería habitual, situada en la calle Blai de Barcelona. Las dos amigas tenían la costumbre de tomar el café cada día a las 12 del mediodía, pero este lunes de reapertura de las terrazas no han podido esperar tanto. “Teníamos muchas ganas, casi no nos hemos visto en estos meses”, afirma Margarita, que ha venido acompañada de su hijo. Ella asegura que no tiene miedo a la COVID-19, pero Soledad niega con la cabeza: “Pues yo sí que tengo, pero que le vamos a hacer”.

Barcelona ha pasado este lunes a la fase 1 del desconfinamiento con las terrazas a medio gas. La mayoría de los locales han optado por no abrir aún y, de los pocos que estaban abiertos, muchos no han llenado sus mesas a primera hora. El Gremio de Restauración calcula que dos de cada tres locales con terraza de la ciudad no abrirán este lunes y esperarán a la fase 2 para reanudar la actividad. Además, estiman que solo el 20% de los 8.887 establecimientos que hay en Barcelona levantarán la persiana con la fase 1 ya que, con la restricción del 50% del aforo, la mayoría de los negocios no son viables.

Carmen Rodríguez es la propietaria del café Paral·lel Central, situado en la vía del mismo nombre. Ella dispone de seis mesas y ha optado por abrir a las 8 h, pero a media mañana solo la mitad estaban ocupadas. “Esto no es rentable, pero quedarnos en casa era peor”, afirma la hostelera, que indica que aunque ellos han podido ir pagando las facturas de los proveedores y suministros, no han podido hacer frente al alquiler del local, que deberán pagar a partir de ahora. “La reapertura es difícil, tienes que comprar mucho producto, volver a poner todo en marcha, y con las pocas mesas de la terraza no compensa”, explica.

Unas manzanas más allá, en la misma avenida Paral·lel, Piti González y su compañera de piso Nora Zafri, se reencontraban con otras dos de sus amigas en el bar al que habitualmente solían ir a desayunar antes del confinamiento. Este lunes es la primera vez que se ven las cuatro, que han mantenido el contacto por videoconferencia. “Era la manera de mantener el contacto, pero al final era un poco agobiante”, explica Piti. Antes de sentarse a disfrutar de la reapertura de las terrazas han aprovechado para pasear por Montjuïc. “No es que lo hayamos pasado mal sin bares, sino sin socializar”, explica Piti, que trabaja en una tienda y está en un ERTE.

En el barrio de Gracia, algunas de las plazas donde se suele reunir más gente del barrio, como la del Diamant, la Virreina o Revolució, presentaban un aspecto idéntico al de la semana pasada y ninguno de los bares ha abierto esta mañana. Algunos locales, como el Pepa Tomate de Revolució, empezaban a “quitarse las telarañas” esta misma mañana y pretendían abrir a partir del martes o el miércoles por la tarde, cuando lo tengan todo preparado.

Bai Kargbo, barcelonés de 33 años y ahora mismo sin empleo, se ha sorprendido al ver que la mayoría de las terrazas del barrio permanecían cerradas. “Me esperaba ver muchas más abiertas con este día que hace”, explicaba tomando un café desde la terraza del Curuba, un bar situado en la plaza de la Vila (conocida antes como Rius i Taulet) que sí que ha abierto con estrictas medidas de seguridad. De los lugares más concurridos del barrio, solo en esta plaza y en la del Sol había dos o tres terrazas disponibles, lo que ha generado que en algunas hubiese gente esperando para sentarse.

En en el Curuba de plaça de la Vila, un cartel advertía a los clientes de que no se pueden sentar hasta que el camarero le haya dado permiso y haya desinfectado previamente tanto la mesa como los reposabrazos de las sillas. La carta debe consultarse con un código QR que hay encima de la mesa y un letrero pide a los comensales que ocupen “durante un tiempo prudencial” las cuatro mesas que se han colocado. “Tenía que venir a las 12 pero al final me han hecho venir a las 10 porque se ha acercado mucha gente”, explicaba el camarero del local.

En el Cafè Cèntric, de plaza del Sol, cinco universitarios desayunaban animados. Durante lo más profundo del confinamiento se conjuraron para desayunar juntos el primer día que reabrieran las terrazas y así ha sido: cafés, zumo de naranja y pastas para todos. “Pensábamos que estaría a tope pero vemos que han abierto muy pocas”, apuntaba Dante Torrent, 22 años y estudiante de Derecho. “Esperemos que todo vaya volviendo a la normalidad de una vez”.

Rosa González, otra de las estudiantes que desayunaba en la plaza del Sol, explicaba que la mayoría de sus amigos se reservaba para estrenarse “a lo grande” esta tarde. “Venir a desayunar es solo para los más motivados, creo que esta tarde abrirán más sitios y las plazas estarán a tope”.

En Sants, otro de los barrios emblemáticos de la ciudad, el bullicio se amontonaba alrededor del mercado de Hostafrancs, mientras plazas habitualmente llenas de terrazas, como la Plaça Osca, este lunes estaban vacías. Juani Roser, vecina del barrio que acudía a hacer unas compras, aún no se animaba a sentarse este lunes en una terraza. “Ya habrá tiempo”, decía, negando que fuera por miedo, sino porque ella tampoco era de ir a terrazas normalmente. En Sants, un barrio con mucho comercio pequeño y de proximidad, las terrazas estaban a medio gas, pero las tiendas rebosaban de actividad y algunas colas se extendían por la calle, en zonas como el Passeig de Sant Antoni o en la calle d'Olzinelles.