Lo que por la mañana se descartaba, por la noche ha acabado siendo una certeza. El presidente de la Generalitat defenderá este viernes la declaración de independencia si antes no llega la oferta del Gobierno central de retirar el 155. Puigdemont ha intentado conseguir este compromiso a cambio de convocar elecciones pero finalmente las negociaciones han fracasado. Tras las comparecencias de los grupos en el Parlament, la declaración de independencia se da por hecha.
Puigdemont este jueves por la mañana estaba dispuesto a pagar el coste de romper el ya muy frágil bloque independentista y aparecer como un traidor a ojos de una buena parte del electorado secesionista. La mediación del lehendakari Iñigo Urkullu, las presiones empresariales y los esfuerzos de dirigentes del PSC surtieron efecto y, entre el miércoles y el jueves, el president se acabó aviniendo a una convocatoria electoral.
Ponía tres condiciones, que comenzaban por la liberación de Sànchez y Cuixart y la desmovilización de los cuerpos policiales en Catalunya, pero que podrían haberse quedado en la tercera: el compromiso de que el Gobierno retiraba el 155. Según explican fuentes gubernamentales, Mariano Rajoy se mostró dispuesto a cumplir la tercera, que hubiera sido suficiente para que Puigdemont olvidase la declaración de independencia. “Te engañarán como siempre nos han engañado”, le advirtió Oriol Junqueras cuando el president se lo comunicó. Pese a lo cual, éste siguió adelante.
La apuesta por las elecciones fue anunciada por el president a sus consellers y a los diputados de JxSí al filo del medio día. El pacto con Moncloa se daba por hecho y generó un hondo enfado en diversos sectores independentistas, entre ellos sus socios de ERC. Pero en cuestión de media hora, Puigdemont llegó a la conclusión de que las presiones externas habían imposibilitado el pacto y que el Gobierno quería que el paquete de medidas del 155 llegase, al menos, al Senado.
En solo unas horas el president cambió la estrategia: de estar dispuesto a disolver el Parlament y convocar unos comicios para el mes de diciembre a dejar que la Cámara catalana apruebe la independencia en forma de propuesta de resolución. A no ser que las reticencias de algunos diputados del PDeCAT a votar una DUI se convierta en un nuevo requiebro inesperado en la convulsión permanente en la que se ha instalado la política catalana. Como ya casi todo en este escenario, no es tampoco descartable.
Propuestas de resolución
Junts pel Sí y la CUP negociarán el texto que finalmente se deberá someter a votación este mediodía. La negociación dura llegará por la mañana, pero al finalizar la sesión del jueves ya habían llegado a algunos acuerdos tácitos, como que hubiera más de una propuesta de resolución, entre las que se contempla una que active la ley de transitoriedad. De todos modos en el Govern reconocen que con una Generalitat intervenida y con todo el Gabinete cesado será harto imposible activar cualquier estructura de Estado.
Uno de los debates entre PDeCAT, ERC y la CUP en el Parlament es sobre si la resolución con la que se declare la independencia debe contener una declaración formal o si debe limitarse a levantar la supuesta suspensión impuesta en la anterior sesión. “Es imposible levantar una suspensión de algo que no está aprobado”, aseguraba un diputado este jueves. Otros, en cambio, se decantan por mantener el relato comenzado por Puigdemont cuando aseguró que anulaba los efectos de los resultados del 1-O.
Falta por ver si la oposición intentará frenar una votación de este tipo, y el cómo. Los diputados independentistas temen una sesión larga y crispada como la que se vivió en los días 6 y 7 de septiembre.
Puigdemont, preocupado
Puigdemont no tiene intención de intervenir en el pleno, aunque fuentes cercanas al president aseguran que no hay que descartar que acabe tomando la palabra. En su comparecencia del jueves ha dejado en manos del Parlament la decisión, convencido de que las medidas del 155 se tomarán de todas formas. Que Puigdemont no intervenga indica que, esta vez, sí parece que el Parlament aprobará un documento oficial. Esta por ver cuánto se parecerá a una declaración de independencia.
Al president le preocupa la tensión que puede haber en la calle cuando se aplique el 155 y la fractura que pueda desencadenar en la sociedad catalana. Así lo ha dejado entrever en reuniones con miembros de su gobierno y en conversaciones con las entidades independentistas. Sin embargo, según fuentes conocedoras de las reuniones, Puigdemont ya había optado el lunes por la declaración de independencia ante la dicotomía de enfrentarse a las medidas del 155 con el bloque independentista unido o dividido y buscando culpables.
“Ahora comienza la guerra civil del soberanismo”, ha asegurado una fuente del Palau este jueves, cuando se daba por hecho que habría una convocatoria electoral. La declaración de la independencia evitará la pelea interna, al menos en los días inmediatamente posteriores. Está por ver si esta paz aguantará al progresivo embate que llegará en forma de 155.