La esperanza de vida en el Área Metropolitana de Barcelona (AMB) es de 83 años, algo parecido a la media española. Pero este indicador, uno de los más utilizados para calcular la salud de la población, no es el mismo en todos los 36 municipios que integran el cinturón de la capital catalana. En los más ricos, como Sant Cugat del Vallès, sus vecinos suelen tener una vida más longeva. Concretamente, cuatro años más que otras ciudades como Badia del Vallès o Sant Adrià del Besòs, de rentas más bajas.
Un informe de la Fundación Catalunya Europa sobre las desigualdades sociales en el área metropolitana de Barcelona aporta por primera vez datos sobre la esperanza de vida por municipios. Lo hace a partir de la información recabada de las Áreas Básicas de Salud. Y una de las primeras conclusiones a las que llegan, parecida a la que ya viene constatando el Ayuntamiento de Barcelona dentro de la ciudad, es que allí donde hay más renta per cápita suele haber más longevidad. Y viceversa.
“Es evidente que hay desigualdades por municipios y que hay una cierta relación con su nivel de renta”, constata Marc Tataret, uno de los investigadores. Con datos de 2015, los usados para el estudio, Sant Cugat, con una renta per cápita de de 24.000 euros, tenía una esperanza de vida de 86,1 años. Al otro lado están los municipios que no superan los 15.000 euros de renta per cápita, todos ellos por debajo de los 83 años de vida. Son Sant Adrià, Badia y Santa Coloma de Gramenet.
Con todo, los investigadores se muestran cautos porque también hay municipios que rompen esta tendencia. Sobre todo algunos como Pallejà, Corbera de Llobregat o Sant Andreu de la Barca que, pese a tener rentas por habitante de más de 16.000 euros al año, están a la cola en esperanza de vida: por debajo de los 82 años de media. “Faltaría comprobar cómo son las desigualdades internas dentro de cada municipio, entonces seguramente encontraríamos correlaciones con renta mucho mayores”, deduce Tataret.
Sobre las desigualdades en materia de salud, una de las causas que manejan como hipótesis en el estudio es la teoría psicosocial que desarrolló la epidemóloga Kate Pickett en 2009 en su libro 'The spirit level'. “La desigualdad incrementa la ansiedad de estatus, que es fuente de estrés crónico, que a su vez causa problemas sociales y de salud”, apuntan. “Algunas personas interiorizan la ansiedad de estatus: se deprimen, tienen ansiedad, comen compulsivamente, se autolesionan y evitan el contacto con otras personas”, recoge el informe.
Una de las instituciones que anualmente analiza las desigualdades en materia de salud entre territorios es la Agencia de Salud Pública de Barcelona (ASPB), que recoge la esperanza de vida por distritos. Su gerente, Carme Borrell, afirma que la renta es un condicionante más de la salud como puede ser la clase social, el género, el barrio de residencia o el color de piel. “La salud está condicionada por las condiciones de vida de las personas desde que nacen o incluso antes, cuando la madre está embarazada”, expone.
El gasto público y la excepción de Badia
El estudio, elaborado dentro del Proyecto Re-City, evidencia la estrecha relación que tiene la renta con las diferencias sociales entre municipios en materia de salario mínimo, paro o los estudios superiores. También analiza las desigualdades en materia de gasto público por habitante, que en el AMB es de 1.267 euros al año. “En términos generales, los municipios que más gasto público hacen son los más ricos en términos de PIB con una mayor capacidad recaudatoria”, sostienen.
A la cabeza del ránking, Barcelona gasta por habitante 1.600 euros por habitante al año, mientras que otros municipios como Badalona o Santa Coloma de Gramenet no llegan a 800. Algo parecido ocurre con lo que destinan a servicios sociales. “Hay grandes diferencias para acometer los problemas sociales y no siempre responde a las necesidades de cada municipio”, constata Tataret.
En términos relativos destaca el caso de Badia del Vallès, el municipio que dedica un porcentaje más elevado de su gasto total a fines sociales. Se trata del 16%, muy por encima del 10% de media del resto de ciudades o del 11% de Barcelona.