Perfecto Alonso es el presidente de la Confederació de Cooperatives de Catalunya y también preside la Federació de Cooperatives de Treball de Catalunya. Desde su responsabilidad empuja ahora la creación de un organismo que represente toda la economía social en el país. Abogado, cooperativista y experto en gestión de empresas, es persona de palabra precisa e ideas claras. Cuenta, una y otra vez, que el cooperativismo se basa en valores y llama a la sociedad a ser cómplice: “con tus compras decides quien trabaja” afirma en este sentido. No rehuye ningún tema, ni el polémico caso de las cooperativas cárnicas catalanas.
Hace un tiempo se hablaba de un movimiento para reunir la economía social, más allá del cooperativismo para que fuera un interlocutor con la sociedad y con la administración, ¿cómo está este asunto?
Puedo decir que hay un avance importante. Lo que el año pasado era un tema incipiente es ahora un tema abierto en el que participan las entidades englobadas en el concepto de economía social: mutualidades, cooperativas, la mesa del tercer sector, asociaciones, etcétera. Se ha discutido un documento que debe servir para confeccionar unos estatutos que le den legitimidad. Podemos decir, pues, que lo que antes era una idea ahora es un proyecto bien encaminado.
¿Cuando podría estar este proyecto lo suficientemente maduro para salir adelante?
En principio tenemos una reunión en octubre para iniciar un proceso participativo en las diferentes asociaciones. La idea es que si el Govern quiere poner en marcha una ley de economía social, pueda contar con la participación de esta mesa. Creo que en febrero o marzo sería un buen momento para oficializar todo.
¿Qué cosas cambiaría del cooperativismo ahora, sabiendo lo que le ha pasado durante la crisis?
En el ámbito interno, está claro que una mejor financiación habría sido más interesante. Asimismo ha quedado en evidencia el hecho de que en las cooperativas se potenciaron elementos de solidaridad, tanto internos como externos, en la gestión de las situaciones críticas, lo que nos ha permitido trabajar con más tranquilidad, a pesar del agobio que se ha sufrido.
Dicho esto, creo que debemos seguir trabajando la autonomía financiera, la solidaridad entre los socios y también la solidaridad con el entorno, a los efectos de que la incidencia de las cooperativas tenga un valor añadido importante en el mercado. Hay una frase que para mí es significativa: “con tus compras decides quien trabaja”. Esto es importante, porque lo que ha quedado en evidencia en esta crisis es que los que no respetan unas mínimas condiciones laborales se han hecho más ricos. Por otra parte, a los que el trabajo le aportan un valor añadido, en cuanto a la calidad de vida de las personas que participan, han sufrido más que los demás. Por tanto, yo trasladaría más valor, más cultura social al mercado para conseguir que el elemento determinante de la opción de compra no fuera esencialmente el precio.
La nueva ley de cooperativas elaborada esta última legislatura catalana ha abierto algunas posibilidades en cuanto a gestión interna. Desde su experiencia, estas opciones han sido aprovechadas, ¿o las cooperativas siguen con sus mecanismos habituales?
La nueva ley, si ha podido incidir en algo respecto a la constitución de nuevas cooperativas, es que ha hecho posible crear entidades con menos socios. Ahora sólo hacen falta dos. Yo estoy esperando los datos del registro para saber cómo ha ido la creación de cooperativas este primer año. Esta es la única incidencia de puertas afuera. Ahora la ley a quien quiere crear una cooperativa sólo le pide el capital, el número de socios y el nombre. De estas tres condiciones la única que se ha modificado es el número de socios.
Internamente, yo creo que la ley aporta elementos de gestión. Pero pienso que esto sólo se aplica por parte de las entidades que tenían necesidad de usar estos elementos.
La mayoría de las nuevas aportaciones incluidas en la ley no veo que estén cuajando, ni que se estén modificando estatutos en este sentido. Por ejemplo, la posibilidad del socio colaborador sin voto: no conozco ninguna cooperativa que esto lo haya incluido en sus estatutos. Sí que es verdad que se ha modificado la dotación de la reserva. También se ha modificado la distribución de los nuevos fondos que se puedan crear. La aprobación de aportación de capital voluntario y temas como la creación de uniones temporales de empresas (UTE) sí se han usado en alguna ocasión. En definitiva, estoy un poco sorprendido de la poca incidencia que la nueva ley ha tenido en la renovación de estatutos.
¿Qué opinión le merece la creación por parte del Ayuntamiento de Barcelona del comisionado de la economía social y solidaria?
De entrada nos parece muy bien. Nosotros no podemos hacer otra cosa que felicitarnos y felicitar al ayuntamiento por haber traspasado a un órgano de gobierno una idea que estaba muy consolidada en la sociedad. Es decir, la necesidad de crear una alternativa social a un modelo económico de capital.
Lo dicho supone potenciar un modelo de sensibilidad social y económica basado en los valores. En este sentido estamos contentos y felicitamos a la administración.
Por otro lado, vemos que el concepto de la nueva economía es una realidad que cada vez impregna más la sociedad, ante el cual no se puede girar la cabeza y no querer liderar un movimiento como el que de adivina que vendrá.
Y por otra parte creemos que este reconocimiento acelera un proceso de definición, de construcción, de los valores que fundamentan esta nueva manera de hacer economía.
No se puede olvidar que hay aspectos que afectan a la economía social que dependen del gobierno central, ¿que le pediría que cambiara en este sentido el próximo Ejecutivo para potenciar el cooperativismo?
Yo creo que aquí tenemos que ir más allá de la mirada corta. Las cooperativas deberíamos tener una visión más global. En este sentido, tenemos que empezar a hablar de modelo de economía social. Hay una serie de familias asociativas que tienen una forma de actuar cercana a nuestra cultura participativa, igual y democrática, y se debería dar un paso adelante en la configuración de un marco global que pueda representar toda esta sensibilidad económica. En este sentido sería muy bueno que desde el gobierno central se empezaran a valorar las cláusulas sociales en aspectos como contratación, empleo, etc, las condiciones de la economía social como proveedores, en un determinado porcentaje de calidad, respecto a las entidades que sólo buscan una determinada rentabilidad.
Creo también que se debería trabajar en un marco legislativo de las relaciones de las entidades y los socios participantes en el proyecto de una manera diferente a como se tratan las relaciones de carácter laboral ordinario. En una relación ordinaria hay dos intereses enfrentados: el trabajador y el empresario, mientras que en la economía social y sobre todo las cooperativas, hay una regulación que no está hecha desde el enfrentamiento sino desde el interés común. Y creo que en este sentido se debería ir perfilando una definición de una relación marco que encajara mejor que la que se está creando en estos momentos.
¿Con esto sería suficiente?
Bueno, creo que al igual que ocurre en otros países de nuestro entorno cultural se dan facilidades para poder financiar proyectos de carácter social, el gobierno podría destinar un fondo para garantizar la continuidad o el mantenimiento de empresas en situación de peligro y, al mismo tiempo financiar proyectos que tuvieran una acogida relativa por parte de las autoridades bancarias ordinarias. En otras palabras y poniendo el ejemplo concreto, en Francia hay un fondo público de 500 millones de euros para esta financiación de la economía social.
Hay polémica en torno a las cooperativas cárnicas. ¿Cree que se ha de separar el grano de la paja entre las cooperativas verdaderas y las que quizá sólo tienen ese nombre?
Creemos que este es un tema que se ha planteado desde una óptica en la que difícilmente se encontrará una solución adecuada. Cuando usted me dice que hay un problema en torno a las cooperativas cárnicas, creo que lo que se hace es mirar el espejo al revés. Las cooperativas han sido un instrumento que se ha utilizado por parte de unos para poder tener unas ganancias más grandes. Si se analiza para ver quien gana creando estas cooperativas se ve que quien gana es la patronal. Por lo tanto, normalmente estas cooperativas las crea la patronal por no sujetarse a las relaciones laborales ordinarias.
Si el problema es que hay cooperativas que no respetan las condiciones laborales ordinarias, difícilmente encontraremos la solución, porque el problema radica en el hecho de por qué las empresas cárnicas no respetan las condiciones laborales generales y obligan a los trabajadores a vincularse a estas entidades.
Y al respecto, ¿las cooperativas han realizado algún movimiento?
Nosotros ya planteamos hace un tiempo la conveniencia de firmar un acuerdo entre cooperativas y patronales en el que todos se obligaban a cumplir las condiciones laborales de los convenios que regulan el sector. Pensábamos que esta sería una medida que cubriría este tipo de problemática.
Nosotros no creemos que el modelo cooperativo sea malo. Por el contrario, creemos que el modelo cooperativo puede aportar tecnología, innovación, flexibilidad, y satisfacción, porque así ha ocurrido en otros sectores. Pero sí consideramos necesario que las cooperativas puedan negociar, en un plano de igualdad compartir experiencias y estructuras para poder crecer organizativamente y crear también un sello de calidad de su trabajo, que esté basado en valores y en eficacia no en el modelo actual catalán, cuya referencia se basa en el precio.
Y por último, creemos que la mesa de negociación creada para estudiar las condiciones de trabajo en el sector cárnico debería ampliarse a todo tipo de empresas.
La nueva consejera de trabajo habla muy a menudo de la economía social. ¿Qué le pediría como responsable de las cooperativas para dar efectivamente un mayor impulso a la economía social?
Cuando he hablado del Gobierno sobre qué leyes le pediría en relación con la economía social, lo mismo es aplicable a la Generalitat. En primer lugar pedimos reconocimiento. Esto quiere decir que el gobierno debe hacer una política favorecedora de las entidades de la economía social en Catalunya. También pedimos proyección: los medios públicos deberían tener un apartado en el que se puedan proyectar al exterior experiencias y modelos. Le pongo un ejemplo aplicable aquí: en Andalucía, en la televisión autonómica hay un programa dos veces a la semana que habla de cooperativas. En Murcia hay un programa y creo recordar que en Valencia hay otro. Aquí no tenemos nada.
Y por otro lado, creemos que todo el tema de financiación, tanto en el caso de Avalis como el del Institut Català de Finances (ICF), deberían adaptar sus exigencias o sus requisitos a la realidad de las entidades de la economía social.
¿Está de acuerdo con la afirmación según la cual el cooperativismo catalán está muy bien pero le falta dimensión?
Decir que el cooperativismo catalán está muy bien es una expresión de deseo. Realmente el cooperativismo catalán está, simplemente, como cualquier otra entidad. Hay muchos debates. Si la gestión debe ser asamblearia o delegada, si el cooperativismo debe ser más amplio o más estricto. ¿Hay debates!.Yo no creo que haya un discurso de modelo único: hay entidades que han decidido compartir experiencias en red manteniendo su autonomía organizativa y se han consolidado como proyectos muy interesantes. Conozco organizaciones que evidentemente necesitan mano de obra y deben ser organizaciones dimensionadas. Hay organizaciones que su dimensión pasa por la rentabilidad. ¿De qué hablamos?. Creo que no podemos decir que el cooperativismo debe ser grande. Lo bueno de nuestra experiencia es que no vivimos en el discurso único, blanco o negro, bueno o malo. Nosotros vivimos en un contexto mucho más integrador, de diferentes opiniones, que a la hora de definir proyectos, son mucho más ricos que no decir blanco o negro.