Ciencia Crítica pretende ser una plataforma para revisar y analizar la Ciencia, su propio funcionamiento, las circunstancias que la hacen posible, la interfaz con la sociedad y los temas históricos o actuales que le plantean desafíos. Escribimos aquí Fernando Valladares, Raquel Pérez Gómez, Joaquín Hortal, Adrián Escudero, Miguel Ángel Rodríguez-Gironés, Luis Santamaría, Silvia Pérez Espona, Ana Campos y Astrid Wagner.
¡Traed madera! La Unión Europea la puede liar con las renovables
En “Los Hermanos Marx en el Oeste” (1940), Groucho insta a los pasajeros a aportar madera para hacer avanzar un tren al mismo tiempo que éste se desintegra. El uso de madera como combustible ha acompañado a la humanidad desde sus orígenes, y ha sido responsable de la deforestación de grandes extensiones del territorio a lo largo y ancho del planeta. Una deforestación que todavía hoy continúa, favoreciendo la degradación y pérdida de diversidad biológica precisamente en áreas rurales donde la demanda por madera para calentarse y cocinar es más acuciante – aunque a día de hoy el uso de madera como combustible sea sólo una de las muchas causas de la deforestación.
El Parlamento Europeo está a punto de aprobar la propuesta de directiva relativa al fomento del uso de energía procedente de fuentes renovables, destinada a combatir las emisiones de CO2, que, paradójicamente, podría tener un efecto opuesto al deseado. A día de hoy, un 17% de la energía consumida en la UE proviene de fuentes renovables. La nueva directiva, que probablemente se vote durante la tercera semana de enero, pretende imponer un aumento del uso de energías renovables que llegue al 27-35% para el 2030. Hasta aquí todo muy razonable, ya que todos estamos de acuerdo en que fomentar el uso de energías renovables resulta beneficioso para el medio ambiente y para los servicios que los ecosistemas naturales nos proveen. El problema está en la definición de energía renovable que la nueva directiva pretende adoptar.
Según un artículo publicado en el diario The Guardian, la directiva vigente (2009/28/CE) considera como energía renovable la obtenida quemando residuos madereros. Esta inclusión puede resultar problemática y debería ser considerada con cuidado. Pero mucho peor es el cambio que la UE pretende incluir, ya que la nueva directiva considera energía renovable la obtenida a partir de la quema directa de madera – no sólo de residuos.
Las industrias madereras y del papel generan gran cantidad de residuos. Si estos residuos se abandonan se descomponen lentamente, liberando CO2 al ambiente. Dado que este CO2 va a terminar en la atmósfera de todas formas, es preferible (desde el punto de vista de balance de carbono, aunque la quema puede liberar otros productos tóxicos) quemar los residuos para generar energía en lugar de dejar que los residuos se descompongan. Ahora bien, cortar árboles para quemarlos libera un CO2 que no estaba destinado a llegar a la atmósfera tan rápidamente: si los árboles no se cortan, el carbono permanece durante décadas o siglos en los árboles (en forma de celulosa y otros compuestos como la lignina). La lógica de la directiva es que, si los bosques se replantan después de talarlos para su quema, el crecimiento de los nuevos árboles absorberá el CO2 liberado, con lo que, a largo plazo, no hay producción/liberación neta de CO2. Sin embargo, aunque a largo plazo no se liberase CO2, a corto y medio plazo (50-100 años), precisamente en el período más crítico de transición de las fuentes fósiles a las renovables, la corta de bosques ya existentes causará una liberación neta de CO2. La quema de madera, por otro lado, no sólo libera CO2 al ambiente. Por ejemplo, según la agencia para la protección del medio ambiente de EEUU, la quema de madera también genera micropartículas sólidas y compuestos contaminantes como benceno, formaldehído, acroleína e hidrocarburos aromáticos policíclicos – todos ellos perjudiciales para la salud. Además, tanto en el proceso de tala como en el de plantación se liberan cantidades ingentes de CO2 al remover el suelo y oxigenarlo. Y a esto hay que sumar todo el CO2 que se libera en las propias actividades forestales, en el movimiento de maquinaria y en general en el transporte de mercancías y personas. El balance sale claramente negativo, no sólo a corto plazo.
¿Cómo de grave es el uso de madera como combustible para generar energía? Incluso si ignoramos el tema de la contaminación, a corto y medio plazo la cantidad de carbono liberado a la atmósfera quemando madera es muy superior a la que se liberaría usando carbón o gas natural para producir la misma energía. Esto se debe a que la quema de madera es menos eficiente que la quema de gas o carbón. Además, la cantidad de madera que habría que quemar para alcanzar la meta propuesta por la nueva directiva es desorbitada. Duplicando la cosecha anual de madera en Europa no se podría aumentar el uso de energías “renovables” ni en un tercio del aumento previsto por la directiva. Obviamente, el objetivo de la directiva europea no es pasar del 17% al 27-35% de consumo de energías renovables a base de quemar madera (la directiva pretende impulsar también el uso de energía eólica, solar, geotérmica…), pero la necesidad de duplicar la cuota de energías renovables fomentará la deforestación a nivel global (en la UE y en terceros países).
En una carta dirigida al parlamento de la UE, un grupo de científicos de diferentes países dentro y fuera de la UE instan a modificar la nueva directiva, de modo que sólo se considere energía renovable aquella obtenida de la quema de residuos madereros, y no la obtenida de madera cortada para producir energía. A nuestro entender, esto es lo mínimo que debería exigirse de la nueva normativa. Ahora bien, si los países miembros de la UE están obligados a aumentar su cuota de producción de energía renovable en los próximos 12 años y los residuos madereros se contabilizan como fuente renovable de energía, la demanda por dichos recursos aumentará, y con ella su precio. Mientras se consideren residuos la fracción cuyo coste de explotación (para producir papel, muebles…) no justifique en términos económicos su uso, la proporción de madera considerada como residuo crecerá al aumentar el precio de mercado de los residuos madereros. Por este motivo habría que considerar la posibilidad de excluir de la directiva también la energía obtenida de la quema de residuos madereros – o al menos definir de forma rigurosa lo que se considera “residuos”.
En resumen, si no queremos que el tren de los hermanos Marx se convierta en una metáfora de nuestro planeta, la directiva relativa al fomento del uso de energía procedente de fuentes renovables no debería considerar la madera como una fuente renovable de energía, y debería definir de forma precisa lo que se considera residuos madereros.
En “Los Hermanos Marx en el Oeste” (1940), Groucho insta a los pasajeros a aportar madera para hacer avanzar un tren al mismo tiempo que éste se desintegra. El uso de madera como combustible ha acompañado a la humanidad desde sus orígenes, y ha sido responsable de la deforestación de grandes extensiones del territorio a lo largo y ancho del planeta. Una deforestación que todavía hoy continúa, favoreciendo la degradación y pérdida de diversidad biológica precisamente en áreas rurales donde la demanda por madera para calentarse y cocinar es más acuciante – aunque a día de hoy el uso de madera como combustible sea sólo una de las muchas causas de la deforestación.