Este blog se dedicará a hablar de uno de los fenómenos más incipientes de la actualidad: el mundo seriéfilo. Recomendará, analizará y traerá curiosidades de series de televisión estadounidenses, británicas, europeas y de otros países del mundo.
Los Globos de Oro, antesala de los Oscar, galardones que concede la Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood a lo mejor del cine y la televisión del pasado año, se entregaron hace poco más de siete días. Para celebrarlo, esta semana toca escribir sobre, ‘The Crown’ de Netflix, una de las series triunfadoras de esta edición que se llevó los premios a Mejor drama y Mejor actriz protagonista en drama ganado por Claire Foy en su papel de Isabel II de Inglaterra. Las otras dos ficciones que salieron victoriosas y, que en el blog ya os hablé de ellas, fueron ‘Atlanta’ y ‘The Night Manager’.
El universo Netflix se alía con los británicos para producir este glamuroso biopic del reinado de Isabel II que está creado y escrito por Peter Morgan (‘The Lost Honour of Christopher Jefferies’, ‘The Jury’). Además, los dos primeros episodios están dirigidos por Stephen Daldry (‘Billy Elliot’). Morgan se basa en ‘The Audience’, su exitosa obra de teatral que en Broadway fue protagonizada por Helen Mirren, para convertir este proyecto seriéfilo en uno de los más caros del gigante del 'streaming', y dejándose sentir en cada secuencia, escena y plano. ‘The Crown’ ha sabido seducir tanto a la crítica como a la audiencia, tarea que a día de hoy resulta muy difícil.
La historia comienza con la muerte de Jorge VI (Jared Harris), conocido por su tartamudez, tras padecer una larga enfermedad. Isabel (Claire Foy), la mayor de sus dos hijas, recogerá el legado dinástico de su padre para convertirse en la Reina Isabel II. El gran peso que supone ostentar la corona de uno de los reinados más importantes e históricos del mundo pronto empezará hacer mella en lo personal: su matrimonio con Felipe (Matt Smith) y con su propia familia. Comprobará lo difícil que es separar la esfera pública de la privada.
Las relaciones con el número 10 de Downing Street, con un dominante Winston Churchill (John Lithgow) en su segundo mandato, no serán nada fáciles. A las conspiraciones, crisis e intrigas políticas se une un pueblo que pide a gritos más apertura y modernización a la realeza. Así, inevitablemente, la historia de Isabel II estará ligada a todos los eventos ocurridos en la segunda mitad del siglo XX.
El envoltorio majestuoso e impecable encierra una historia interesantísima que va más allá de un biopic excesivamente edulcorado sobre la monarquía británica para dar un pasito más. ‘The Crown’ humaniza a la realeza a través del relato de sus problemas, escándalos, errores, enfermedades o dicotomías y, también, a través de los personajes que la rodean. La historia mezcla realidad con ficción, se ajusta a ella, para conjugar una narrativa muy cuidada sobre el clima social, económico y político de la época. Un gran acierto textual que está perfectamente empaquetado.
Claire Foy (‘Wolf Hall’), a través de su mirada, consigue transmitir respeto, transparencia, alegría, pureza, inocencia y, a la vez, empatizar con la tremenda carga que ha recaído sobre su cabeza. Merecedora del Globo de Oro, resulta muy gratificante verla actuar durante la primera temporada que quizás, es lo mejor, junto con Lithgow. Matt Smith, interpreta al príncipe Felipe, que parece algo más incómodo en su papel.
La riqueza de la narración no solo viene de un guión y una ambientación cuidados al detalle sino también de los personajes secundarios que dan al relato complejidad y matices. En estos primeros diez episodios destaca Winston Churchill, interpretado magistralmente por John Lithgow, en pleno declive político y físico, que reniega del proceso de descolonización y se descubre como un pésimo gestor en tiempos de paz (1x04 - ‘Act of God’). El capítulo (1x09 - ‘Assassins’) dedicado íntegramente a él, es el mejor de ‘The Crown’. Si estuviera hablando de una buena película posiblemente sería el principal candidato a ganar un Oscar. El papel de Jared Harris como Jorge VI también es muy reseñable, al igual que la breve pero intensa aparición de Stephen Dillane como el pintor del retrato de Winston.
En los relatos audiovisuales que he visto últimamente sobre la monarquía británica (‘The Hollow Crown’, 'Victoria’) se puede intuir una cierta tendencia -con el paso de las décadas- a huir del peso de la corona, es decir, disfrutar los derechos de tener un título pero, según se va acercando a la modernidad, aborrecer ser Rey o Reina. De hecho, el mismo Jorge VI en algún momento de la serie dice que le hubiera gustado tener una vida normal y que, en parte, le echa la culpa a su hermano por abdicar ya que a él ni a su familia les tocaba. Esta deducción es totalmente subjetiva en base a las series que he reseñado al principio del párrafo: en ‘Victoria’ (1837), todavía existen esas conspiraciones y algún más que supuesto regicidio para hacerse con la corona, sin embargo, la Reina procesa cierto hastío por el peso que le provoca. En ‘The Hollow Crown’ (empieza a finales del XIV), ser monarca es lo máximo y todos luchan e incluso traicionan para conseguirlo. También era otra época y la figura de la monarquía era lo más parecido a ser Dios en la tierra; ahora, más banal, quizás perdió la fuerza y el poderío de antaño y se ha terminado por convertir en una obligación, más que en un privilegio.
La clave también está en el papel accesorio/secundario del consorte. En ‘The Crown’, Felipe se ve relegado a un segundo plano oponiendo cierta oposición pero con tendencia final a la desidia; y, en ‘Victoria’, pasa algo parecido con Alberto de Sajonia, aunque la diferencia es que este lucha por ser algo más. Eso sí, siempre estarán a la sombra de dos grandes personajes.
La ventaja de tener un gran presupuesto es poder contar con mucho talento y en ‘The Crown’ lo hay. Una fotografía 'deluxe' y una ambientación cuidada al detalle que se conjugan a la perfección con una dirección excelente. La banda sonora pone la guinda narrativa a esta producción majestuosa.
‘The Crown’ ya está renovada por una segunda temporada aunque su creador tiene material para varias más. Será interesante ver cómo va ir combinando la vida fascinante, llena personajes y escándalos de la actual familia real con el reflejo de una sociedad cada vez más cosmopolita y cambiante.
Sin duda, una de las series del año pasado con aroma a ‘Downton Abbey’ que podéis ver a través de Netflix.
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Este blog se dedicará a hablar de uno de los fenómenos más incipientes de la actualidad: el mundo seriéfilo. Recomendará, analizará y traerá curiosidades de series de televisión estadounidenses, británicas, europeas y de otros países del mundo.