Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

“Me quitaron hasta el nombre”, cómo Germinal pasó a ser Antonio por no tener un nombre católico

Germinal sostiene la foto de su padre

Francisca Bravo Miranda

Antonio Germinal Espartero no tiene reparos a la hora de contar su historia. Habla claro y fuerte de lo que le ocurrió a él y a toda su familia durante y después de la Guerra Civil. Perdió a su padre a los seis años y su vida ha estado marcada fuertemente por este suceso. “Soy ateo”, recalca. “Me negué a vestirme de falangista a los 14 años. Me enfrenté a los curas porque me querían obligar a pagar 500 pesetas para casar a mis padres cuando ya estaban muertos. Yo desde pequeño he sido así. Estos son mis genes”, explica.

La represión franquista no sólo afectó su vida desde los seis años, sino que también el nombre que le dieron sus padres. Germinal, parte del calendario republicano francés. Durante los años de la dictadura se “obligaba” a cambiar los nombres que eran “distintos”, explica desde el proyecto Mapas de Memoria, Jorge Moreno Andrés. El nombre muchas veces se cambiaba por el santo del día. “El nombre en este caso funciona como una huella de lo que pasó”, señala Moreno.

“Yo llevaba el nombre de Germinal hasta que me lo quitaron. Por quitarme, me quitaron hasta el nombre”, explica , que relata que fue uno de los jefes de la oficina donde empezó a trabajar a los 12 años quien se lo advirtió. “Él me dijo, chaval, quítate ese nombre”, relata, y así pasó a ser Antonio, que sigue siendo su nombre oficial. “A mí me gusta que me llamen Germinal, pero en el documento que figura que me llamo así pone en el margen que me acogí al decreto y que se cambió el nombre con el que me bautizó mi abuela”.

Fue la familia de su padre la que tuvo que criarlo, pues su madre falleció a los 15 días de dar a luz. “Como mi madre murió, me compraron una cabra. Cuando entraron los sublevados al pueblo, me quitaron mi cabra, con la que me mantenían. Pero claro, todos los domingos a misa”, recuerda.

Germinal nació en 1938 y ahora tiene 79 años. Escribe sus memorias en unos libros que sólo él puede leer, y en ellos firma con el nombre que le dieron sus padres. “Me parece un nombre extraordinario, pero claro, al régimen no le gustaba. A ellos no les gustaba”, se lamenta. Su padre fue detenido en 1939 y luego puesto en libertad en 1941. Era sindicalista de la CNT, “pero yo no creo que haya sido anarquista de verdad”, recalca. Fue ejecutado en 1944, después de que en 1942 una vecina de Torralba de Calatrava avisara de que lo vio en Madrid. “Fue diciendo en el pueblo que lo había visto. Luego salió una nota de prensa diciendo tonterías de que fue una investigación de la policía políticosocial tan famosa, pero no fue así. Todo un cúmulo de mentiras”, recalca.

Padre y abuelo sindicalista

Germinal tiene una carta en la que su padre relata cómo se encontró con esa vecina y que mandaba “recuerdos a toda la familia”. “No hay duda de que la policía no investigó, fue a tiro hecho a por mi padre”. La familia de Germinal logró rescatar el cuerpo del padre y enterrarlo en una tumba en Madrid, él solo, no en una fosa común. El abuelo, por otra parte, era el secretario general de UGT en Torralba de Calatrava y fue “paseado por el pueblo en un burro como escarnio” después de recibir una paliza.

Ambos fueron sindicalistas mucho antes de que empezara la guerra, “es probable que fueran de los primeros que se afiliaron”, recuerda. En este sentido, explica que eran hombres “muy avanzados”. Su padre sabía de mecánica y conocía las máquinas de vapor, leer y escribir. “Todo esto para los señoritos representaba un peligro. En un pueblo como el mío una persona tan instruida es un peligro”, asegura. Su abuelo, por su parte, era el encargado en una fábrica de aceites y de vinos y también trabajaba con máquinas de vapor. “Eran personas muy avanzadas para su tiempo y no se lo podían permitir quienes se sacaron la carrera con jamones”, lamenta.

Tierra en el cementerio de Ciudad Real

A diferencia de su padre, la familia de Germinal no sabe con seguridad dónde está su abuelo. Por eso, a partir de 1950, cuando era un pequeño niño de 12 años, empezaron a ir al cementerio y hacían montones de tierra donde creían que estaban “sus fusilados”. “Mi padre yo sabía dónde estaba perfectamente, porque lo sacamos entre los 33 fusilados”, explicó. La situación ahora es distinta, sin embargo, porque ya existe un monumento de memoria a los represaliados, pero Germinal lleva todos los años una bandera republicana hecha con flores “a los muertos que están ahí”.

“Ni siquiera sé si mi abuelo está ahí pero lo hago en memoria de todos ellos”, explica. Lo que sí sabe, señala, es que su abuelo se ahorcó “antes de que lo mataran”. “Eso fue lo que dijo, me ahorco antes de que me maten”. Se llamaba Silvestre Fernández Espartero y Ramírez. Germinal afirma que su padre no tenía ningún “delito de sangre”, a pesar de haber sido acusado de ello. “Resulta que cuando hacían los juicios, se basaban en un rumor público”, ironiza. A pesar de que en su familia estuvo “hasta el canario en la cárcel”, no se hablaba de polítia pero él estaba enterado de todo, asegura.

Mapas de Memoria

El trabajo que ha llevado a cabo el proyecto 'Mapas de Memoria', del Centro Internacional de Estudios de Memoria y Derechos Humanos y que ha contado con el apoyo económico de la Diputación de Ciudad Real ha descubierto historias, personas y memorias que desde eldiarioclm.es creemos que es importante dar a conocer. Trabajaremos en conjunto con los investigadores para ayudar a los lectores a no olvidar con una serie de artículos alrededor de determinados días.

El proyecto recogerá los resultados de su investigación en 'Muertos en la Paz', libro que se publicará en mayo de este año.

Etiquetas
stats