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Se acabó lo que se daba

No sé si los asistentes a la intermunicipal del Partido Popular conocen el merengue pero así es como salieron muchos de los alcaldes, diputados y militantes de la formación conservadora tras escuchar a sus líderes en el Palau de la Música de Valencia. Con un merengue de cuidado. Y eso que era un público especialmente seleccionado para un evento con un claro objetivo electoral que había levantado muchas expectativas y que se ha quedado en agua de borrajas.

El recinto escogido para la ocasión, no era la Feria de Valencia, que vive sus horas más bajas tras la salida de su anterior equipo directivo; vinculado a los excesos de la etapa Gürtel con el bigotes a la cabeza, y que tendrá que someterse el fin de semana que viene al interrogatorio del juez José Castro, que investiga el caso Nóos. En esta ocasión el lugar elegido ha sido más íntimo y pequeño, el Palau de la Música, que no hay que confundir con el de les Arts, que se cae a pedazos. Aún así, minutos antes de llegar el presidente del partido y del Gobierno, Mariano Rajoy, han pedido a algunos simpatizantes que entraran para ocupar huecos vacíos.

El extenso perímetro de seguridad impuesto tampoco ha impedido que los compañeros despedidos de #RTVV, 1.800 familias, hayan recibido y despedido a los invitados al conclave. Los accesos a los garajes cercanos han sido el lugar escogido para recordar a los populares que la televisión autonómica valenciana no emite desde hace más de cuatro meses, tiempo en el que los trabajadores han seguido recibiendo el sueldo. Hagan ustedes números. Y que quién la cerró fue Alberto Fabra. Un candidato a la presidencia de la Generalitat sin confirmar por la dirección de Génova, que hoy tampoco ha dicho el nombre del elegido para encabezar la lista a las elecciones europeas del 25 de mayo.

Alberto Fabra, en un discurso sin contenido, que ha empezado diciendo que la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, “no era la tercera ni la segunda, era la primera”, algo que nadie se ha creído porque todo el mundo sabe en Valencia que no se pueden ver, se ha remontado al ex presidente del Gobierno, Felipe González, para acusarlo de hundir España, y ha recordado que cuando Rajoy lo llamó para hacerse cargo del PP valenciano, éste sólo era presidente del partido y ahora preside el Gobierno. ¿Qué quería decir con eso? Vaya usted a saber. Después ha dicho que en la Comunidad Valenciana todo va bien a pesar de que tenemos una “izquierda radicalizada” y “un PSOE secuestrado por las minorías¨.

Nada sobre el incumplimiento del déficit, que alcanzó el 2,33% (2.270 millones de euros más) frente al 1,6% fijado. Nada de la deuda y nada de la grave situación de la economía valenciana que ha perdido más de 10 puntos del Producto Interior Bruto (PIB) desde 2006. Y por supuesto, nada de corrupción cuando está a punto de conocerse la sentencia del caso Blasco.

Y si Fabra ha dicho poco, Rajoy ha dicho menos. Una alocución de mero trámite que más bien parecía una despedida a su equipo de campaña, con agradecimientos a todo cristo y aburriendo al personal, que ha salido corriendo a por los coches, y yo con ellos, tras escuchar el himno con Arenas, Montoro, Mato, Floriano, Pons, Barberá, Fabra y Rajoy en el escenario. Como canta Manny Manuel, Se acabó lo que se daba.