“Podem manifestamos nuestra voluntad de llegar a un acuerdo, pero atendiendo al mandato de los inscritos en estos momentos no podemos asegurar nuestro voto favorable a una investidura que no va ligada a la formación de un gobierno que ponga los intereses de la ciudadanía por delante de los intereses partidistas”. Esta es la última reacción oficial de la formación morada a la propuesta para cerrar el acuerdo para formar un Gobierno valenciano de progreso. A media tarde de este martes, pese a que los inscritos de Podemos votaron en un 93,1% a favor de la entrada de Unides Podem en el nuevo Consell, sus dirigentes mantenían la negativa.
Una postura de la que se desmarcó el otro componente de la coalición, Esquerra Unida del País Valencià, que también tras un abrumadora mayoría de sus afiliados a favor del pacto, anunció que votaría sí a la investidura de Ximo Puig y a entrar en el Gobierno valenciano. Esta formación cuenta con dirigir la Conselleria de Calidad Democrática, creada a partir de la actual cartera de Transparencia.
Pero el portavoz parlamentario de Unides Podem, Rubén Martínez Dalmau, exige que las competencias de Cambio Climático estén en la conselleria de Vivienda que le correspondería a su grupo e insiste en contar con una vicepresidencia.
La reedición del Pacto del Botánico está costando más de lo previsto. El encaje de Podemos, que se matuvo fuera del Gobierno valenciano en un papel de socio parlamentario toda la pasada legislatura y que ahora se incorporaría al Consell, ha sido complicado. También establecer el nuevo equilibrio de fuerzas entre los socialistas y Compromís, que se han enfrentado en alguna fase de las negociaciones. 'In extremis' y con mucha tensión, las tres fuerzas que conformarían el segundo Gobierno de coalición progresista en la Comunitat Valenciana todavía no han llegado a un acuerdo tras una dura negociación.
Los representantes del PSPV-PSOE, Compromís y Unides Podem-Esquerra Unida han mantenido encuentros, algunos días más cercanos a un encierro que a una reunión, durante dos semanas para cerrar un pacto programático con seis ejes y un acuerdo sobre la estructura del segundo Gobierno del Botánico, que tendrá 12 conselleries, dos más que en la primera legislatura.
La mitad de las carteras, incluida la Presidencia de la Generalitat, que los socialistas han intentado sin éxito colocar como una cartera al margen, serán gestionadas por el PSPV-PSOE; cuatro por Compromís y dos por Unides Podem-Esquerra Unida, con competencias que salen de otros departamentos.
En las últimas horas de la negociación se han sucedido los momentos tensos entre las tres partes, que a veces parecían más, puesto que dos marcas electorales están integradas por distintos partidos. Los dirigentes de las dos fuerzas con mayor peso, PSPV-PSOE y Compromís, no han actuado conjuntamente hasta el final, cuando han formulado la propuesta a Unides Podem-EUPV que pretende allanar el acuerdo, después de que los representantes de la formación morada abandonaran a mediodía del martes la mesa de negociación.
La víspera por la noche fueron los representantes de Compromís los que levantaron la reunión y expresaron su malestar por lo que consideraban una “pinza” del PSPV y Unides Podem para restarle poder en el nuevo Gobierno.
El lunes por la noche, habiendo comenzado el encuentro a las 9 de la mañana Compromís levantaba la negociación al sentirse ninguneado y humillado por sus futuros socios de Gobierno, que pretendían llevar Cambio Climático a la nueva Conselleria de Vivienda que gestionará Podemos. La sensación de los valencianistas era que sus socios buscaban “dinamitar” su formación, forzándoles a ceder más competencias de las ya pactadas: el departamento completo de Transparencia a Podem y el de Universidades, dependiente de Educación, al PSPV.
Las tres formaciones volvían a reunirse a las 10 de la mañana del martes en la sede de los socialistas y el cambio de actitud del PSPV-PSOE llevó, en este caso, a Unides Podem-EUPV a escenificar su enfado y abandonar la negociación.
Además, Unides Podem-EUPV dejaba en manos de sus bases decidir si apoyaría la investidura de Ximo Puig y si, con el acuerdo en mano, debería entrar en el Ejecutivo valenciano. Una posición un tanto extraña, puesto que daba la posibilidad de apoyar a Puig en la votación del miércoles en las Corts Valencianes sin entrar en el Gobierno, como ocurrió en la pasada legislatura. Más extraño aún cuando la votación había comenzado la tarde anterior, con el programa de Gobierno cerrado -pero sin hacerse público- y el de la estructura del Ejecutivo en cuestión. También el PSPV-PSOE, que la noche del martes ha celebrado un Comité Nacional, sometió a votación el pacto, que recibió un amplio respaldo.
Para Unides Podem era vital conseguir competencias en Medio Ambiente, puesto que han centrado gran parte de su campaña en la lucha contra el cambio climático, en la transición ecológica y en la creación de una empresa pública de energía para abaratar la factura a las familias. Además, en el último debate de Presupuestos, los morados consiguieron aprobar la creación de la Agencia Valenciana del Cambio Climático, que no ha llegado a desarrollarse. Viendo que los socios, en especial Compromís, no iban a ceder esas competencias, que gestiona uno de los partidos de la coalición valencianista, Verds-Equo, Unides Podem se levantó de la mesa. “No podemos continuar hasta saber si quiere, participar”, apuntaban desde Compromís, dejando en el limbo la negociación.
Un par de horas después, tras la pausa para comer, al secretario general de los morados, Antonio Estañ, le llegaba una oferta conjunta de Compromís y el PSPV que buscaba desencallar el asunto. A la Conselleria de Vivienda se le sumarían competencias en Eficiencia Energética y, en el segundo escalón de una Conselleria de Medio Ambiente gestionada por Compromís, siguiendo la fórmula del mestizaje (mezcla de colores políticos en las conselleries), tendrían la dirección de la Agencia del Cambio Climático, al tiempo que se les ofrecía una agencia sobre eficiencia energética como la que han logrado introducir en el acuerdo de Gobierno.
Era un movimiento bastante lógico para todas las partes, que devolvía la cuestión casi al inicio de la negociación, cuando ya se hablaba de crear dos nuevas conselleries para dar entrada al nuevo socio en el Gobierno valenciano y reequilibrar el peso de los socialistas y de Compromís en la fórmula. En la dura negociación los primeros intentaron recortar más de lo tolerable por la coalición valencianista su peso en el Consell y amagaron con hacerle asumir en el último momento una cartera más de facto para el PSPV-PSOE, al dejar nada menos que la de Presidencia fuera de las seis pactadas. La tormentosa evolución de las negociaciones acabó frustrando esas pretensiones.
Este miércoles, a partir de las 10, en las Corts Valencianes se celebrará el pleno de investidura de Ximo Puig como presidente en su segundo mandato. Una cita parlamentaria en la que debería contar con 52 votos de los tres socios del Botànic II frente a 47 de la oposición de derechas, representada por el PP, Ciudadanos y Vox. En los plenos de su Consell participarían seis socialistas, cuatro miembros de Compromís y dos de Unides Podem-Esquerras Unida. El Gobierno valenciano, que fue un bipartito en la primera legislatura del Pacto del Botánico, pasaría a ser un tripartito por primera vez en su historia. “Los valencianos han votado cambio compartido y estamos trabajando en esa perspectiva”, comentó Ximo Puig a la entrada del Comité Nacional de su partido. “La sociedad valenciana tiene una posición clara a favor de un Gobierno de progreso y debemos esforzarnos para que sea posible”.