La Agència Valenciana del Turisme acaba de publicar su Anuario de la Oferta Turística Municipal y Comarcal de la Comunitat Valenciana, con una basta estadística que pone números a la red de alojamientos, establecimientos y servicios vinculados al turismo en todos y cada uno de los municipios y comarcas. Una valiosa herramienta para hacer un diagnóstico de toda esa oferta y que, en el caso de la Marina Alta, sirve para constatar que, siendo una de las referencias del turismo en el litoral mediterráneo, buena parte de sus visitantes son invisibles a efectos de computar sus estancias. El motivo está claro: se alojan en apartamentos que no figuran en la estadística porque se alquilan de manera irregular, o pasan sus vacaciones en segundas residencias de su propiedad.
Los números no engañan. Del anuario se desprende que la oferta de la Marina Alta apenas da cabida para el alojamiento de 6.978 personas en hoteles, 588 en hostales, 361 en pensiones, 65.462 en apartamentos, 4.510 en cámpings, 719 en casas rurales y 86 en albergues. En total, sumando las diferentes opciones de alojamiento, 78.704 plazas. Muy lejos sin duda de la realidad de una comarca que, en los periodos de mayor afluencia turística, recibe muchas más personas que hacen noche en la oferta no reglada de apartamentos o en segundas residencias, imposibles de computar a efectos de alojamiento turístico.
Aunque no existen datos comarcalizados, las principales ciudades turísticas sí han ofrecido en distintas ocasiones cifras aproximadas de cuál es su población real en periodos turísticos. Además, también existen datos oficiales. Los últimos publicados por el Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas sitúan precisamente a Dénia como la ciudad del Estado con más población estacional. Son del año 2013 y sitúan el número de habitantes total estacional en las 200.784 personas, cuando el padrón oficial era entonces de 42.871 habitantes. Es decir, que en ese momento Dénia quintuplicaba prácticamente su población, con la presencia 157.913 turistas.
Pero es que si Dénia era el municipio con más población estacional, el tercero era Calp. Con un padrón de 28.057 personas, su población estacional se situaba en los 157.054. Más de cinco veces la censada.
Mientras, Xàbia ocupa el octavo puesto de todo el Estado, con 109.624 personas en verano para un padrón que era entonces de 32.357 habitantes.
Sólo contando Dénia, Calp y Xàbia, entre las tres ciudades llegan a reunir 364.177 personas llegadas de fuera, que hay que sumar a sus 103.285 empadronados. Es decir, que llegan a sumar en verano 467.462 habitantes, casi cinco veces su población oficial. Como resulta obvio que no caben en las plazas de alojamientos turísticos, todos ellos se hospedan en segundas residencias y en apartamentos fuera de control.
Consecuencias económicas
Eso tiene indudables efectos económicos en los municipios. A la hora de calcular cada año el dinero que traspasa a los municipios, el Estado toma como base la población oficial. Son las llamadas transferencias del Estado, destinadas a financiar los servicios municipales. Y aquí viene el problema: estas poblaciones reciben cantidades dimensionadas para una población que, después, se multiplica y llega a quintuplicarse durante varios meses al año. Dénia, Xàbia y Calp acaban percibiendo una cantidad pensada para dar servicio a 100.000 personas cuando, en realidad, los prestan a una población de medio millón. Y lo mismo pasa con el resto de poblaciones turísticas de la Marina Alta.
En algunos casos, el problema todavía se ha agravado más en los últimos años. La obligación fijada por el Gobierno para que los residentes extranjeros confirmen su residencia cada dos años ha producido un fuerte descenso de la población oficial en muchos municipios. En Dénia apenas se ha notado, pero Xàbia y, sobre todo, Calp, han padecido un importante retroceso en su padrón, con lo que la diferencia entre población real y estacional todavía se ha agrandado más.
Hay que decir, no obstante, que aunque ninguno compute como turista, nada tiene que ver el caso de quienes se alojan en apartamentos de forma irregular con el de quienes poseen un apartamento en propiedad como segunda residencia. Los primeros actúan al margen de la legalidad; los segundos, en cambio, aunque no computen para el cálculo de transferencias del Estado, tributan en el municipio donde tienen esa segunda residencia con el correspondiente pago de la contribución por el IBI, además de las tasas del agua o la basura.