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Ángeles Malonda, la farmacéutica de Gandia que retrató la represión franquista, da nombre a un premio para jóvenes científicos

Portada de las memorias de Ángeles Malonda.

Lucas Marco

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Ángeles Malonda, la farmacéutica de Gandia víctima de la brutal represión franquista de posguerra, dará nombre a un premio científico organizado por el Centre d'Investigacions i Estudis Comarcals Alfons el Vell para fomentar las actividades científicas y la investigación de los jóvenes. El premio se librará el 11 de febrero del 2022, Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia, con una dotación de 2.000 euros y el trabajo se presentará durante la Semana de la Ciencia celebrada en Gandia. “Este premio servirá para conocer su investigación y, al mismo tiempo, será ejemplo para toda la juventud de La Safor”, ha escrito Enric Marco Soler, del consejo ejecutivo del Centre d'Investigacions i Estudis Comarcals Alfons el Vell.

Ángeles Malonda (Gandia, 1902-1986) es autora de uno de los principales testimonios de la represión franquista en Valencia a las mujeres republicanas: sus memorias Aquello sucedió así (PUV, 2015) que narran el asesinato de su marido el 22 de febrero de 1940 y su encarcelamiento en las duras condiciones del sistema penitenciario franquista. Formada durante el esplendor científico y cultural de la II República y con dos hijas, al acabar la Guerra Civil, Malonda y su marido, el farmacéutico aragonés Antonio Azcón, fueron encarcelados en las Escuelas Pías de Gandia, después de ser detenidos en Barcelona mientras intentaban huir a un incierto exilio.

Tras el asesinato de su esposo, Ángeles Malonda fue condena a muerte e indultada a 30 años de prisión. “Se admitían denuncias y más denuncias, resultando que se estaba a merced de la envidia, de la codicia ajena, de cuantas malas pasiones sea capaz de albergar la humanidad ruin”, escribe en sus memorias. La farmacia, situada en la calle Mayor de Gandia, se la quedó un falangista mientras la mujer cumplía pena de prisión en la cárcel de mujeres de Valencia.

Las memorias de Malonda describen la vida cotidiana de las presas políticas valencianas en la prisión de Santa Clara, en el barrio de la Pechina, frente al cauce del río Turia. La cárcel provincial de mujeres, un edificio construido en 1925 en el solar de un antiguo hospital, se saturó con el ingreso de 1.486 presas entre abril y noviembre de 1939. “No se necesita gran imaginación para comprenderlo, pero cualquier descripción que pudiera hacerse quedaría muy por debajo de la realidad”, anota Malonda en Aquello sucedió así, su libro en el que describe la convivencia y la sororidad con las demás presas políticas, la mayoría comunistas, en la cárcel gestionada por una orden religiosa de estrictas monjas.

El verano de 1943, tras haber transitado entre Santa Clara y la prisión de Santa María del Puig, la mujer fue liberada. “El sol vivificador te envuelve, va dando paulatinamente un tinte dorado a tu piel y parece como que te da aliento para seguir”, relataba la farmacéutica sobre su salida de la cárcel, en plena España franquista. “Sólo después de verse cautivo unos años se goza intensamente al recobrar la libertad de acción”, agrega.

A su vuelta a Gandia consiguió recuperar, previo pago al falangista que se la había agenciado, la farmacia familiar situada en una de las principales arterias de la capital de la Safor. La mujer aún sufrió la persecución durante el franquismo, como narra en su libro. En 1957, 14 años después de haber sido liberada, aún recibía visitas de la Brigada Político Social, la policía política del franquismo.

“Pretendo, al publicar estos retazos de mi odisea —análoga a la de tantas otras víctimas de nuestra guerra civil—, hacer llegar a las generaciones venideras el testimonio de las penalidades que originó la contienda, difíciles de comprender por quienes no las sufrieron”, concluye la farmacéutica de Gandia. Hoy en día su nombre servirá para premiar a las nuevas generaciones de científicos de la comarca.

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