El enfrentamiento entre Alberto Fabra y Rita Barberá se recrudece. El presidente de la Generalitat pide abiertamente la dimisión del vicelcalde de Valencia, que será juzgado por la contratación irregular de Iñaki Urdangarín. La alcaldesa, que también sale tocada del caso Nóos, ningunea la linea roja de Fabra. Directamente, niega su existencia.
“Estamos en contacto con la alcaldesa y Alfonso [Grau, el vicealcalde] y en los próximos días el Ayuntamiento y la persona darán noticias”, ha dicho, lacónico, Fabra. Su entorno desliza que ya se ha llamado a Barberá y Grau para recordar el principio anticorrupción del presidente, su línea roja: cualquier cargo sospechoso de corrupción debe dimitir en cuanto se abra juicio contra él. “En el tema de la corrupción hemos sido inflexibles y lo seguiremos siendo”.
Barberá, sin embargo, no se inmuta. Tiene la confianza de Mariano Rajoy y el peso en el partido que le confieren sus 24 años en la alcaldía. No tiene en gran estima a Fabra ni a su liderazgo. Y no disimula. “No hay una línea roja marcada en el partido más allá de los estatutos”, ha dicho, defendiendo sin tapujos a su número 2. “Voy a respetar absolutamente el criterio que decida el vicealcalde. Que él haga lo que crea conveniente”.
La alcaldesa, en un momento bajo de popularidad tras el bochorno del ‘caloret’, incluso especula con que un recurso de Grau contra su enjuiciamiento pueda evitar su dimisión. “Que presente el escrito de defensa al que tiene derecho absolutamente y que puede dar un resultado u otro. Hay que respetar los tiempos y los plazos de la justicia así como el resultado del escrito de la defensa y finalmente, de lo que salga, tomará sus decisiones”. Fuentes jurídicas aseguran que es inevitable que Grau se siente en el banquillo. La carrera política de la mano derecha de Barberá, dimita o no, parece acabada.