Cómo captó la UCO el diálogo clave de Zaplana con su blanqueador: “Estamos acostumbrados a hacerlo a diario”

Lucas Marco

19 de abril de 2024 22:50 h

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En la investigación del 'caso Erial' se vivieron algunas escenas propias de un 'thriller' cinematográfico, con el exministro popular Eduardo Zaplana como principal protagonista. Siete agentes de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil encargados de las pesquisas, incluyendo al jefe del operativo, explicaron este viernes en detalle durante el juicio varios momentos clave de la investigación secreta. La unidad de élite del instituto armado puso toda la carne en el asador para desentrañar la trama presuntamente liderada por Zaplana, para quien la Fiscalía Anticorrupción pide 19 años de prisión y 40 millones de euros de multa. Se trata de policías, en general jóvenes con alta formación, especializados en investigar complejas tramas de corrupción.

El agente de la UCO encargado de colocar los micros que captaron una de las conversaciones más comprometedoras para Eduardo Zaplana relató a preguntas del fiscal anticorrupción, Pablo Ponce, uno de los hitos de la investigación de la presunta trama corrupta. El 13 de abril de 2018, la UCO recibió el mandamiento judicial para captar el sonido en el Hotel Wellington de Madrid, un cinco estrellas de lujo en el barrio de Salamanca. Una semana antes, el agente experto en este tipo de operativos, había instalado micrófonos en varias zonas del hotel a la espera de que los agentes encargados de la investigación le avisaran del momento idóneo para “apretar el botón”, coincidiendo con la reunión de Zaplana con su blanqueador confeso, el abogado uruguayo Fernando Belhot.

Aunque se trata de operativos rutinarios para los agentes, la captación de la conversación entre Zaplana y Belhot fue una de las pruebas que sirvieron para apuntalar la acusación contra el exministro del PP. “Estamos acostumbrados a hacerlo a diario”, afirmó el testigo. El veterano agente detalló la operación, con el uso de nombres en clave adjudicados a los sospechoso ('Sol' para Belhot y 'Zapador' para el expolítico del PP y directivo de Telefónica). “Los investigadores nos dicen un sitio donde se va a realizar una reunión y necesitamos que se sonorice esa zona para que podamos captar el sonido”, explicó.

Los encargados de registrar el sonido desconocían la fecha y hora exactas en que se iba a producir el encuentro, por lo que “se realizó la instalación a la espera” de que sus compañeros al frente de las pesquisas, del Grupo de Delitos contra la Administración de la UCO, dieran la orden de activar la grabación. “No sabíamos ni día ni hora, sabíamos el lugar”, afirmó.

Sencillamente, cuando los agentes confirmaron que se estaba manteniendo la reunión, los responsable de la captación del sonido activaron el “botón físico telemático”. “Le damos al botón y esas conversaciones pasan directamente a un servidor con su firma electrónica (...), lo que vienen siendo todas las garantías legales para que esa prueba no pueda ser invalidada”, ha dicho.

La UCO pudo así captar la reunión entre Zaplana y Belhot, en un salón comedor del hotel. “[El micro] no lo pusimos en una sola zona sino en varias”. Los agentes del instituto armado también captaron la imagen tanto de Belhot como de Zaplana en las instalaciones del hotel e incluso en la entrada del recinto.

“No puedo poner la oreja pegada”

Los principales sospechosos estuvieron sometidos a discretas vigilancias. Otro de los agentes encargados de los seguimientos al exministro declaró por videoconferencia y relató que Zaplana entró “con sus propias llaves” a la vivienda de la calle de Núñez de Balboa de Madrid propiedad de su testaferro confeso y amigo de la infancia, Joaquín Barceló 'Pachano'.

Un tercer agente contó la conversación que pudo captar en el hotel Agir de Benidorm entre Zaplana, Pachano, el asesor fiscal Francisco Grau y el empresario Roberto Edgar Bataouche. El diálogo, recordó el agente, parecía centrarse en “algún tipo de negocio”, concretamente en la operación de compraventa de dos áticos frente al puerto deportivo de Altea. El joven agente, de paisano, se colocó lo más cerca posible de la mesa en la que conversaban los cuatro individuos: “No puedo poner tampoco la oreja pegada a ellos, es complicado, no es fácil”, dijo el policía, quien recordó que la música ambiental y las conversaciones de los otros clientes impedían captar la literalidad del diálogo.

Zaplana y Grau, presentes durante la declaración del testigo, escuchaban con atención desde el banquillo de los acusados a quien espió, con orden judicial, su conversación, en la que “nombran a algún juez” y a un “fiscal de la Audiencia Provincial de Alicante”, según el testigo. Grau sacó documentación de su portafolio y los acusados comentaron un concurso público y “la posibilidad de presentarse” tras mentar “varias sociedades” mercantiles, dijo el agente.

“Los cuatro hablan de dinero sin precisar las cantidades y citan más de una vez el Banco Popular y el Banco Sabadell”, afirmó. La captación de parte de la conversación sirvió a la UCO para acreditar la conexión entre Zaplana, su testaferro confeso, su asesor fiscal y su amigo empresario.

El registro en el despacho del abogado de Marcos Benavent

Otros dos agentes de la UCO relataron el registro del despacho del primer letrado de Marcos Benavent, el penalista Ramiro Blasco, que se hizo “sin incidencias” y en presencia del decano del Colegio de Abogados de València. Fue en mayo de 2015, en el marco del 'caso Taula'. En los albores de la investigación, los agentes hicieron seguimientos (“actividad operativa”) a personas del círculo familiar de Benavent al estar el 'yonqui del dinero' en “paradero desconocido” durante “varios meses”.

“La localización de Marcos Benavent fue muy complicada, hubo que utilizar muchos recursos materiales y humanos”, advirtió el agente de la UCO. Sin embargo, los investigadores pudieron establecer que Benavent residía en una vivienda familiar en Benigànim, una localidad de la comarca de la Vall d'Albaida. También detectaron que un hermano del 'yonqui del dinero' trasladó cajas de documentación desde Cofrentes a Benigànim, que acabaron en el despacho del letrado de Benavent en València.

En esas fechas, el Juzgado de Instrucción número 18 investigaba, de manera incipiente, la trama del 'caso Taula' mientras que el juez instructor del número 6 se encargaba de una denuncia de la empresa pública de la Diputación de València de la que Benavent era gerente por la sustracción de documentación por parte de Benavent .

El abogado abrió su despacho sin impedimento ni reparo alguno y los investigadores intervinieron las cajas con la documentación del 'caso Taula'. Los letrados de las defensas trataron de sembrar dudas sobre la actuación policial, autorizada por el juez instructor, en el despacho del abogado, a pesar de que la sentencia de la sección quinta de la Audiencia Provincial de València, relativa a la pieza D del 'caso Taula', avaló de plano la entrada y registro.

Tal como destacaron varios de los agentes, el auto del instructor limitaba con detalle la actuación de los agentes, al tratarse de un despacho de abogados en el que se podría haber conculcado el derecho de defensa. Sin embargo, el propio letrado indicó cuáles eran las cajas que almacenaban la documentación.

Los 'papeles' del sirio

Mientras analizaban varias líneas de investigación a partir de la intervención de los papeles del despacho, los agentes se toparon, a modo de “hallazgo casual”, con la documentación clave para abrir las pesquisas de lo que iba a ser el 'caso Erial': unos apuntes sobre presuntas mordidas relativas la adjudicación de las ITV y del Plan Eólico por parte del Gobierno autonómico de Eduardo Zaplana en 1997. “Se habla de dos procedimientos de licitación y aparecen nombres de empresas en Luxemburgo”, relató el jefe del operativo. “Sabíamos que ese tipo de jurisdicciones, como Luxemburgo, Suiza o Andorra, habían sido países para derivar fondos de este tipo de causas de corrupción”, dijo otro de los agentes de la UCO.

Los papeles, al principio, “eran difíciles de discernir”, dijo uno de los investigadores. No entendían demasiado por qué Benavent tenía en su poder esa documentación que parecía indicar que “una serie de fondos” se expatriaron a Luxemburgo, destino habitual en tramas corruptas, y luego se retornaron a España.

Una vez que Benavent se prestó a colaborar con la Fiscalía Anticorrupción y la UCO, les explicó que esos papeles se los había dado un empresario de origen sirio, “miembro importante de la Mezquita de València”, que a su vez “desconocía la trascendencia” de los apuntes.

El mismo agente contactó con el empresario, que en un primer momento se mostró “reacio”. De hecho, el hombre se negó a acercarse a la Comandancia de la Guardia Civil y ofreció la posibilidad de conversar en su domicilio. “Al principio se muestra bastante escéptico en relación a estos documentos y reconoce que es la persona que los había encontrado y que se los había entregado a Marcos Benavent”, relató el agente de la UCO.

Así, los investigadores pudieron confirmar que el empresario había sido inquilino de la vivienda de la plaza de la Legión Española en la que Zaplana había vivido previamente. Las pesquisas, indicó el agente, se llevaron con la “mayor reserva”. Algunos fragmentos de la documentación estaban tachados pero mirándolos a trasluz pudieron fácilmente decodificar las tachaduras, “sin aplicar ninguna técnica ni enviarlo al Secrim [Servicio de Criminalística de la Guardia Civil]”.

El maletín de Zaplana

Otro momento clave de la investigación, el 28 de mayo de 2018, fue el operativo para detener a los miembros de la presunta trama. El jefe del operativo rememoró el arresto de Eduardo Zaplana y el registro de su vivienda en el centro de València y de su despacho de directivo de Telefónica. En un maletín en el salón de la casa situada en la calle de Pascual y Genís, los agentes hallaron una serie de documentos que les llamaron “especialmente la atención” al aparecer sociedades e inversiones.

Una vez intervenida la documentación, los agentes procedieron a “interpretar” y “reconstruir” los hechos y “ver qué puede haber detrás”. Seis años después, el equipo de la UCO relató las pesquisas en el juicio del 'caso Erial', en el que han confesado tanto el testaferro del exministro, su jefe de gabinete y los dos empresarios que pagaron las comisiones millonarias en el extranjero.