Casado recula

Casado se transfigura en período electoral. Los dirigentes populares se colocan en modo moderación ante el stress test electoral en dos autonomías históricas. El presidente del PP intentará estas semanas hacer guiños gratuitos al acuerdo y al consenso, volverá a ser un político llano, de pueblo. Este dirigente realizará proclamas sobre la concordia a poco que las encuestas electorales le pronostiquen algún revés o un menor volumen de votos del esperado.

Lo más destacado de los últimos días ha sido sin duda la sobreactuación madrileña. Desde ese feudo del PP y de VOX han provocado diversos efectos secundarios sobre la política española. El rancio nacionalismo español de ambas fuerzas políticas está generando una inercia contraria en el resto del país.

En nuestra Comunidad, Joan Baldoví, de Compromís, ha clamado contra la discriminación más que evidente a la que somos sometidos los valencianos con un discurso contundente y coherente. Este diputado les ha cantado las cuarenta a sus señorías en el hemiciclo. La humillación en el injustificado retraso de algunas inversiones en infraestructuras en una zona prodiga en exportaciones, turismo y agricultura clama al cielo. También el presidente Puig ha aprovechado numerosas tribunas y declaraciones públicas para exigir de una vez por todas soluciones al endémico problema valenciano de la infrafinanciación.

El búnker madrileño ha hecho que los vascos se crezcan: en el País Vasco, la unión de populares y ciudadanos pincha en las encuestas. Aquello les resulta territorio hostil. En Galicia, Feijóo ha reforzado tanto su perfil galleguista, al margen de la imagen corporativa de sus siglas, en vista de lo que acontece con Madrid, que puede propiciar por contagio que a su izquierda el BNG alcance a los socialistas. En Cantabria, el de las anchoas se frota las manos: tiene representación en Madrid y gobierna en Cantabria; un éxito evidente para un papagayo redundante que nos da lecciones simples e ingenuas con un puntero sobre una pizarra en la televisión.

En Cataluña, la derecha centralista parece que regale bonos descuentos si nos les votas. Mostrar una actitud peor con los catalanes parece ya imposible: pusieron de cabeza de lista a Cayetana Álvarez de Toledo para sacar tajada de la provocación, a la exdirigente Andrea Levy le han hecho bailar el chotis como concejala de Cultura de Madrid y a Enric Millo, exdelegado del gobierno en Cataluña, lo han reinventado como secretario de Acción Exterior de Andalucía. Evidentemente los pirómanos del PP siguen la vandálica política de tierra quemada. En el sur, Podemos podría resentirse con la irrupción de Adelante Andalucía y su prédica nacionalista y anticapitalista.

Como la arcaica derecha patria no rectifique a tiempo va a fragmentar tanto España que al final deberán hacerse fuertes en la plaza Castilla, en la Puerta del Sol, en la calle Génova o en los tribunales afectos. La sobreactuación madrileña está causando estragos. Los barones populares ya van a su bola porque saben que la actual cúpula popular, de obediencia ciega a Aznar, levantan tantos agravios que hasta Ciudadanos ha dado marcha atrás para ver si le corresponde algo de la pedrea del CIS. Los ultrapatriotas de Madrid, con su intransigencia centralista, están abonando incluso a insignificantes fuerzas de ámbito territorial muy pequeño (León, Soria o Teruel). Su esquizofrenia, su cruzada “capitalina”, da de comer a cuatro diarios de la capital que intoxican de más y que manipulan burdamente a los fanáticos de turno. Luego, tras el vía crucis electoral que les espera por la periferia (las elecciones catalanas no tardarán en convocarse), querrán rebobinar y ya será tarde.

A los valencianos hoy se nos oye un poco más. Todo gracias a los retrógrados de las banderitas, la verbena de la Paloma, los bulos, el racismo encubierto y la mala leche. La sobreactuación de Madrid y su empeño en avivar recelos injustificados recompone el mapa estatal. Nuestra Comunidad es hoy por todo ello mucho más visible.