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Vencejos

La canción del verano en nuestros cielos, también sobre El Escorial, es el canto de los pájaros que duermen en el aire, y que sólo se posan para la cría: los vencejos. El poeta Luis Chamizo hubiera llamado a este sonido chilrío.

Por esas alas largas, con forma de hoz, los distinguimos de las golondrinas, con las que los vencejos no tienen nada que ver, ya que están más próximos a los colibríes. Los vencejos comen, beben, se aparean y al anochecer ascienden mil metros para dormir en el aire, sin detener el aleteo.

Si cayeran al suelo, no podrían levantarse, por eso anidan en los recovecos de las fachadas como si fueran los de un acantilado del que lanzarse en vuelo. Al final del verano con la marcha de los vencejos de la que ni nos damos cuenta, los cielos se empobrecen, por quedar vacíos de pájaros y de chilríos.

La canción del verano en nuestros cielos, también sobre El Escorial, es el canto de los pájaros que duermen en el aire, y que sólo se posan para la cría: los vencejos. El poeta Luis Chamizo hubiera llamado a este sonido chilrío.