Este sábado, la tercera jornada Reviscola Beniatjar (municipio de la Vall d'Albaida) abrirá de par en par las puertas del pueblo para dar a conocer el modelo educativo de su escuela rural, uno de los pocos centros públicos en España que desarrolla la pedagogía Waldorf de aprendizaje vivencial no dirigido en el aula infantil, una apuesta diferencial y de calidad para atraer familias a un municipio en riesgo de despoblamiento.
Por eso, se ha programado una jornada completa alrededor de la escuela que empezará a las 10 de la mañana con paradetes de productos locales y artesanía; a las 11 actuará la fábula Adelfa y habrá danzas ante la escuela; a las 11:30 una visita guiada al campanario; a las 12:30 el cuento la Gallinita roja en el aula de infantil, la explicación del proyecto educativo y aula de psicomotricidad al patio. A las 13:30, la Sociedad Musical Beniatjarense ofrecerá uno pasa calle previa a la comida de hermandad al bar. A las 16 horas se retomará la actividad con una charla sobre el proyecto educativo; a las 16:30 habrá un taller de muixeranga a cargo del Ball dels Locos de l'Olleria, a las 17 otro de danza inclusiva y las 18:30 actuará la compañía El ball de Sant Vito con la obra infantil Sopa de piedras.
Reviscola Beniatjar cuenta con la colaboración de las asociaciones del pueblo, la facultad de Bellas artes de Altea, los claustro del CRA Carbonera, la AMPA y el Ayuntamiento, así como los particulares que han colaborado en las diversas actividades.
La pedagogía Waldorf
A lo largo de los primeros tres años, los niños aprenden el equilibrio y andar derechos, adquieren el lenguaje y establecen la base del pensamiento cognitivo. Todo esto, además de aprender a relacionarse, implican que hay que tratarlo con el máximo respeto por su complejidad.
Los niños aprenden sobre todo a través de la imitación y del juego: absorben el entorno y digieren sus experiencias de manera compleja y de manera implícita. Les hace falta, por lo tanto, un ambiente seguro, cariñoso y estructurado donde las actividades se desarrollan en un contexto con sentido. El que experimentan acontece actividad y, de esta manera, la imitación educa su organismo, la lengua materna, los hábitos y los patrones de comportamiento.
El juego es una actividad vital porque, a través de él, los niños cultivan la creatividad, la imaginación, la iniciativa y aprenden a relacionarse. Es por eso que en el periodo de educación infantil, la tarea fundamental rae a proporcionar un entorno saludable donde se puedan establecer unos buenos hábitos de comportamiento, como por ejemplo la memoria, la admiración, la orden, el 'boy scout' y el goce del mundo natural. Los niños notan si los adultos son sinceros en sus gestos y palabras. Observan las relaciones de los adultos y tienen una pregona necesidad de saber que el mundo es bueno. El Amor en mayúsculas es el elemento absolutamente esencial en la educación de los primeros años.
Trabajando conscientemente con el ritmo –diario, semanal y el ciclo anual de las estaciones y festividades– y utilizando la repetición rítmica como herramienta pedagógica, el maestro promueve y cultiva la voluntad con amor en el niño pequeño.
Los elementos básicos que configuran el día a día de la escuela de educación infantil Waldorf son el respeto y acompañamiento del niño; la imaginación y la imitación con juguetes “no acabados” y materiales naturales diversos; un entorno cálido que acontezca un segundo hogar para el niño; el arte, el juego y el movimiento con la narración de cuentos, representaciones con títeres, trabajos relacionados con las diferentes estaciones del año o actividades artísticas; el desarrollo de los sientas; y la relación con la naturaleza con excursiones semanales en la montaña, el mantenimiento de un pequeño jardín o la observación de animales. Todo con el objetivo de dar sentido al trabajo diario y vivir el ritmo del año que marcan las estaciones.
Los niños están mezclados de 3 hasta 5 años, para recrear un ambiente de familia donde los pequeños observan con atención a los grandes y los grandes ayudan a los pequeños; compartir enriquece las experiencias del día a día y aporta ductilidad en las relaciones entre los niños y con los adultos que los acompañan.