La Felicidad es un tema muy serio “o muy alegre”. Quien hace esta puntualización con una sonrisa -de la que no se despega en ningún momento de la entrevista- es Maite Sarrió, doctora en Psicología, que estos días anda más feliz si cabe después de que haya sido nominada a los World Happiness Awards en la modalidad de Políticas Públicas 2020. Un espaldarazo a todo el trabajo que ha venido desarrollando en Villena, donde ha impulsado el primer plan municipal de Felicidad de España. Luego le ha seguido el Plan Insular de la isla de Ibiza y del Consell a nivel interno o el plan municipal de Felicidad y Diversidad de Montesa, en el que está inmerso en estos momentos.
Natural de Biar, la nominación pone en valor, podemos leer, “su vanguardia y excelencia en la aplicación de políticas globales internacionales, recomendadas por ONU y marcadas por la Agenda y Objetivos ODS 2030, de forma local en los pioneros planes de Felicidad municipales y regionales con enfoque de género y gestión de la diversidad que ha desarrollado”.
Para Sarrió, la Felicidad está ligada al bienestar social, lo que conlleva la reducción de la ansiedad y de la depresión, “la auténtica pandemia en toda la tierra”, asume. Los datos no mienten, el último informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) cifra en “más de 300 millones de personas” las afectadas por este trastorno mental.
El enfoque de la Felicidad que propone esta consultora no solo va en la dirección de eliminar o prevenir enfermedades, sino en una idea más amplia, expresada por la OMS la cual establece que la Felicidad consiste “en potenciar el potencial ilimitado de las personas, de que las personas tengan la libertad para expresar su diversidad, para poder vivir sus vidas desde las emociones a las que tenemos derecho por nacimiento porque nacemos siendo felices, con un potencial ilimitado, pero hemos estado desgraciadamente en un paradigma que violenta a hombres y mujeres de forma diferenciada”.
A este respecto, la metodología de Maite Sarrió no se entiende sin el feminismo, el cual ha venido desarrollando como psicóloga anteriormente a través de políticas de igualdad. “No podemos potenciar la Felicidad si no lo hacemos con enfoque de género y desde la gestión de la diversidad”, asegura. Ante la pregunta de si el sistema capitalista actual, con las desigualdades que genera, debería replantearse para que tenga cabida la Felicidad, responde: “Más que una regresión, diría que hace falta una evolución hacia un nuevo paradigma”.
¿Entonces? “El eje del mal no es el capital, es el patriarcado. Como doctora en psicología especialista en enfoque de género, creo que no nos hemos dado cuenta de que el mal no está solo asociado al capitalismo. El feudalismo tenía las mismas bases de sumisión: de unos pocos a muchos”, responde.
A su juicio, la base del capitalismo es clasista, racista, machista, esteticista y un largo etcétera, que requiere de lo femenino, esto es, “el estereotipo asociado a la feminidad, no solo indicado a las mujeres (empatía, actitud de servicio, solidaridad, ternura), y que los hombres también poseen, pero que por este paradigma en el que estamos viviendo ha sido apartado (y a las mujeres también se nos han cortado partes masculinas que nos hacen falta)”.
Felicidad Interna Bruta
Todo esto se traduce en un plan que fomente la Felicidad a través de las políticas transversales del municipio en cuestión (cultura, deporte, salud, urbanismo…). Así se está potenciando ese bienestar antes mencionado y, a su vez, se está velando por cumplir los indicadores clave que la ONU lanza desde 2011 como una llamada de socorro apoyada y sostenida por otros organismos institucionales como la OMS o el FMI.
Unos indicadores que no se basan en el PIB, sino en FIB (Felicidad Interna Bruta), un concepto acuñado por el Reino budista de Bután, país asiático entre China e India que encabeza esta política. ¿En qué se basa el FIB? Mide el sentimiento de libertad, la sensación de contar con una red de solidaridad de amistades y familia, o la propia confianza en el gobierno. También mide, asegura Carrió, los afectos, es decir, “qué tipo de emociones a lo largo del día vives: lo que incluye el amor, por supuesto, pero también tener paz mental, alegría, motivación o descanso”.
De ahí surge el famoso ranking anual de países elaborado por la ONU con motivo del Día Mundial de la Felicidad (20 de marzo), en el que España ha subido hasta el puesto número 30 en 2019, mientras que Finlandia lleva dos años consecutivos a la cabeza. “Mucha gente me pregunta cómo este país escandinavo, sin sol, puede ser más feliz que España”, se cuestiona. “Yo digo que en España carecemos de cohesión social o solidaridad entre las personas, ya que vivimos en una especie de ‘sálvese quién pueda’, y no hay confianza en el gobierno”, señala. “Nuestro PIB es bajo, tenemos sueldos bajos, no hay conciliación laboral y trabajamos demasiadas horas”, sentencia.
World Happiness Fest
Precisamente coincidiendo con el Día Mundial de la Felicidad, Madrid acogerá el World Hapiness Fest entre el 16 y 22 de marzo, una iniciativa que, por primera vez, celebra en una ciudad europea, aunque a puerta cerrada y vía streaming (gratuito) por la crisis del coronavirus. El 17 intervendrá la propia Sarrió para exponer sus avances sobre Felicidad y políticas públicas, una iniciativa que ha partido del español Luis Gallardo.
Este miembro del consejo del Día Internacional de la Felicidad de Naciones Unidas ha tenido que emitir un comunicado días atrás a raíz de la pandemia por el virus para reclamar lo siguiente: “Ahora es el momento en el que necesitamos un liderazgo positivo, calmado y consciente. Es cuando hay que hablar del estrés, antes del trauma y, después, del impacto de las noticias negativas en nuestro comportamiento, de los efectos paralizantes del miedo y de la ansiedad y sus consecuencias. Este es el momento de contrastar los hechos, de aprender del pasado y de construir un futuro lleno de esperanza, porque sabemos que el aislamiento, la soledad y la depresión son devastadoras para el ser humano”.