La entrada de Esquerra Unida en la coalición habría justificado la errática postura del Bloc durante todo el proceso, que condujo a los nacionalistas, tras rechazar inicialmente cualquier acuerdo, a abogar por “una plataforma amplia”. Pero el propio Bloc no cedió ni uno de los puestos que le tocaban en las candidaturas (singularmente el uno por Valencia y Castellón) para hacerlo posible. Tampoco Podemos (que tiene el uno por Alicante y el dos por Valencia y Castellón). Lo hizo Iniciativa del Poble Valencià, otro de los socios de Compromís, que se mostró dispuesta a dejar el tercer puesto por Valencia (después se convirtió en el cuatro) para encajar a los de Ricardo Sixto. Fue una decisión de Mònica Oltra que no sirvió al final para que Esquerra Unida optara por sumarse a la plataforma electoral, pero que revela las prioridades que manejaba cada cual.
Se ha destacado poco o nada este aspecto en los relatos de la larga, tensa y compleja negociación de la coalición electoral “Compromís-Podemos. És el moment”. Unos relatos que inciden en la división interna, en las dimisiones registradas en la dirección del Bloc y en los movimientos de cara al relevo de Enric Morera como líder del partido en el próximo congreso o encaminados a promover una nueva estructura de Compromís que supere el roce permanente de tres partidos (Bloc, Iniciativa y Verds-Equo) y de un pseudopartido (Gent de Compromís). En ellos, digo de los relatos, se habla bastante de crisis pero mucho menos, en cambio, de las motivaciones, y las instigaciones, de esa ebullición en una fuerza política que se ha colocado en una posición clave en la política valenciana sin que muchos la vieran venir.
De Bertolt Brecht a Hannah Arendt, pasando por Antonio Gramsci, la idea de crisis se ha entendido en la política como un punto de inflexión, un momento clave en el que lo viejo se resiste a morir y lo nuevo no acaba de tomar forma. Una crisis de éxito, del éxito de la coalición, está en la base del malestar interno en el Bloc. Más allá del oportunismo de dirigentes (léase Enric Nomdedéu) que se ofrecen ahora a “hacer Compromís” cuando el exitoso invento no existiría si sus posiciones se hubieran impuesto en su momento, ha emergido una pequeña constelación de dirigentes con aspiraciones a liderar las reticencias de un amplio sector de la militancia nacionalista, víctima del vértigo ante un proyecto, el de Compromís, que acaricia niveles de presencia quién sabe si mayoritarios en la sociedad valenciana gracias a la alianza electoral con Podemos. Una alianza por la que apuesta coherentemente Mònica Oltra y que, una vez más, hoy habría naufragado sin la intervención de Enric Morera (a quien algún día habrá que reconocer su positivo papel en la apasionante aventura de Compromís).
¿Pero qué hay detrás? Es sin duda legítima la preocupación de los socialistas valencianos ante un eventual sorpasso de Compromís-Podemos en las generales del 20 de diciembre y sus efectos sobre el Consell de coalición que preside Ximo Puig. Sería muy mala noticia que Oltra confirmara esas prevenciones. Y poco inteligente, una disposición en la que no suele prodigarse la vicepresidenta de la Generalitat. Hemos dicho que son legítimas las preocupaciones del PSPV-PSOE. ¿Lo son también ciertos movimientos de su aparato para impedirlo? Da la impresión de que se prepara, preventivamente, un escenario de escisión en el Bloc, y por extensión en Compromís, con algunas piezas de intercambio cuanto menos oscuras.
Ya es llamativo, en ese sentido, que conspicuos miembros del aparato socialista de la sede de Blanqueries mantengan contactos con no menos significados referentes del sector del Bloc más reacio a Compromís, a Oltra y a la alianza con Podemos. Es difícil imaginar que, además de la presidencia de la Cámara de Comercio de Valencia, sobre el mantel no esté un asunto, el de la coalición con Podemos, que tanto preocupa a los socialistas de Ximo Puig. Por resumirlo en una frase en la que coinciden varios de los dirigentes del Bloc que protagonizan el goteo de dimisiones de su ejecutiva: “Para pactar con un partido español como Podemos ya teníamos a los socialistas”. ¿A cambio de qué?