Condenado por delito de odio por insultos homófobos a un abogado especialista en agresiones al colectivo LGTBI

Lucas Marco

31 de mayo de 2023 22:45 h

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El 11 de febrero del 2020, el abogado Isaac Guijarro circulaba en su motocicleta en Valencia cuando una vehículo conducido por Javier E. B. se le acercó demasiado, por lo que le recriminó su conducción. El letrado llevaba las uñas pintadas y una pulsera con la bandera arcoíris del colectivo LGTBI y recibió insultos homófobos del conductor con expresiones como “maricón” y “chupapollas”. Así, una simple discusión de tráfico degeneró en una retahíla de insultos homófobos contra un letrado especializado en delitos de odio.

Cuando Isaac Guijarro intentó fotografiar la matrícula del vehículo, su conductor le sujetó del brazo para tratar de impedirlo, le insultó de nuevo e intentó patear la motocicleta, según el relato de la acusación pública. Tres años después de los hechos, Javier E. B. ha sido condenado a tres meses de prisión por un delito de odio, a una multa de 270 euros, a la inhabilitación especial para el ejercicio en el ámbito educativo, a una indemnización de 900 euros por los daños morales y a realizar un curso sobre diversidad, tolerancia y derechos del colectivo LGTBI, además del abono de las costas procesales.

A pesar de que el fiscal de delitos de odio, Héctor Melero, solicitaba inicialmente una pena de dos años de prisión, las partes han alcanzado un acuerdo de conformidad en la vista celebrada ante la sección quinta de la Audiencia Provincial de Valencia. El acusado ha reconocido los hechos y ha aceptado la rebaja de la pena, suspendida a condición de que no vuelva a cometer un delito durante un periodo de dos años.

Los hechos “produjeron en Isaac Guijarro una sensación de inseguridad y menosprecio”, indica el escrito de acusación del Ministerio Público al que ha tenido acceso elDiario.es. Se trata de un conocido letrado, del despacho Olympe Abogados, especializado precisamente en agresiones al colectivo LGTBI y en delitos de odio que en este juicio ha ejercido de víctima y de acusación.

“Son insultos que, al final, lo que hacen es atacar tu dignidad, humillarte, menoscabar tu integridad moral y, en cierto sentido, lo que pretenden también es atemorizar al colectivo LGTBI. Yo ese día llevaba las uñas pintadas de negro y la pulsera del colectivo LGTBI y, a partir de entonces, me cuesta llevarla porque me da miedo que me vuelvan a insultar”, ha manifestado Guijarro a la salida de la vista oral.

La normalización del insulto

El abogado se ha mostrado “muy satisfecho” con la condena: “Se le empieza a poner coto a la violencia más diaria y cotidiana que vivimos en el colectivo LGTBI, no sólo las agresiones más conocidas como pueden ser asesinatos como el caso de Samuel, sino esa violencia que pasa más desapercibida y que incluso la llegamos a normalizar, como son insultos o humillaciones por la calle”.

Guijarro también ha reflexionado sobre la normalización de esta violencia de baja intensidad entre el colectivo LGTBI: “Forma parte de nuestro día a día que nos insulten y nos humillen”. “Ya nos pasaba en el instituto, ahora también que nos pase como adultos es bastante humillante”, agrega.

El letrado considera que este tipo de condenas por delitos de odio constituyen “un paso muy importante que da esperanza al colectivo para que denuncie cualquier tipo de agresión, no sólo la física más grave sino también la verbal”. “No son solo los insultos, que ya de por sí son graves, sino que lo que intentan es coaccionarte para que no seas libre o vistas como quieras o expreses tu identidad”, apostilla Guijarro.

“Los agresores se aprovechan de la impunidad”

El abogado decidió denunciar los hechos, en principio de entidad menor, porque pensó que era “poco acertado” no hacer lo que siempre recomienda a sus clientes. Y es que, agrega el letrado, “los agresores se aprovechan de la impunidad”. La víctima compara los hecho que denunció con los tocamientos a mujeres en espacios públicos: “Al final se ha hecho toda la vida y te ves en una situación en la que no sabes si denunciando te van a creer”.

La sentencia también implica un mensaje para agresores homófobos: “los insultos también son condenables”, afirma. La condena incluye la realización de un curso en materia de igualdad. “Los agresores, muchas veces, no saben que lo que han hecho es grave, porque al final se ha normalizado mucho el odio contra ciertos colectivos”, lamenta Guijarro. “Estos cursos también funcionan para sensibilizar a esas personas para que no vuelvan a reincidir, que sepan que insultar, burlarse o humillar a una persona LGTBI está mal y que es algo que se puede remediar”, concluye el letrado.