Las construcciones de la burbuja inmobiliaria, en el foco tras el incendio de Campanar
Los delirios de la especulación inmobiliaria producen monstruos. El incendio del edificio de Campanar, promocionado como un complejo de lujosas viviendas y materiales vanguardistas, que se ha cobrado la vida de diez personas, pone bajo el foco las políticas de urbanismo, la calidad de los materiales y la forma de construcción de una época significativa.
Con las investigaciones aún en fase preliminar, distintas voces apuntan sobre al menos una cuestión: el material que revestía la finca -aún por determinar con exactitud- contribuyó a la difusión de las llamas. Así lo muestran, al menos, las grabaciones de vídeo de los primeros minutos del incendio. Tanto el emplazamiento del edificio, un barrio de nueva construcción durante la burbuja inmobiliaria, como la forma del edificio y sus materiales, edificados por una empresa que terminó en quiebra y cuyo promotor fue investigado, provocan una reflexión sobre las viviendas construidas a principios del siglo XXI en España.
El Parlamento valenciano debatirá la creación de una comisión que estudie las medidas de prevención de incendios en edificios con características similares. La propuesta, de Compromís, quiere abordar las causas de la rápida propagación del fuego, y plantea además la elaboración de un mapa de edificios de la misma tipología. El PSPV ha pedido una inspección de edificios “ante el miedo de muchos ciudadanos que viven en edificios que se construyeron durante el 'boom' inmobiliario”. La alcaldesa de València, Maria José Catalá, ha abogado por una reflexión general sobre los materiales de construcción, en línea similar a la ministra de Ciencia, Diana Morant, que señaló que el ministerio han solicitado un estudio al Instituto de Ciencias de la Construcción Eduardo Torroja, que pertenece al CSIC, y apuntó a la posibilidad de crear un catálogo nuevo que aportar a los códigos de la edificación y a la posible revisión de los edificios.
La policía científica rastrea desde este lunes las causas del incendio. La probabilidad apunta a un cortocircuito, como en la mayoría de siniestros causados en el ámbito doméstico, pero las pesquisas acaban de comenzar. La causa está bajo sumario y las autoridades piden respetar sus tiempos. En paralelo, las aseguradoras han contratado a otras ocho empresas de investigación, entre ellas la que abordó el siniestro de la Torre Windsor, que examinará los factores de propagación del fuego. Ambas investigaciones serán claves en la determinación de responsabilidades y en materia de prevención.
Tras el fuego, lo primero que se propaga es el pánico. Los habitantes de edificaciones similares o de la misma promotora se encuentran asustados, como los vecinos de la promoción del Parque de Cabecera, en Mislata. El Ayuntamiento de la población colindante a Valencia ha solicitado a la propiedad del edificio (en su mayoría de una entidad bancaria) que certifique el estado y el funcionamiento de las instalaciones contra incendios que marca la normativa vigente y todas las medidas de seguridad y prevención. El municipio solicitará apoyo al Colegio de Arquitectos de la Comunitat Valenciana y al Colegio Oficial de Arquitectura Técnica de Valencia para la realización, en colaboración con los técnicos municipales, de un censo de edificios con características comunes. En Alicante, los bomberos han iniciado la revisión de los materiales colocados en las fachadas de los 135 edificios más altos de la ciudad tras el trágico incendio de Campanar en València.
La Generalitat de Catalunya también ha anunciado la creación de un grupo de trabajo con arquitectos para revisar los inmuebles previos a 2006 que puedan contar con el mismo revestimiento exterior que el que se incendió en València. El equipo de trabajo estará integrado por los técnicos de urbanismo y arquitectura de la Generalitat, así como miembros del Colegio de Arquitectos y el Colegio de Arquitectos Técnicos de Edificación. La empresa promotora, Fbex, que entró en concurso de acreedores en 2010, había operado sobre todo en Catalunya, la Comunitat Valenciana y Baleares.
Las agrupaciones profesionales llaman a la calma: desde los colegios de arquitectos hasta los administradores de fincas, que indican que son relativamente pocos los edificios con características similares al de Campanar -con un revestimiento inflamable-, en comparación al parque de viviendas de la Comunitat Valenciana, y sñalan que se van a realizar inspecciones.
El modelo de construcción
La cifra de edificios aún está por determinar, aunque, según apuntan arquitectos como David Calvo, el Colegio de Arquitectos debe poder hacer una estimación, porque todos los proyectos pasan por él. Según el profesional, que fue diputado del PSPV en las Corts Valencianes, en la ciudad de València debe haber más de un centenar de construcciones con estas características; basta con echar un vistazo a las edificaciones de la zona nueva de Campanar y de la Avenida de las Corts Valencianes.
Gonzalo Bonet, también arquitecto, indica que solo deberían tener potencialmente el problema los edificios construidos antes de 2006, por el tipo de material y por la norma. “Los paneles que se usaron en este edificio, de aluminio con polietileno, eran bastante nuevos en esa época, así que la cantidad de edificios quedaría bastante acotada a torres en altura entre 2000 y 2006 más o menos”. Calvo coincide en que, dados los detalles conocidos y el comportamiento del fuego, se trata de un revestimiento de aluminio con poco espesor y un material plástico en proporción elevada, al margen de la llamada lana de roca, que es un revestimiento ignífugo.
Hoy en día esta construcción no podría darse dentro de la ley. “Con los mismos compuestos desde luego que no”, indica Bonet. “A partir de 2006 los edificios de más de 18 metros en la norma UNE han de tener resistencia al fuego B, que es de contribución mínima al fuego, y en contacto con cámara de aire ventilada ha de ser A2 para más de 28 metros. Esto significa que sea prácticamente ignífugo. En la modificación de 2020 además se prohibió expresamente que formen partículas inflamables, como ocurría con este tipo de polietileno”, señala el arquitecto.
La edificación es típica de la burbuja inmobiliaria, apuntan los dos arquitectos. Bonet alude a la forma de dos torres, mientras que Calvo abarca el global: “Son construcciones que cumplían con una época, finales de los noventa y principios de los dos mil... que casan con el estilo hig tech británico, donde la población con poder adquisitivo no quería un ladrillo caravista que recordara a la vivienda de protección oficial. Al final, nos movemos también por modas”, apunta Calvo, sobre el tipo de edificación.
Sobre el modelo de fachada ventilada, que según las primeras hipótesis pudo contribuir a que el fuego se expandiera, Bonet indica que “las cámaras ventiladas son una solución bastante empleada sobre todo en edificios altos, porque permiten muy buen control solar. Los paneles exteriores reciben toda la radiación solar y a través del aire que circula por la cámara ventilada se dispersa el calor, por lo que prácticamente no llega calor al interior. No es una solución constructiva peligrosa, se emplean constantemente las cámaras de aire en construcción, ventiladas y sin ventilar”. La norma actual, además, obliga a “sectorizar” por plantas, ubicar elementos que funcionen como cortafuegos.
El Colegio de Ingenieros Técnicos de Valencia, también apunta a esta hipótesis: que el edificio tenía una fachada ventilada, una forma constructiva que eligen los arquitectos y alguno de los materiales de la fachada que contiene material plástico se inflamó con rapidez. Con todo, la perito Esther Puchades, matizó en un comunicado: “No podemos asegurar que sea ningún material en concreto hasta que no concluya la investigación. En base a mi experiencia, lo que está claro es que alguno de los materiales de la fachada tiene componentes plásticos, y se inflamó rápidamente, dejemos trabajar ahora a los profesionales para aclarar las causas de este siniestro”.
La actuación de los bomberos
Los bomberos, sobre los que se ha incrementado la presión en las últimas horas y cuyo trabajo se ha cuestionado, han insistido en que el comportamiento del fuego fue “atípico”. Se extendió con gran velocidad a través de la fachada, algo totalmente inusual y que también afectó a los propios bomberos. Dos tuvieron que ser hospitalizados al tratar de rescatar a una familia. Se plantean una serie de preguntas, como si se ha preparado al personal de emergencias para actuar sobre estas edificaciones.
El Consorcio de Bomberos ha emitido un comunicado en defensa de su actuación: “La magnitud del incendio estructural al que se hizo frente fue, sin duda alguna y con diferencia, la del mayor incendio estructural en la historia de la Comunitat Valenciana”, explica el Consorcio, que recalca que las decisiones adoptadas por las primeras dotaciones del Cuerpo Municipal de Bomberos de la ciudad de València que llegaron al lugar fueron “críticas y urgentes, condicionadas tanto por la cantidad de ocupantes como por el virulento desarrollo del incendio”. En todo momento, señalan, tomaron las decisiones de manera consensuada bajo criterios técnicos desde el Puesto de Mando Avanzado. En estas situaciones, “la aplicación estricta de los procedimientos de actuación aprobados y entrenados es la forma de minimizar las consecuencias trágicas que pueden suceder en este tipo de actuaciones. Desgraciadamente, a veces, no es suficiente, y a pesar del esfuerzo y del riesgo asumido por el personal de intervención, los resultados no son los esperados”, apunta el Consorcio Provincial.
La normativa
El Código Técnico de Edificación, que incluye las distintas medidas a adoptar en caso de incendio, no se aprobó hasta 2006. La normativa actual es mucho más estricta, indican ambos arquitectos, que apuntan al problema de la irretroactividad. Los cambios son paulatinos y secuenciales, apunta Calvo.
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