El Beethoven resplandeciente de Jurowski

Ludwig van Beethoven: Obertura Coriolan, op. 62 y Sinfonía número 5 en do menor, op. 67. Robert Schumann: Concierto para violín y orquesta en re menor, WoO 23. London Philharmonic Orchestra. Vilde Frang, violín. Director Vladimir Jurowski. Palau de la Música (Valencia). 8 de abril de 2025.
---------------------------------------
El ruso Vladimir Jurowski (Moscú, 1972) es uno de los directores de orquesta más interesantes de la actualidad, titular de la Ópera Estatal de Baviera en Múnich y de la Sinfónica de la Radio de Berlín. En el Palau de la Música compareció al frente de la Filarmónica de Londres, de la que es director emérito desde 2021, año en que dejó su titularidad. Era la séptima vez que dirigía en el auditorio, donde estuvo por última vez en 2023.
El centro de gravedad del programa fue la Quinta sinfonía de Beethoven, obra de enorme popularidad y una de las composiciones más célebres de todos los tiempos, que entraña serias dificultades para los directores por su complejidad. Eso quizá explique que no se programe con la frecuencia que su popularidad parece reclamar. Se estrenó en 1808 en Viena junto con la Sexta, actualmente conocida como Pastoral, pero con la numeración cambiada. La Quinta sinfonía de Beethoven es un prodigio de construcción musical a partir del célebre motivo inicial de cuatro notas, que reaparece variado a lo largo de toda la obra.
Jurowski presentó una plantilla singular en la cuerda, con diez violines primeros, otros tantos segundos, seis violas, seis violonchelos y cuatro contrabajos. En los metales, las dos trompas que prevé Beethoven estaban dobladas en la sinfonía.
El programa se abrió con una lectura enérgica de la obertura Coriolan, que el compositor escribió para servir de introducción a la obra de teatro homónima de Heinrich Joseph Collin. La interpretación ya exhibió el aterciopelado sonido de la cuerda y el dominio técnico de la orquesta, que ofreció una muy contundente lectura.
A continuación, acompañada por la orquesta, la violinista noruega Vilde Frang (Oslo, 1986) ofreció una bella, sentida y virtuosa versión del Concierto para violín y orquesta de Robert Schumann. Frang es una gran figura del violín, que ha tocado con las principales orquestas del mundo, y utiliza un Guarneri del Gesù de 1734, del que extrae un bello sonido, quizá algo corto de amplitud.
Pese a los esfuerzos de la solista, que hizo una exhibición de técnica impecable, dominio en las dobles cuerdas y exacta afinación, la obra no tiene un gran atractivo, a diferencia del concierto para piano y el de violonchelo del mismo autor, ambos con un gran vuelo romántico. Quedó patente, pese al buen trabajo de acompañamiento de la orquesta, dirigida con sensibilidad y entrega por Jurowski. De hecho, Clara Schumann excluyó esta obra de la edición del compositor que seleccionó tras la muerte de este. Schuman había presentado la partitura al violinista Joseph Joachim, que nunca quiso tocarla. Lo estrenó por fin en 1937 Georg Kulenkampff. El público premió con reiterados aplausos a Vilde Frang, que interpretó fuera de programa Giga senza basso de Antionio Maria Montanari.
La segunda parte fue para la Quinta, que el público que llenaba la sala siguió con atención especial. La orquesta tocó con una entrega que evidenciaba una privilegiada sintonía entre director e intérpretes. El primer movimiento, Allegro con brio, fue enérgico y animado, sin los excesos de velocidad de algunas interpretaciones historicistas. Bellísima la cadencia del oboe cuando suena con el resto de la orquesta en silencio. El Andante fue lento y expresivo, con momentos de rubato. Muy animado el Scherzo y prodigiosa la transición del pianissimo al fortissimo que desemboca en el triunfal y brillante Allegro final.
Hubo atronadores aplausos y gritos de “bravo” para orquesta y director, que cerraron el concierto como se había iniciado, con una obertura de Beethoven, en este caso la del ballet Las criaturas de Prometeo en do mayor, o.p 43.
0