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El Bailarín de los Zares

Bel Carrasco

Que un chico muestre desde la tierna infancia una querencia especial por la danza siempre despierta suspicacias y recelos. Mucho más si, como es el caso, hablamos de la sociedad conservadora del pasado siglo y de un entorno popular, en la periferia de Valencia en el límite con las huertas del norte. Francisco Miralles (1871-1932) nació en tales circunstancias, pero eso no evitó que desarrollara su vocación contra viento y marea, robando horas al sueño y al descanso. Su dedicación y entusiasmo tuvieron recompensa, pues llegó a triunfar en los escenarios de todo el mundo. Talento, tesón y buena fortuna confluyeron en la increíble trayectoria de Miralles. De aprendiz en la fundición de Salvador Gens a artista invitado en la Rusia de los zares. De bailarín en los grupos populares de la Feria de Julio de Valencia a maestro de artistas en la Ópera de París.

Nacido en una humilde familia de la calle Murviedro, hoy Sagunto, dedicada al comercio de lonas y utensilios de cáñamo, manifestó desde muy niño su vocación y, tras cursar estudios con los más prestigiosos profesores de la época, llegó a triunfar en los escenarios de Europa, Rusia y Estados Unidos. Conocido como El bailarín de los zares, impartió clases de danza española a los bailarines de la Ópera de París. Entre sus alumnas más célebres, Mariemma, Manuela del Río, Nana de Herrera y la escritora Anaïs Nin. Grabó también numerosos discos como intérprete de castañuelas de sus propias obras para concierto

Rosario Rodríguez, profesora del Conservatorio Superior de Danza de Valencia, acaba de recuperar la figura de este artistas olvidado en un libro que se presenta el 21 de septiembre en la sede de la Sgae, Francisco Miralles. Pasos de baile para una leyenda. (L’Eixam Edicions)“Miralles era conocido entre los amantes de la danza española por haber sido el maestro de la gran artista Mariemma cuando vivía en París con su familia”, dice Rodríguez. “Sin embargo, más allá de su nombre y de unos cuantos datos inconexos, en su mayoría erróneos, poco se sabía de este maestro”.

A partir de una conversación casual, Rodríguez se interesó por la figura del bailarían y profundizó en ella con la ayuda de sus familiares, del historiador Rafael Solaz, y los materiales recopilados por el musicólogo Eduardo Ranch Fuster, ofrecidos por su hija Amparo Ranch.

“Desde que Miralles se inició en la danza de la mano de maestros como Ramón Porta Ricart, en el ámbito de la tradicional, y de Vicente Moreno, en el de la académica, no dejó de triunfar”, cuenta Rodríguez. “De Valencia pasó a Andalucía y de allí a Cataluña, donde fue contratado, en 1898, por unos agente franceses, iniciándose así su carrera internacional”.

Moscú y París

 

En su trayectoria destacan sus éxitos en la Rusia Imperial, que visitó en más de treinta ocasiones a lo largo de diez años, llegando a ser conocido como el Bailarín de los Zares. Paralelamente, bailaba en los mejores teatros europeos, especialmente parisinos.

“Fue en la capital francesa donde triunfó rotundamente con su papel de Le Bohémien en el espectáculo Dolly de Gabriel Fauré, en 1913, en el Théâtre des Arts bajo la dirección del que sería más adelante director de la Ópera de París, Jacques Rouché. Así empezó su relación con la Ópera que le llevó en la siguiente década a ser contratado por Gustave Ricaux, uno de los maestros más reputados de dicho coliseo, para que dirigiera los cursos de danza española en su prestigiosa escuela privada.

“Allí completaron su formación muchísimos alumnos y alumnas de la Ópera de París, que acudían a las clases de Miralles para adquirir los conocimientos de nuestra danza, muy valorados entonces en Francia”, explica Rodríguez. “Con la mujer de Ricaux, maestra y primera bailarina de la Ópera de París, Miralles formó pareja de baile. A la sazón, como si viviera una segunda juventud, obtuvo grandes éxitos cuando ya llevaba más de cincuenta años en los escenarios”.    

 

Bailarines exiliados

 

Rosario Rodríguez forma parte del cuerpo de Catedráticos de Música y Artes Escénicas de la Comunidad Valenciana, desde 2004, y ejerce como profesora en el Conservatorio Superior de Danza de Valencia. “Tenemos muchos bailarines valencianos triunfando por el mundo”, afirma. “Este exilio de artistas se debe a que en España la danza no ocupa el lugar que se merece. En la Comunidad Valenciana ha sufrido mucho, tanto por la crisis económica como por el desapego institucional a la danza y a la cultura en general de los últimos gobiernos. Ante esta situación, muchos artistas se han visto obligados a desarrollar sus carreras en el extranjero”.

Rodríguez destaca a Marcos Mora, director de la compañía La Veronal. Nacido en Ontinyent, obtuvo en el año 2013 el Premio Nacional de Danza en la modalidad de creación, y hoy es reclamado por las mejores compañías del mundo por su labor coreográfica. Otro artista notable es Vicente Gregori Aznar, que desarrolló su carrera como bailarín de danza clásica en Dinamarca, siendo Primer Bailarín y Primer Arlequín del Teatro Tivoli de Copenhague durante más de veinte años.

El 21 de septiembre Rosario Rodríguez presenta su libro en la Sala SGAE. Le acompañarán Josep Manel García Company, director del Instituto Superior de Enseñanzas Artísticas de la Comunidad Valenciana; Mª José Alemany Lázaro, del cuerpo de Catedráticos de Música y Artes Escénicas del Conservatorio Superior de Danza de Valencia; Rafael Arnal i Torres, de L’Eixam Edicions y Pep Llopis, presidente del Consejo Territorial de SGAE de la Comunidad Valenciana.

Que un chico muestre desde la tierna infancia una querencia especial por la danza siempre despierta suspicacias y recelos. Mucho más si, como es el caso, hablamos de la sociedad conservadora del pasado siglo y de un entorno popular, en la periferia de Valencia en el límite con las huertas del norte. Francisco Miralles (1871-1932) nació en tales circunstancias, pero eso no evitó que desarrollara su vocación contra viento y marea, robando horas al sueño y al descanso. Su dedicación y entusiasmo tuvieron recompensa, pues llegó a triunfar en los escenarios de todo el mundo. Talento, tesón y buena fortuna confluyeron en la increíble trayectoria de Miralles. De aprendiz en la fundición de Salvador Gens a artista invitado en la Rusia de los zares. De bailarín en los grupos populares de la Feria de Julio de Valencia a maestro de artistas en la Ópera de París.

Nacido en una humilde familia de la calle Murviedro, hoy Sagunto, dedicada al comercio de lonas y utensilios de cáñamo, manifestó desde muy niño su vocación y, tras cursar estudios con los más prestigiosos profesores de la época, llegó a triunfar en los escenarios de Europa, Rusia y Estados Unidos. Conocido como El bailarín de los zares, impartió clases de danza española a los bailarines de la Ópera de París. Entre sus alumnas más célebres, Mariemma, Manuela del Río, Nana de Herrera y la escritora Anaïs Nin. Grabó también numerosos discos como intérprete de castañuelas de sus propias obras para concierto