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Chequeo a la muerte

Bel Carrasco

La muerte del padre es un tema recurrente en todas las artes que se nutre de los complejos sentimientos que identifican y singularizan la naturaleza humana. A partir de su experiencia personal, la pérdida del progenitor, Óscar Gual ha creado un artefacto literario que desborda los límites del relato convencional para constituir un tratado filosófico, un manifiesto o declaración de intenciones. Los últimos días de Roger Lobus (Aristas Martínez), su tercera novela es un chequeo a la muerte y un certero diagnóstico de los temores que nos inspira. “Todos alojamos una bomba en el interior de nuestro cuerpo”, dice. Claro que no todas son iguales; unas son sofisticados aparatos y otras unos cuantos cartuchos con mechas húmedas.

Roger Lobus, exalcalde de la imaginaria ciudad de Sierpe, agoniza en un hospital acompañado por su hijo Junior, politoxicómano que intenta redimirse. A su alrededor un doctor que se parece a Christopher Walken, un camarero ruso que no aguanta los rollos ajenos y una atractiva doctora pelirroja. Mientras asiste al último viaje de su padre, un exgánster salvado por la política, Junior revive los episodios más intensos de su azarosa vida.

Gual (Almazora, 1976) es ingeniero informático por la Universidad Jaime I de Castellón donde trabaja en la actualidad. Los últimos días de Roger Lobus mantiene una relación de continuidad con sus anteriores títulos: Cut and roll y Fabulosos monos marinos. En ellos construye un universo personal, en una zona fronteriza entre lo real y lo imaginario, y un lenguaje muy elaborado impregnado de un humor sarcástico con un punto macabro. En suma una lectura exigente de la deben abstenerse los que únicamente se acercan a los libros como evasión.

La cubierta del ilustrador Sergio Mora, adelanta el contenido del texto. Una imagen en principio inocente que remite a un juego infantil, pero que si se observa con atención produce un inquietante efecto. “Al principio nos enamoramos de otra ilustración suya, pero después no había forma de que quedase bien como cubierta del libro”, comenta Gual. “Buceando en su obra, nos topamos con esto de los hombres-bomba, que encaja muy bien con el libro, por el tema padre hijo, por el paisaje lunar y por la metáfora de la bomba que es recurrente en la novela”.

¿De dónde surge la ciudad de Sierpe y por qué has vuelto a ella?

Mi segunda novela, Fabulosos Monos Marinos, la concebí como una especie de biografía/historia de esta ciudad, desde su formación como centro penitenciario hasta su desaparición con el resto del planeta Tierra. Tiene rasgos de la historia de España del siglo XX, aunque sus personajes son principalmente de origen levantino. Y Me siento muy cómodo en Sierpe, porque, aunque es principalmente una ciudad “normal”, en ella pueden pasar cosas extraordinarias de vez en cuando, y eso me encanta. Además, me interesa mucho entrelazar mis textos y mis personajes en un todo, y para eso una ciudad ficticia es el mejor marco.

¿Es posible llevarse bien con el padre o hay que matarlo?

Bueno, yo creo que es posible llevarse bien, pero es que llevarse bien con el padre no es lo mismo que llevarse bien con un colega o con tu pareja. Opino que las relaciones padre-hijo (así como las relaciones madre-hija) contienen una violencia (latente o no) que no contienen las relaciones padre-hija o madre-hijo. Hay algo de disputa y de relevo que resulta violento, aunque no necesariamente en el plano físico. Esta violencia no implica que la relación sea mala, sino que es una relación real, sin falsedades.

¿Cómo influye el hecho de que sea científico, informático por más señas, en su manera de escribir?

En mi caso, el rasgo de mi formación científica que más noto que afecta a mi escritura es la lógica, pues la lógica es la base de la programación. Aunque cualquier lector pudiera pensar que a veces se me va la pinza, puedo asegurar que cuido la lógica y la coherencia interna de los pensamientos, acciones, flujos de conciencia y narradores. Todo esto ocurre porque, por deformación profesional, a veces veo el texto como un código, y si no encaja todo me salta la alarma de error.

Muerte, religión, crionización...Las digresiones del relato configuran una especie de Manifiesto personal. ¿Le interesa más lo que dice o cómo lo dice?

Las digresiones del relato están todas relacionadas con el principal atractor del libro, que es la muerte. Esa es la justificación, pienso que la digresión es una de las herramientas más poderosas de la literatura y, en concreto, a mí me encanta usarla, siempre relacionándolo con el tema principal. El arte radica precisamente en unir forma y contenido, A mí, interesarme, me interesa lo que digo, aunque para decirlo ya aparece la literatura de cada uno, y, bueno, acepto que la mía no es una forma de narrar demasiado habitual.

¿Qué le sedujo el personaje del gánster y alcalde Roger Lobus para ponerlo en el título?

Me interesaba de Lobus su conversión a la inversa, de alguien con un pasado de maleante a un tipo honrado, a través de la política. Al revés de lo que estamos acostumbrados: tipos normales que se corrompen a través de la política. 

¿Qué representa este libro en el conjunto de su obra?

Es mi obra más personal. Lo es porque, en cierto modo, es la primera vez que una obra mía se basa, más o menos, en mis vivencias. Pero también lo es, y esto es lo importante, porque a nivel literario creo que es una obra muy propia, y mucho menos influenciada por cualquier otra cosa. A medida que la carrera de uno avanza, va encontrando su universo propio y su voz, y este libro ha sido un paso adelante en ese sentido.

¿Sin drogas es posible la literatura?

Las drogas son un elemento cultural muy presente en la cultura valenciana, nos guste o no, y esconderlo sería un acto de cursilería. Además me interesan como modo de alterar la conciencia de las personas, de los personajes, y en mi caso, que trabajo bastante con los procesos mentales de mis personajes, me proporciona una versatilidad brutal en este aspecto,

¿Le gustaría ganar el Planeta o será nocillero hasta la muerte?

Me gustaría ganar el Planeta, bueno, en realidad lo que me gustaría es ganar el dinero que dan con el Planeta para dedicarme a escribir novelas que jamás ganarían el Planeta. No me planteo para quién ni para cuántos escribo. En cuanto me lo plantee debería dejar de escribir

 

La muerte del padre es un tema recurrente en todas las artes que se nutre de los complejos sentimientos que identifican y singularizan la naturaleza humana. A partir de su experiencia personal, la pérdida del progenitor, Óscar Gual ha creado un artefacto literario que desborda los límites del relato convencional para constituir un tratado filosófico, un manifiesto o declaración de intenciones. Los últimos días de Roger Lobus (Aristas Martínez), su tercera novela es un chequeo a la muerte y un certero diagnóstico de los temores que nos inspira. “Todos alojamos una bomba en el interior de nuestro cuerpo”, dice. Claro que no todas son iguales; unas son sofisticados aparatos y otras unos cuantos cartuchos con mechas húmedas.

Roger Lobus, exalcalde de la imaginaria ciudad de Sierpe, agoniza en un hospital acompañado por su hijo Junior, politoxicómano que intenta redimirse. A su alrededor un doctor que se parece a Christopher Walken, un camarero ruso que no aguanta los rollos ajenos y una atractiva doctora pelirroja. Mientras asiste al último viaje de su padre, un exgánster salvado por la política, Junior revive los episodios más intensos de su azarosa vida.