La compañía valenciana La Pavana cumple 30 años de intensa y fructífera actividad teatral. Y, al contrario de lo que le sucede al matrimonio de Una hora y media de retraso, obra que estrena en el Teatre Talia, no hay crisis que haya podido con ella. Aún así, duele comprobar que tamaño esfuerzo e indudable calidad de sus producciones, haya tenido por respuesta de las instituciones públicas el más notorio silencio. “Después de 30 años, es como volver a empezar”, señaló Rafael Calatayud, fundador de la compañía, durante la presentación de la obra del francés Gerald Sibleyras.
Esa vuelta a la casilla de salida se refiere al trato por parte de la Generalitat Valenciana, porque La Pavana, pese a ello, ha disfrutado del reconocimiento del público y de la crítica. “Son incapaces [los poderes públicos] de reconocer cuál es nuestro trabajo y el compromiso con la Comunidad Valenciana. Produce desencanto, que duele a nivel institucional”. Y Calatayud se extendió un poco más: “Nunca ha habido apoyo, eso es lo reprochable. Y una comunidad sin apoyo a su cultura es una comunidad muerta”.
Eso sí, Calatayud quiso dejar claro que tamaña desidia “no se debe a color político alguno, sino que se trata de algo más estructural, porque no ha habido nadie capaz de realizar una labor estable y consistente a favor del teatro”. Lo cual le llevó a sentenciar: “La cultura no interesa para nada”. El interés está en otra parte: en lo que el propio Calatayud denominó “política escaparatista”. Por ejemplo, la del Palau de les Arts, espacio que “nunca nos ha dado una oportunidad, a pesar de que yo hago ópera, pero siempre han privilegiado producciones de fuera”.
José Alberto Fuentes, productor de La Pavana, aclaró que no se trata de dejar de traer producciones foráneas, porque después de todo ésa es la línea de la compañía valenciana, sino de la “mentalidad provinciana, que es aquella que piensa que lo mejor siempre es lo de fuera”. Y enfatizó lo de “siempre”. Enfrentarse a esa calamidad institucional, que la crisis no ha hecho más que subrayar, es de lo que en cierta forma trata Una hora y media de retraso, pero focalizada en el matrimonio.
Victoria Salvador, actriz que comparte escena con Rafael Calatayud, a su vez director de la obra, afirmó que el detonante del conflicto entre la pareja protagonista se produce por parte de la mujer, cuyas “expectativas de vida” se ven incumplidas “al quedarse en el ámbito familiar”. Se trata de una “crítica social, no sólo de la sociedad francesa, sino de la europea”, que la actriz extiende a su vez como “crítica de mayo del 68”. La “dialéctica inteligente” que, a juicio de Victoria Salvador se produce entre ambos cónyuges, “permite enfrentarse al conflicto y plantear cierta vuelta a la anarquía”.
- Entonces, ¿una crisis de pareja se puede resolver en hora y media?
Victoria Salvador: “Realmente se aparca la crisis”.
José Alberto Fuentes: “Renuncian a sus ideales, no sólo políticos, sino de vida, afrontando las consecuencias de esas renuncias”.
Una hora y media de retraso, escrita por Gerald Sibleyras, debe precisamente su título al tiempo que ese matrimonio en crisis se demora, cuando ambos cónyuges estaban a punto de salir a una cena. Demora que les llevará a exteriorizar los demonios interiores que cierta rutina había adormecido. La cercana jubilación, el paso del tiempo o la sexualidad son algunos de los temas tratados en esta “gran comedia, con mucho ritmo, divertida y profunda”, destacó Calatayud.
La compañía valenciana La Pavana cumple 30 años de intensa y fructífera actividad teatral. Y, al contrario de lo que le sucede al matrimonio de Una hora y media de retraso, obra que estrena en el Teatre Talia, no hay crisis que haya podido con ella. Aún así, duele comprobar que tamaño esfuerzo e indudable calidad de sus producciones, haya tenido por respuesta de las instituciones públicas el más notorio silencio. “Después de 30 años, es como volver a empezar”, señaló Rafael Calatayud, fundador de la compañía, durante la presentación de la obra del francés Gerald Sibleyras.
Esa vuelta a la casilla de salida se refiere al trato por parte de la Generalitat Valenciana, porque La Pavana, pese a ello, ha disfrutado del reconocimiento del público y de la crítica. “Son incapaces [los poderes públicos] de reconocer cuál es nuestro trabajo y el compromiso con la Comunidad Valenciana. Produce desencanto, que duele a nivel institucional”. Y Calatayud se extendió un poco más: “Nunca ha habido apoyo, eso es lo reprochable. Y una comunidad sin apoyo a su cultura es una comunidad muerta”.