“Los hijos de puta con nombres y apellidos van y vienen, pero los arquetipos permanecen”. ¿A qué arquetipos se refieren Alberto López y Alfonso Sánchez protagonistas de Patente de Corso? A los que Arturo Pérez Reverte rastrea en los 1.200 artículos o columnas periodísticas en los que se basa el espectáculo que hasta el domingo se representa en el Teatro Olympia de Valencia. Artículos que, una vez seleccionados en comandita con la dramaturga Ana Graciani, se redujeron a 22, a partir de los cuales se construyen esos arquetipos en torno al reguero de pólvora que ha ido dejando el abuso de poder.
“Es un espectáculo sobre la tragicomedia de ser español”, afirmaron López y Sánchez, este último en calidad a su vez de director de Patente de Corso. “Tratado ibérico del hijoputismo”, señalaron ambos como título de un montaje que durante 1 hora y 40 minutos no deja títere con cabeza. Ellos se limitan a seguir al pie de la letra lo que Pérez Reverte dice con lengua afilada en sus artículos. “Escribo con tanta libertad que me sorprende que me dejen”, apunta sorprendido el escritor, lo cual debería ser motivo de reflexión. La suya va por otro lado: “En 500 años el dinero lo han tenido los mismos”, subrayan a rebufo López y Sánchez, encarnando los diversos personajes que dan vida a tanto hijoputismo ibérico.
“A Pérez Reverte no le hacen falta armas; con la palabra le basta”. Que es lo que hacen Alberto López y Alfonso Sánchez sobre el escenario con su Patente de Corso. “Hay mucha verdad encima del escenario”. Verdad sostenida merced al estilo “muy directo, muy de verdad, muy honesto de Arturo”. Al público le caen como un torrente todas esas verdades lanzadas como motivación. “No golpeamos al espectador, sino que le hacemos reflexionar”. Porque a juicio del director del espectáculo “la agresividad bien entendida está bien, lo cual nada tiene que ver con la violencia”.
López y Sánchez, famosos por su participación en Ocho apellidos vascos y El mundo es nuestro, huyen de la etiqueta de ser los nuevos Morancos. “Llevamos más de 20 años en el mundo del teatro”. Quien vaya a ver Patente de Corso lo podrá comprobar. “Es una comedia que te hace reír, llorar, reflexionar”. Una reflexión en torno a lo que Quevedo dejó dicho en su famosa sentencia “poderoso caballero es don dinero”. De hecho, la obra que del 16 al 19 de julio acoge el Teatro Olympia arranca con el artículo de 1998 de Pérez Reverte titulado ‘Los amos del mundo’.
“Casi 30 años después, lo que apuntó Arturo y nadie escuchó se ha hecho evidente”, señalan los admiradores del escritor de Territorio comanche. ¿Y qué dijo? Volvemos a Quevedo: que el dinero tiene poder inmemorial. Alrededor de ese poder, encarnado en el timador Luciano (Sánchez) y el hastiado ciudadano Mariano (López), Patente de corso va dando cuenta del catálogo de bribones que jalonan nuestra historia reciente. Y no tan reciente, si nos atenemos a esos arquetipos que jalonan “la tragicomedia de ser español” a la que alude con lengua viperina Patente de Corso.
“Los hijos de puta con nombres y apellidos van y vienen, pero los arquetipos permanecen”. ¿A qué arquetipos se refieren Alberto López y Alfonso Sánchez protagonistas de Patente de Corso? A los que Arturo Pérez Reverte rastrea en los 1.200 artículos o columnas periodísticas en los que se basa el espectáculo que hasta el domingo se representa en el Teatro Olympia de Valencia. Artículos que, una vez seleccionados en comandita con la dramaturga Ana Graciani, se redujeron a 22, a partir de los cuales se construyen esos arquetipos en torno al reguero de pólvora que ha ido dejando el abuso de poder.
“Es un espectáculo sobre la tragicomedia de ser español”, afirmaron López y Sánchez, este último en calidad a su vez de director de Patente de Corso. “Tratado ibérico del hijoputismo”, señalaron ambos como título de un montaje que durante 1 hora y 40 minutos no deja títere con cabeza. Ellos se limitan a seguir al pie de la letra lo que Pérez Reverte dice con lengua afilada en sus artículos. “Escribo con tanta libertad que me sorprende que me dejen”, apunta sorprendido el escritor, lo cual debería ser motivo de reflexión. La suya va por otro lado: “En 500 años el dinero lo han tenido los mismos”, subrayan a rebufo López y Sánchez, encarnando los diversos personajes que dan vida a tanto hijoputismo ibérico.