David Rodríguez es el hombre elegido por el núcleo duro Partido Comunista del País Valencià (PCPV) para disputarle el liderazgo de Esquerra Unida (EU) a los afines a Alberto Garzón. El sábado, en la Asamblea de Paterna, su lista dirimirá fuerzas, tras un agrio debate, con la encabezada por la diputada Rosa Pérez Garijo.
Afincado en Alfàs del Pí, donde es profesor de educación física en un instituto, Rodríguez tiene el currículo del hijo perfecto de la izquierda española: Casi 20 años de militancia y una experiencia interminable en movimientos vecinales en su barrio (el Grao de Valencia), la universidad, el sindicalismo (STEPV) o la solidaridad internacional (Asociación Amistad con Cuba).
¿Que diferencias ideológicas hay entre las dos candidaturas?
Estarían en el plano de la táctica y la estrategia para desarrollar nuestro programa político, más que en el contenido político. Para nuestra candidatura es fundamental la unidad interna tras el debate colectivo de las diferentes propuestas, y es necesario revitalizar el espacio político de izquierdas que representa Esquerra Unida del País Valencià (EUPV), y no convertirnos en “ala izquierda” de una nueva organización o sujeto político. EUPV es ya una organización plural que integra diversas sensibilidades de la izquierda social y política valenciana, que debe seguir buscando la unidad de la izquierda.
La candidatura que yo encabezo trabaja por recuperar la EUPV que nació hace 30 años para ser un espacio de encuentro de la izquierda social y política. Queremos recuperar la idea de movimiento político y social, con un gran protagonismo de las bases, es decir, nuestros militantes, colectivos y simpatizantes. La mayoría de sus integrantes son militantes de base en sus municipios y en diversos movimientos sociales, con cargos públicos que la apoyan. En la otra candidatura predominan cargos públicos con gestión de gobierno, más “institucional”. Para nosotros es fundamental la organización y la movilización social, que permita desbordar las instituciones, con el trabajo coordinado de nuestros cargos públicos que desarrollan políticas transformadoras.
Otra diferencia es la forma en la que se ha elaborado la candidatura. La que represento es fruto del debate entre las distintas organizaciones y sensibilidades de EUPV. En mi caso he sido propuesto tras un debate por el máximo órgano de mi partido, el Partit Comunista del País Valencià (PCPV), y apoyado por otras sensibilidades. Nuestro manifiesto también se ha elaborado de manera colaborativa y transparente. La otra parte no sé como ha elaborado sus propuestas de candidatura y políticas.
Y también nos diferencia que queremos seguir siendo una federación con autonomía, no una simple delegación o sucursal de Izquierda Unida (IU), que pierda soberanía respecto a la dirección federal.
Sus contendientes se presentan como afines al líder de IU. ¿Son ustedes menos cercanos a Alberto Garzón?
Garzón es el coordinador federal de IU, por tanto es el coordinador de todos. Además compartimos militancia también en el PCE. Tenemos algunas diferencias de planteamientos y estrategias desde nuestra candidatura, pero no me parece correcto utilizar la figura del coordinador de todas como un argumento para el enfrentamiento o posicionamiento. Es el momento de la unidad.
Pérez Garijo se presenta con el lema 'Una nova EUPV per a un nou país': ¿La alternativa que usted representa es la de una EU antigua, dominada por la parte 'rancia' del PCPV y EU?
Entrar en el juego mediatizado de lo “nuevo” frente a lo “viejo”, sacado de contexto, no da una imagen global y real de la situación, ni le quita o le da legitimidad política. En mi caso, yo no he sido cargo público en EUPV nunca, provengo de la militancia de base y en los movimientos sociales. Etiquetar de rancio o viejo a un discurso y una práctica política para quitarle credibilidad puede llevarnos a la política espectáculo o la política condicionada por los poderes económicos y mediáticos. De hecho, considero que una consecuencia de estas etiquetas es el corrimiento a la derecha de las opciones y actuaciones políticas en su conjunto. En el arco electoral, nos encontramos prácticamente con un desierto ideológico en el centro izquierda. Y desde nuestra candidatura entendemos que ese espacio hay que revitalizarlo. Y en la movilización social, hemos visto un “vaciamiento” de las calles, con una delegación a a través del voto para que otros solucionen los problemas. Estamos involucionando en democracia participativa, renunciando al protagonismo de la clase trabajadora y las clases populares, en crear poder popular. Experiencias en Europa y en muchos países de América Latina demuestran que es necesario una voz que plante cara a las políticas capitalistas neoliberales, y tira hacia la izquierda. Los cargos públicos no son los protagonistas de nuestra candidatura, sino que son las bases, los referentes en las calles, en los movimientos y en sus centros de trabajo. Para nosotros las instituciones tienen que estar al servicio de la lucha social.
Además, hay que recordar que el PCPV está contribuyendo en los últimos tiempos con sus debates y sus aportaciones a la transformación del PCE e IU para los retos del futuro. EUPV debe transformarse en un movimiento político y social y abandonar sus estructuras “clásicas” de Partido, convirtiendo sus órganos de dirección en órganos de coordinación entre organizaciones, movimientos y personas.
¿Por qué no se vota la nueva dirección por sufragio universal y directo, como pedía Pérez Garijo, en vez de por el sistema de delegados?
EUPV decidió en su máximo órgano, el Consell Polític Nacional, el calendario y reglamento para nuestra asamblea, dentro de nuestros estatutos, permitiendo el debate sosegado de los documentos político y de estatutos junto a las valoraciones de las propuestas de cara al futuro. Por tanto, es totalmente válida y democrática esta forma de desarrollar la asamblea. Hasta ahora siempre ha sido así. También es cierto que hemos tenido experiencias para elegir candidaturas mediante primarias y mediante sufragio universal en los últimos procesos electorales, y no ha sido del todo modélico ni el proceso ni, como es evidente, los resultados. Ahora bien, desde nuestra candidatura apostamos por revisar el funcionamiento de nuestra organización para dotarla de más y mejores mecanismos de participación de las bases, incluido el sufragio universal, pero garantizando un debate político, de forma y de fondo, que se traduzca en una dirección política que sea la máxima expresión de la voluntad mayoritaria.
¿Apoya usted confluencias del estilo Unidos Podemos o A la Valenciana?
Las confluencias no deben ser simplemente alianzas electorales si queremos transformar la realidad. Las confluencias electorales deben ser la consecuencia “natural”, lógica, del trabajo conjunto de la izquierda social, política, sindical. En este sentido, la experiencia de los últimos procesos electorales ha demostrado que tienen que darse las circunstancias y respeto a la soberania de los diferentes agentes de las coaliciones.
En mi caso, fui candidato el 20D en Unidad Popular en un escenario muy complejo, con una candidatura unitaria de la izquierdas, que luego en las elecciones de 26J se amplió en la coalición A la Valenciana, donde quedamos en condiciones dificiles pero donde nuestra militancia dio todo su trabajo y apoyo. Lo hicimos con la convicción de ser útiles a la transformacion
EU está bajo mínimos tras la pérdida de ingresos por los malos resultados electorales de las autonómicas de 2015. ¿Hacia donde debe ir el partido?
EUPV debe marcar una ruta propia, diferenciando nuestro espacio político del resto de formaciones valencianas, que en nuestro caso es una organización de izquierda transformadora, anticapitalista, republicana, feminista. Debemos darle prioridad a activar los conflictos sociales en respuesta a las políticas depredadoras que acaban con los derechos y libertades de la clase trabajadora y las capas populares. Debemos potenciar el trabajo municipalista, donde hemos crecido en número de representantes y de gobiernos locales, desarrollando políticas que sientan las bases del cambio real, más allá de la simple gestión del sistema. Debemos trabajar con la izquierda social y política para tejer un contrapoder popular que permita transformaciones reales, desde el trabajo institucional reflejando la fuerza de la calle. Sin movilización social no habrá transformación real. Todo esto permitirá recuperar fuerza, unidad de acción, ilusión en nuestra militancia, simpatizantes y votantes, y en consecuencia aumentar nuestra visibilidad, representatividad y capacidad de intervención para la transformación social.