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Sobre este blog

Este blog pretende transmitir reflexiones sobre música, literatura, arte, pensamiento y cultura en general, sin eludir la dimensión política. Trata de analizar la realidad, especialmente cuando, como ocurre con frecuencia, supera la ficción.

No solo de Brahms

Xavier Torres interpreta el concierto de Haydn.

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Allá por los ochenta del pasado siglo Radio Clásica de RNE, entonces llamada Radio 2, emitía por la noche un programa, A contraluz, conducido por José Luis Téllez y Olga Barrio. Tuvo una gran fama, entre la inmensa minoría que se interesa por la música impropiamente denominada clásica, claro está. Incluía una sección titulada No solo de Brahms vive el hombre. Me ha venido a la memoria a raíz de dos conciertos programados por el Palau de la Música de Valencia, dentro de la muy generosa oferta que despliega en esta nueva época que dirige Vicent Llimerà, tras los cuatro años negros de cierre.

Me refiero a los celebrados el 9 y el 11 de abril pasados en la sala Rodrigo, el primero de ellos dedicado a una selección del Officium Hebdomadae Sanctae de Tomás Luis de Victoria, con el grupo Avocal CDM, dirigido por Marco García de Paz. El segundo fue interpretado por una selección de profesores de la Orquestra de València, con su principal director invitado, Paul McCreesh, destacada figura de la interpretación historicista. Hubo dos sinfonías de Mozart, las numeradas como 29 y 39, y el Concierto para teclado nº 11, en re mayor, de Haydn, con el pianista Xavier Torres como solista. 

Estos dos acontecimientos parecían destinados a registrar una pobre asistencia. El primero se celebró el día siguiente al del concierto de la Filarmónica de Londres y víspera de La Pasión según San Mateo. El segundo, después del célebre oratorio de Bach. En ambos casos, sin embargo, hubo una nutrida afluencia de público.

Tomás Luis de Victoria es una de las más grandes figuras de la polifonía renacentista, y su Oficio de Semana Santa, del que se ofreció una rica selección, es obra de referencia absoluta. No obstante, esta música, que se interpreta a cappella, o con el apoyo de un órgano positivo, como el tocado por Joan Boronat en este caso, está lejos de atraer a las masas que llenan las salas sinfónicas de los auditorios. Tuve la fortuna de vivir desde dentro el placer de cantar obras de Victoria, Morales y Guerrero, entre otros polifonistas, durante mis años de estudiante, en la Coral Universitaria de Murcia, dirigida por Enrique González Semitiel. El grupo Avocal CDM, impulsado por Capella de Ministrers y Carles Magraner, hizo una muy bella y sensible interpretación.

Aunque McCreesh ha trabajado y grabado la polifonía española con su grupo Gabrieli Consort, en este caso ofreció una música muy diferente, obras compuestas unos dos siglos después de las de Victoria. No se puede decir que Mozart y Haydn sean compositores infrecuentes. Pero es cierto que la mayoría de los directores tienen preferencia por las grandes obras sinfónicas del siglo XIX y primera mitad del XX, con grandes masas orquestales, y dedican menor atención a la música del clasicismo. A lo sumo, lo más habitual es incluir alguna sinfonía de Haydn o Mozart en la primera parte de los conciertos. En este caso, todo el programa estuvo dedicado al llamado Clasicismo Vienés, y se celebró en la sala de cámara, habitualmente destinada a conjuntos más reducidos. Cabe recordar, no obstante que en la muy lejana temporada 1990-91 se interpretaron allí los 27 Conciertos para piano y orquesta de Mozart.

En esta ocasión McCreesh presentó interpretaciones vivas e intensas de las dos sinfonías, la 29 alegre y juvenil, la 39 prerromántica y melancólica. En medio, el único de los conciertos para teclado de Haydn, de clara influencia mozartiana y muy brillantemente tocado por Xavier Torres. Fueron dos ejemplos de que se pueden ofrecer muchas más músicas atractivas que el repertorio para gran orquesta. “No solo de Brahms vive el hombre”, decían José Luis Téllez y Olga Barrio en Radio 2. El programa fue suprimido en 1986 porque Téllez llamó “borregos” en antena a quienes habían votado afirmativamente en el referéndum sobre la OTAN. Pero, como diría Kipling, esa es ya otra historia.

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