Este blog pretende transmitir reflexiones sobre música, literatura, arte, pensamiento y cultura en general, sin eludir la dimensión política. Trata de analizar la realidad, especialmente cuando, como ocurre con frecuencia, supera la ficción.
La realidad y el deseo
A medianoche del 20 de octubre de 1982 el entonces gobernador civil de Valencia, José María Fernández del Río, y el director general de Obras Hidráulicas del Gobierno central, José Ruiz, ofrecían una rueda de prensa en el Palacio del Temple, sede del Gobierno Civil. Yo asistía como periodista, y el objeto de la información que se ofrecía eran las inundaciones que se habían producido en la Ribera debido a las fuertes lluvias. Fernández del Río decía que las aguas estaban bajando de nivel y Ruiz llegó a afirmar que “posiblemente” la presa de Tous no se había roto. Al día siguiente supimos que la presa había reventado esa tarde a las 19.15, unas cinco horas antes de la rueda de prensa que intentaba minimizar lo que fueron unas catastróficas inundaciones. Presidía por aquel entonces el Gobierno Leopoldo Calvo Sotelo, de la UCD.
La rotura de la presa de Tous originó una crecida en el Júcar de 16.000 m3/s, que hizo que el agua alcanzase ocho metros de altura en poblaciones como Sumacàrcer, Gavarda y Beneixida. Las dos últimas fueron reconstruidas en lugares distintos para evitar que fuesen inundables.
Estos recuerdos, así como el aspecto que ofrecía Alzira dos días después, cuyas calles recorrí con el agua a un metro de altura, me vienen a la memoria por las terribles inundaciones que se acaban de producir de nuevo, con resultados mucho más catastróficos y una enorme pérdida de vidas humanas. El denominador común es la dificultad de algunos gobernantes para admitir la realidad al confundirla con sus deseos. El interés, quizá inconsciente, por rebajar las proporciones del desastre acarrea entre otras cosas la tardanza, negligente, puede que criminal, en actuar.
Las actuales inundaciones se han producido en un momento histórico en que la tecnología ofrece muchos más medios de alerta que los de 1982. El problema es que entonces Fernández del Río, a quien la inventiva popular acabó bautizando como Fernández de la Riuà, pensaba que la presa de Tous no se había roto y se fue a dormir. También el presidente de la Generalitat, Carlos Mazón dijo a mediodía que el temporal se desplazaba hacia la Serranía de Cuenca y que el riesgo disminuiría a partir de las 18 horas. Luego se fue a comer y desapareció varias horas, durante las que llovió torrencialmente y se desbordó el Barranco del Poyo. La alerta de la Generalitat se lanzó a las 20.13, cuando ya muchas poblaciones estaban inundadas y numerosas personas y vehículos habían sido arrastrados por las aguas.
Cuando escribo estas líneas ya se conocen algunos detalles de la comida de Mazón. Como que lo acompañó Maribel Vilaplana, a quien ofreció sin éxito un puesto que debe ser cubierto por concurso público. Eso arroja nueva luz sobre la limpieza de esos concursos. También se han conocido las falsedades y contradicciones en que incurrió la consellera de Justicia e Interior, Salomé Pradas, sobre el ofrecimiento reiterado que le hizo la delegada del Gobierno, Pilar Bernabé, de la Unidad Militar de Emergencias.
Lo cierto es que tanto Fernández del Río y José Ruiz en aquel momento, como el presidente Mazón ahora, se dejan llevar por el impulso, quizá irrefrenable, de confundir los deseos de que no ocurra la catástrofe con la realidad de que se produce. Y eso supone no actuar a tiempo de prevenir las consecuencias. Además, me sorprende la ligereza con la que políticos como Mazón y Pradas se entregan a lanzar medias verdades o groseras mentiras sin tener en cuenta que vivimos en un mundo en que todo lo que se hace o dice queda inmediatamente grabado.
Todo este asunto me ha traído a la memoria otra tragedia, la de los atentados yihadistas del 11 de marzo de 2004 en Madrid. Eduardo Zaplana, padrino político de Mazón, ahora condenado por corrupción, era entonces portavoz del Gobierno de José María Aznar, y fue una de las voces que difundieron la falsedad de que el atentado había sido cometido por ETA. Se me ha quedado grabada aquella noche de las corbatas negras, con las comparecencias en televisión de Zaplana y Ángel Acebes, entonces ministro del Interior. También la difusión que Aznar personalmente hizo de la mentira llamando en persona a directores de medios de comunicación. El PP de entonces, y algún periódico también, estuvieron años atizando la teoría de la conspiración, claramente desmentida por las sentencias judiciales.
Es muy célebre la frase que se atribuye a Abraham Lincoln, aunque parece que nunca la dijo: “Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo”. En cualquier caso, la reciente y aplastante victoria electoral de Donald Trump plantea serias dudas sobre la certeza de la afirmación.
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Este blog pretende transmitir reflexiones sobre música, literatura, arte, pensamiento y cultura en general, sin eludir la dimensión política. Trata de analizar la realidad, especialmente cuando, como ocurre con frecuencia, supera la ficción.
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