Este blog pretende transmitir reflexiones sobre música, literatura, arte, pensamiento y cultura en general, sin eludir la dimensión política. Trata de analizar la realidad, especialmente cuando, como ocurre con frecuencia, supera la ficción.
La revolución cultural de los ochenta

El Requiem de Verdi fue interpretado los días 12 y 13 de junio de 1987 en el Palau de la Música de Valencia, con la entonces llamada Sala A repleta de público. Sobre el escenario, el Collegium Musicum de la Universidad de Mainz y la Orquesta Municipal de Valencia, dirigidos por Joshard Daus. Cerraba un ciclo de 60 conciertos, 20 de ellos sinfónicos y el resto de cámara, con el que se inauguró el auditorio. El primero fue el 25 de abril anterior, con la misma orquesta, el Coro Nacional de España, solistas vocales y el guitarrista Narciso Yepes, dirigidos por Manuel Galduf. “La gran incógnita que nos planteábamos”, manifestaba el responsable de la programación, Javier Casal, “era si el público era capaz de asimilar tanta oferta en tan poco tiempo. La sorpresa ha sido comprobar que sí”.
Aproximadamente un año antes, Zubin Mehta dirigía la Orquesta del Maggio Musicale Fiorentino en el Teatro Principal de Valencia, con un programa que incluía en su segunda parte la Sinfonía número 9, la Grande en do mayor, de Schubert. El bis fue la obertura de La forza del destino de Verdi. Solo hubo media entrada, pese a lo atractivo del programa. Quizás la promoción no fue la adecuada, pero, sobre todo, el público de música clásica no estaba acostumbrado a este tipo de acontecimientos. La vida musical valenciana se sustentaba sobre dos pilares: la programación de la Orquesta Municipal y la de la Sociedad Filarmónica. La existencia del Palau de la Música cambió la situación, al convertirse en sede de la orquesta, que pasó a compartir ciclos de abono con otras orquestas del mundo y solistas internacionales.
El Palau de la Música fue construido por el Ministerio de Cultura, con la colaboración de la Generalitat Valenciana y el Ayuntamiento de Valencia, que aportó los terrenos y asumió la gestión. El coste fueron 1.200 millones de pesetas, cantidad que hoy parece irrisoria. La colaboración entre Administraciones se veía favorecida por la coincidencia de color político. El PSOE dominaba la vida pública, con Javier Solana al frente del Ministerio de Cultura, Ricard Pérez Casado en el Ayuntamiento de Valencia y Joan Lerma en la Generalitat. Formaba parte de lo que se llamó el Plan Nacional de Auditorios, que incluía inicialmente un total de 13, entre los que estaban los de Las Palmas, Cuenca, Sevilla, Santiago, Murcia, Oviedo, Barcelona, Zaragoza, Málaga y Valladolid. El siguiente fue el Auditorio Nacional de Madrid, inaugurado el 21 de octubre de 1988. El 20 de marzo de 1990 tuve ocasión de cruzar unas palabras con el director de orquesta italiano Carlo Maria Giulini después de un concierto que ofreció en el Palau de Valencia. Hizo grandes elogios de los nuevos auditorios españoles y se quejó de que, por el contrario, en su país había muy bellos teatros, pero no auditorios. “È una vergogna”, lamentaba.
El Plan Nacional de Auditorios ha cambiado en las últimas cuatro décadas el panorama musical español desde los tristes años del franquismo y su inercia a una actualidad con muchas orquestas de calidad y un nutrido grupo de destacados músicos, algunos de los cuales de brillante carrera internacional. En ello también tuvo influencia decisiva la Joven Orquesta Nacional de España (Jonde), que fue creada en 1983, y en la que estuvieron muchas de las que hoy son grandes figuras de la música.

Ibermúsica, que organiza los grandes ciclos de orquestas internacionales, dedica un concierto el próximo 4 de marzo en Madrid, con la Filarmónica de la Scala, a José Manuel Garrido, con motivo de su 80 cumpleaños. Él fue el impulsor de una revolución cultural que se vivió durante los años ochenta del siglo pasado. Llegó al Ministerio de Cultura en 1982 como director general de Música y Teatro. En 1985 la Dirección General se transformó en Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música, y posteriormente fue subsecretario del ministerio de 1989 a 1992. Trabajó con los ministros Javier Solana y Jorge Semprún.
Además de la creación de la Jonde y de la puesta en marcha del Plan Nacional de Auditorios, entre las iniciativas de Garrido figuran la creación de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, el Plan de Rehabilitación de Teatros Públicos, la puesta en marcha de la reconversión del Teatro Real en teatro de Ópera, la creación del Centro Nacional de Nuevas Tendencias Escénicas y el Centro de Difusión de la Música Contemporánea, la publicación del Anuario y la Guía Teatral de España y de la Revista El Público, la creación de los Consejos del Teatro y de la Música y el impulso y renovación del Festival de Teatro Clásico de Almagro, con la creación allí del Museo Nacional de Teatro.
Está a punto de cumplir 80 años y el primero de los auditorios del plan que puso en marcha, el de Valencia, se acerca a los 40. También el de Madrid, que los cumplirá en 2028. Allí se celebra el concierto que Ibermúsica le dedica “por su dedicación al enriquecimiento de la cultura en nuestro país”.
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