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César Sabater: “Hace mucho tiempo que los tópicos valencianos no se ponen sobre la mesa”

César Sabater sabe manejar las cámaras. Es realizador, guionista, productor y, ahora, director. Ha trabajado como reportero para Televisión Española, ha escrito cortos, rodado videoclips y hace varios años decidió dar el salto al cine. El guión de lo que hoy es Paella Today!, nos cuenta, estuvo guardado varios años. Nació como un lío amoroso y se ha convertido en un lío amoroso y gastronómico.

Aunque acaba de estrenar su primer largometraje, cuando hace la entrevista aún quedan unas horas. La ilusión se le nota. Orgulloso de haber sacado adelante una película con pocos medios, está agradecido por lo que su tierra natal le ha brindado y considera que puede ayudar a entender la ciudad, sus gentes y sus costumbres.

Pregunta: ¿Cómo es la aventura de meterse a dirigir el primer largometraje?

A nivel de trabajo ha sido brutal. Ha sido un trabajo humilde, con pocos medios y mucha inversión privada. Ha sido un desgaste, pero creo que todas las películas lo son. Ha sido una lucha contra los elementos, empezar la casa por el tejado. Hemos estado casi dos años intentando hacer la mejor película posible dentro de nuestras posibilidades, con el 20% del presupuesto habitual. Pero espero poder seguir desgastándome con 4 o 5 películas más.

¿Por qué utilizar los tópicos como uno de los elementos centrales de la película?

Los tópicos son la base de cualquier comedia. No los ponemos en tela de juicio, los dejamos caer encima de la mesa. Una comedia puede jugar con eso sin filosofar. Los tópicos han salido porque yo soy un tópico valenciano y existe gente así. Los que salen en la película responden al valenciano típico: Pep es un meninfot, al que le da todo igual; Vicent es un milhomens, lo contrario a un machote, que lo quiere aparentar pero no lo es.

Hay quien considera que es una película al estilo de ‘Ocho apellidos vascos’ ¿Le ves relación?

Creo que es un poco así por los localismos. Pero aunque cueste creerlo, el guión tiene años. Es bastante anterior a ‘Ocho apellidos vascos’. La película ha salido así porque mi influencia es mi ciudad y mi vida; yo soy muy valenciano, tengo un carácter típico y es lo que conozco y lo que me hace gracia. Tenía que salir así. Creo que hay directores que construyen películas desde un fundamento artístico o moral; yo no he hecho eso, he hecho la película que he querido y así de valenciana ha salido. Se ha ido construyendo con el rodaje. Tiene algo muy personal, los dos protagonistas son muy idiotas, como yo. Su reflejo es mi personalidad, creo que soy una mezcla de ambos.

También se dice de ella que es una ‘gastrocomedia’ ¿Te sientes cómodo con el término o no tiene nada que ver?

Sí, claro. Es una forma de diferenciarnos del resto. Tenemos muy poco presupuesto, somos algo pequeñito, una pulga que se intenta subir a un rottweiler. Además, creo que tiene un componente gastronómico importante, que todo gira alrededor de la paella, es el hilo conductor. Además, para orgullo de los valencianos, se dice cuáles son sus ingredientes exactos. Siendo el cuarto plato más buscado en Google, creo que tenemos un potencial gastronómico que es seña de identidad que no hemos explotado. Es una forma de salir al exterior, también de poner la película en el mapa. El título también busca la internacionalización, es un enganche muy rápido.

En la película aparecen muchos elementos emblemáticos de la ciudad, en especial los escenarios. Junto al movimiento del paella emoji, de la ‘wikipaella’, del día internacional… ¿Te ves como embajador de la terreta? la terreta

Humildemente, no me importaría serlo. Esperamos que sirva un poco para hacer justicia en términos culinarios. La paella también es identidad y cuando veo una mal hecha me salen los demonios (ríe). Creo que por la memoria de mis padres y abuelos, que lo concebían como un plato de germanor, de fiesta. El plato ha sufrido un vilipendio brutal en el mundo. Creo importante poner las bases. He visto monstruosidades en los puestos de fallas que dicen que venden paella y tienen una cosa caldosa… Hay que tomárselo en serio. El otro día en París multaron a un panadero por hacer demasiado pan, por no respetarlo, porque es una de sus señas de identidad.

¿Es fácil rodar en tu tierra y hablar sobre ella?

Creo que sí. Aquí lo tienes todo favorable. La gente agradece ver Valencia en la gran pantalla, que no se ve mucho. Pero la parte negativa es que desde fuera seguimos arrastrando cierto provincianismo, que nos miren por encima del hombro… Y espero que contribuya a resolverlo. Además, este año se van a estrenar una serie de películas valencianas y vamos a intentar que se hable de la nueva cinematografía valenciana, que ya es hora.

¿La sociedad valenciana sabe reírse de sí misma?

Espero que sí. Creo que sí. Hace mucho tiempo que los tópicos valencianos no se ponen sobre la mesa. Desde El virgo de Visanteta, que fue un éxito absoluto en la Comunidad Valenciana pero fuera nada. Pero el tema del localismo no sé si se entenderá fuera. Espero que sí, porque se basa en cosas muy normales: amistad, celos, amor, gastronomía, el poder de la mujer… Me gusta el personaje de Mamen García, que dice que las mujeres tienen que ser valientes.

¿Qué papel toma la ciudad en el filme?

Es un personaje más. La base de la película es que dos idiotas se enamoran de una mujer que no quiere ser de nadie porque quiere ser libre. Quería montar una historia con el escenario de la ciudad, que creo que desde La Bicicleta, no ha salido en la gran pantalla con consciencia. Sale La Plaza Redonda, el Mercado Central, l’Almoina, la puerta de la Lonja… Me gustaba que la ciudad fuera protagonista. Creo que puede ayudar también turísticamente a conocer estos lugares.

Cuando hicimos el primer pase en Albycine se me acercó una pareja, que ella era valenciana y me dijo que estaba encantada de ver la ciudad otra vez. Creo que hay un sentiment, como la fuerza de Star Wars, que o se tiene o no se tiene, y hace que la película vaya por donde va.

Hablabas antes de la nueva industria valenciana. ¿Crees que hay un renacer del cine?

Creo que À Punt se ha notado mucho. La pata de una televisión es fundamental para empezar un proyecto cinematográfico. A partir de septiembre se empezará a hablar de otras películas valencianas con vocación nacional, como Tornar a casa, rodada en valenciano, o la última del realizador Àlex Montoya, La Asamblea. Creo que habrá rebrote, gracias a que se ha juntado una generación preparada y que tiene el apoyo de la Radiotelevisión valenciana, que ayuda a las producciones pequeñitas.

¿Las instituciones valencianas apoyan a sus creadores?

Nos apoyan, pero deberían apoyarnos más. Las cantidades económicas que se dan en otros lugares y aquí no tienen nada que ver. Así comprendes como los franceses tienen la industria que tienen. Nosotros lo tenemos muy difícil para competir.

El triángulo amoroso es un recurso bastante utilizado en el cine. Tú utilizas el poliamor ¿Crees que lo acabará sustituyendo?

En este caso, es un triángulo amoroso abierto. Generacionalmente, no sé si estaría preparado, pero puede que pasara por el aro. Las nuevas generaciones creo que sí están más acostumbradas a ello.

César Sabater sabe manejar las cámaras. Es realizador, guionista, productor y, ahora, director. Ha trabajado como reportero para Televisión Española, ha escrito cortos, rodado videoclips y hace varios años decidió dar el salto al cine. El guión de lo que hoy es Paella Today!, nos cuenta, estuvo guardado varios años. Nació como un lío amoroso y se ha convertido en un lío amoroso y gastronómico.

Aunque acaba de estrenar su primer largometraje, cuando hace la entrevista aún quedan unas horas. La ilusión se le nota. Orgulloso de haber sacado adelante una película con pocos medios, está agradecido por lo que su tierra natal le ha brindado y considera que puede ayudar a entender la ciudad, sus gentes y sus costumbres.