La categorización de la portavoz del grupo parlamentario de Ciudadanos, afirmando que “el uso del valenciano es un retorno a la aldea” y que “no tiene ningún tipo de valor en aspectos tales como la empleabilidad” ha dejado indiferente a pocas personas.
Según se puede leer en su blog Carolina Punset Bannel (Washington D.C 1971) es licenciada en derecho por la universidad autónoma de Madrid y Master en cooperación al desarrolló por la Universidad Complutense. Además de haber ejercido como abogada penalista, especialista en cooperación al desarrollo y Ongs.
Lo que todavía genera más sorpresa es que su itinerario curricular trate transmitir que es una persona “sensible” con las desigualdades sociales. Fruto de sus palabras uno entiende o que padece amnesia selectiva o que al final algún kilo de maquillaje hay en todo esto.
Más allá del desacierto de sus palabras, su señoría Carolina Punset, denota una carencia absoluta de sensibilidad y respeto hacia las personas que ahora representa.
Su señoría Punset, ha tenido la oportunidad de estudiar en buenas universidades y por su privilegiada posición, codearse con las élites. Pero no ha tenido la oportunidad de relacionarse con las miles de personas que se han educado y vivido en valenciano y a las que ahora representa, por ordinario y grotesco que le pueda parecer.
Como la gran mayoría, yo no he tenido la suerte de poder enriquecer mi currículum o mis opciones laborales viviendo en Washington D.C., o pagarme un master en ESADE. Por el contrario, sí que he tenido que trabajar para costear mis estudios cuando era joven. Y en esas relaciones laborales y personales con otros peones de almacén o con otros camareros, en las “aldeas” con los que hablaba en valenciano. Ahora que me empieza a salir alguna cana en la barba sigo trabajando con empresarios y gerentes de pymes, profesores, alumnos... que por cierto también hablan valenciano. Para más inri las más de diez organizaciones en las que he podido trabajar, únicamente en una se hablaba en inglés una vez al mes por si algún día hacía falta. Eso sí, en todas sin excepción he empleado el valenciano en gran parte del tiempo en la relación con compañeros, proveedores, clientes...
Sé que en Washington el valenciano no es la lengua vehicular, pero de la misma manera que si un comercial tratase de vender a un empresario valenciano afincado en EEUU el valenciano sería la escusa perfecta para generar un vínculo emocional entre ambos y establecer relaciones de intercambio mercantil.
En las ventas, en las relaciones comerciales y humanas, la existencia de elementos indentitarios y emocionales comunes aproxima a las personas. Al igual que las separa ser de equipos de fútbol distintos, o de partidos políticos opuestos.
El lenguaje sirve para comunicar y los elementos identitarios son siempre positivos: en las relaciones personales, en las relaciones comerciales, laborales, pero por encima de todo en las relaciones entre personas. Despreciar desde la soberbia el idioma y las señas de identidad culturales de un pueblo, es reprobable e injustificable. El menosprecio, la soberbia y el ninguneo del pueblo al que un representante institucional representa requiere cuanto menos de una disculpa. Aunque en mi humilde opinión de la dimisión. Desde lo más entrañable Carolina, no soy persona que simpatice con los nacionalismos, pero prefiero la aldea a la caverna.