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La familia del exconseller Blasco trata de recomprar bienes que la Justicia le incautó por el saqueo de los fondos de cooperación

Rafael Blasco Císcar, hijo del exconseller del PP Rafael Blasco condenado por corrupción, un ciudadano letón y una vecina de Benifairó de la Valldigna magistrada de profesión. Esas son las tres personas que acudieron a la subasta del 1% de unos terrenos agrícolas con casa para aperos que el Tribunal de Cuentas le requisó a Rafael Blasco para pagar el saqueo a los fondos de Cooperación de la Generalitat Valenciana durante los años 2008 y 2010. Los campos de naranjos de unas 25 hanegadas forman parte de una finca sita en la Barraca d'Aigües Vives (Alzira) que donó Blasco a su hijo, pero de la que mantuvo ese 1% . Tras su condena, la Justicia le reclamó esa propiedad. Junto a esta explotación agrícola se encuentra la mansión que se construyó el conseller durante su etapa como político y que cuenta con tres viviendas, una piscina y una pista deportiva. En este caso sí que le requisaron el 100% del inmueble, subastado por 620.000 euros y que se quedó la inmobiliaria portuguesa Inéditenigma.

Según la información en poder de elDiario.es, la subasta del 1% de la finca de naranjos que se produjo en 2021 fue más que rocambolesca y, tras varias pujas por encima del precio de mercado, la finca acabó vendiéndose muy por debajo del precio real.

La subasta arrancó por 600 euros por los que todos los aspirantes pujaron. Tras varias ofertas, la vecina de Benifairó de la Valldigna llamada Carmen Ramis se plantó en los 2.000 euros. Tanto Rafael Blasco Císcar, conocido artísticamente por Rablaci, como el ciudadano letón Gints Lazdins siguieron realizando pujas hasta alcanzar los 40.606 euros. Lo insólito era que fijar el precio del 1% de los campos de naranjos a más de 40.000 euros supondría que la finca de 25 hanegadas tendría un valor de más de cuatro millones de euros. Algo ficticio e irreal para como está el precio del suelo rústico.

La subasta de los terrenos la ganó Gints Lazdins, quedándose el hijo del exconseller a un euro, ya que pujó hasta los 40.605 euros. Pero la historia no acabó ahí. Meses después de la subasta y cuando ya se había olvidado, Carmen Ramis recibió una llamada del Tribunal Superior de Justicia anunciándole que ella era la adjudicataria de la finca por 2.000 euros, ya que los otros dos aspirantes habían renunciado a completar su oferta. La vecina consignó los 2.000 euros y se inscribió la propiedad del 1% en el registro, tal y como ha podido confirmar elDiario.es.

Meses después de conseguir la parte de la propiedad de la finca y justo cuando la Justicia archivó la causa contra Rafael Blasco Císcar por el caso IVAM, en el que su madre, Consuelo Císcar, fue condenada a un año y medio de cárcel, la vecina de Benifairó de la Valldigna se puso en contacto con la familia del exconseller para poder cogestionar la finca de la que era ya era copropietaria. Tras este primer contacto, Carmen Ramis tuvo una reunión en un bar de la Barraca d'Aigües Vives con la exdirectora del IVAM, quien le puso encima de la mesa 6.000 euros, cantidad que la mujer se negó a aceptar. Ramis, que es magistrada, le propuso que le abonara los 40.505 euros para que fueran devueltos al Tribunal de Cuentas, excepto los 2.000 que pagó ella por los terrenos, que irían a satisfacer su inversión.

Al no haber acuerdo entre las dos partes, Rablaci demandó a la magistrada ante la Justicia para conseguir hacerse con el 1% de la finca por 2.000 euros. Tanto en primera instancia, como en la Audiencia Provincial, el hijo del exconseller consiguió que le dieran la razón en dos llamativas sentencias, pese a que el demandante llegó a pujar por escrito que hubiera pagado 40.605 euros por el 1%. La causa se encuentra ahora en el Tribunal Supremo a la espera de resolución.

Tal y como ha venido explicando Carmen Ramis en sus recursos a los que ha tenido acceso elDiario.es, no tiene razón Rablaci ni los tribunales para tasar el precio del 1% de la finca en 2.000 euros. “Siempre se ha conocido la identidad del mejor postor, posteriormente, adjudicatario, así como el precio del remate, y por ello se interpuso la demanda con fecha 18 de Mayo de 2.021. Nótese, que el actor jamás ha negado, ni siquiera en el acto de la audiencia previa, que desconociera las condiciones de la venta, entre otras razones porque él participó en la subasta, realizó posturas en la misma, tuvo conocimiento de todas ellas, así como de la postura realizada por el Sr. Gints Lazdins, por importe de 40.606 €, sólo un euro superior a la realizada por él previamente (40.605 €). Tuvo también conocimiento de la renuncia del Sr. Lazdins a la postura por él realizada, y pudiendo haberse adjudicado la cuota indivisa objeto de subasta, pues el actor era el siguiente mejor postor, decidió no consignar el resto del precio, para provocar que mi mandante fuese la adjudicataria final y así, ejercitar, a posteriori, la acción de retracto, y adjudicarse la cuota indivisa por una cantidad infinitamente interior”, reza el recurso de Ramis a la Audiencia Provincial de Valencia.

Además, añade, “lo cierto es que el actor tuvo pleno conocimiento de las condiciones de la venta, sin que sea lícito, y sí contrario a la buena fe, no completar su postura para luego ejercitar el retracto por menor precio que el ofrecido por él”.

ElDiario.es se puso en contacto con el despacho del abogado de Rablaci, quienes a preguntas sobre la situación de la causa y de su cliente no obtuvo respuesta.

El matrimonio de Rafael Blasco y Consuelo Císcar y sus hijos llegaron a amasar en su vida vinculada a la política y gracias a importantes herencias un patrimonio espectacular. Según contó elDiario.es, 51 propiedades equivalentes a 37 campos de fútbol. Sin duda, la joya de la corona fueron los terrenos de Blasco en Alzira que ahora su hijo y Consuelo Císcar intentan recuperar. En aquella ya mítica mansión de la política valenciana, el matrimonio llegó a tener decenas de obras de arte que nunca fueron reclamadas por la justicia para satisfacer el agujero de los distintos casos de corrupción en los que se vieron envueltos.