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La gestión privada de los recintos culturales de Valencia pincha

La Rambleta, el centro público, de gestión privada, referente en la escena cultural de Valencia ha perdido a su programador y a su responsable en apenas un mes. El Musical, el teatro municipal del Cabanyal gestionado por una empresa del productor José Luis Moreno, podría ser rescatado por el ayuntamiento por los impagos de su gestor.

En otras palabras, la gestión privada de los recintos culturales públicos en Valencia está en entredicho. Amadeu Sanchis, concejal de EU, habla directamente de “la deriva de la gestión indirecta de la cultura”. Con la dimisión de Gemma Sastre, la directora de Espai Rambleta, “tenemos una prueba más de que la gestión indirecta solamente busca el beneficio económico y no propuestas culturales tan interesantes como las que hasta ahora se habían programado”, dice el edil.

El ayuntamiento presidido por Rita Barberá, como en otras áreas, apuesta por la gestión privada de los recintos culturales públicos. Espai Rambleta está gestionado por Bulevar del Arte y la Cultura, una empresa propiedad, entre otros, de las constructoras Cyes, Secopsa y algunos miembros de la familia Reyna, antiguos propietarios del diario Las Provincias.

La compañía recibe anualmente 2.2 millones de euros del Ayuntamiento de Valencia por la construcción y gestión del recinto, pero la empresa, para que le salgan los números, necesita más ingresos. Eso –dar un “giro más comercial” a su oferta- provocó el despido de su programador cultural y, después, influyó en la dimisión de la responsable del espacio.

Moreno, a través de una empresa, Crystal Forest, también cobra por su labor en El Musical: 400.000 euros al año. Frente a las alabanzas, hasta ahora, sobre la gestión de Espai Rambleta, el teatro sólo recibe críticas: su programación se tacha de floja o directamente de penosa en el mundo de la cultura y, además, Moreno no está al día en sus pagos a hacienda o la seguridad social. El ayuntamiento ya ha iniciado los trámites para rescatar la concesión.

La extensión de modelo Alzira

El modelo Alzira –la gestión privada de un hospital público- es común en varios recintos o servicios del Ayuntamiento de Valencia, desde los gimnasios hasta la grúa pasando por los aparcamientos. El ayuntamiento cree ahorrar costes –salarios, por ejemplo- y mejorar la gestión con las concesiones, pero, en la actual coyuntura, la gestión es muchas veces deficitaria.

Barberá quiere recuperar el control de Piscina Valencia por los impagos, el Polideportivo de la Rambleta ha estado cerrado dos años tras la renuncia por las pérdidas de la anterior concesionaria y algunas empresas han renunciado a hacer los aparcamientos adjudicados por la incertidumbre sobre la rentabilidad del proyecto.

La alternativa, en muchos casos, sería recuperar la gestión municipal, pero hay un problema: la falta de dinero. El ayuntamiento de Valencia debía a fin de 2013 872 millones de euros, a 1.100 por vecino. Sin estar en quiebra como la Generalitat, la tesorería no permite alegrías.