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La inmobiliaria portuguesa que compró en subasta la mansión del exconseller corrupto Rafael Blasco por 624.000 euros la tiene abandonada

Puerta principal de la mansión de Rafael Blasco que compró por subasta la inmobiliaria portuguesa.

Sergi Pitarch

València —
15 de septiembre de 2024 22:00 h

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Los precios de la vivienda, disparados. Las casas de lujo en las zonas mediterráneas, a precios imposibles. ¿Para qué quiere una inmobiliaria portuguesa dos viviendas y una mansión en pleno campo de Alzira (València) echadas a perder?

Esta es la pregunta que se haría cualquier ciudadano, e inversor, que conociera la situación actual (el pasado jueves 12 de septiembre) del que fuera cuartel general del otrora todopoderoso conseller de Joan Lerma y Francisco Camps, Rafael Blasco. Y es que la finca del también exportavoz del PP en las Corts Valencianes fue una de las joyas que le fueron requisadas al expolítico por el Tribunal de Cuentas para pagar el saqueo de los fondos de cooperación al desarrollo de la Generalitat Valenciana. La Justicia obtuvo por la subasta del inmueble 624.000 euros al ser la de la firma lusa Inéditenigma la única oferta que se presentó, pese a que la propiedad fue tasada en 891.024 euros.

Tal y como ha podido comprobar elDiario.es, la finca sita en la Barraca d'Aigües Vives (Alzira) se encuentra totalmente abandonada desde, al menos 2021, cuando la empresa portuguesa abonó los más de 100 millones de pesetas. Desconches en la pintura de la vivienda, originaria de principios del siglo XX, que Blasco rehabilitó durante su etapa de conseller de Territorio. Césped y hierbas de más de medio metro que se pueden observar a poco que un curioso se atreva a mirar entre las rejas. Y árboles, palmeras y arbustos decorativos sin podar desde hace años por la falta de mantenimiento. En los muros exteriores, antes de un verde mate con enredaderas, las plantas están muertas y la pintura descolorida. Los naranjos, la pista deportiva y la piscina estilo asiático, también echados a perder. El que fuera conciliábulo de la política y la empresa de la Comunitat Valenciana, dejado de la mano de Dios. Y lo más importante, totalmente devaluado. Una inversión sin sentido. ¿O sí?

Según el Registro de la Propiedad, a día 13 de septiembre de 2024, la propiedad de la finca en estado de abandono del expolítico valenciano sigue siendo de la inmobiliaria Inéditenigma, cuyos accionistas son el matrimonio portugués, José Mário Cordeiro Dos Santos (con el 99% de la sociedad) y Sónia Lukene Gonçalves Dias Cordeiro Dos Santos (con 1% restante). Ni han buscado inquilinos, ni tampoco una venta rápida para aprovechar el buen momento del ladrillo en la Comunitat Valenciana y España. Nadie al telefonillo y nadie cuidando de que la propiedad se pierda.

La finca, como muy bien acreditaron los tasadores, tiene un importante valor económico. Casi un millón de euros. Y es que dispone de tres viviendas, una piscina y una pista deportiva. La casa rehabilitada y origen del complejo tiene 135 metros construidos. En su día, Blasco la rehabilitó con los colores, ventanas y puertas originales de principios del siglo XX. Es la casa color ocre que se puede observar desde la calle.

La segunda casa es la vivienda que construyó para su hijo y que tiene 175 metros cuadrados construidos. Construyeron una entrada diferente pero, un fallo del notario en la escritura, la incluyó en esta finca y no en la propiedad segregada del hijo de Blasco, Rafael Blasco Císcar, conocido como Rablaci. Como contaba el domingo elDiario.es, Rablaci está intentando recuperar el 1% de la finca que le donara su padre antes de que la tormenta judicial se lo llevara por delante junto a parte de su patrimonio.

La tercera vivienda, que es una verdadera mansión, es la joya de la corona del complejo residencial. Contando las dos plantas (incluido sótano) tiene unos 450 metros cuadrados. Es la vivienda donde residían Rafael Blasco y Consuelo Císcar y donde llegaron a tener una gran colección de arte moderno, en parte cedido por importantes pintores valencianos que exponían en el IVAM mientras lo dirigió Císcar. La casa fue diseñada en 2003 por el conocido Vicente Guallart (exarquitecto municipal de Barcelona con CIU) un año después de recibir un encargo del IVAM para exponer en la Bienal de Venecia y de que la Conselleria de Territorio de Blasco le adjudicara el diseño del megaproyecto de Sociópolis. Por su parte, las obras de reforma las realizó una empresa del grupo Franjuán. Franjuán recibió de Blasco un contrato de casi 40 millones también para un proyecto en Sociópolis.

Las obras de la vivienda se realizaron entre 2004 y 2006 y se beneficiaron de una treta legal, ya que la casa fue construida sobre una balsa de riego, lo que permitió ganar una planta más. En esa época, en suelo rústico solo era legal edificar una planta y siempre que tuviera una importante extensión de terreno, que era el caso porque disponía de unas 25 hectáreas de naranjos.

Esas 25 hectáreas de naranjos y una casa de aperos ya no forman parte del complejo propiedad de la inmobiliaria portuguesa. Blasco los segregó y se los donó a su hijo Rablaci junto a una casa de aperos. Es esta propiedad la que la familia está intentando recuperar en los tribunales estos últimos años por 2.000 euros cuando llegaron a pujar por 40.000 para retenerla. Fuentes conocedoras de la situación de las dos fincas han sugerido a elDiario.es que existe una relación entre la familia Blasco y la inmobiliaria para la recuperación de la finca principal. Su desuso levanta más aún las sospechas sobre la propiedad real de la finca.

4,6 millones y dos pisos en València recuperados

Sea como fuere y gracias a los pagos que los condenados por el caso Blasco, el propio Rafael Blasco, Alejandro Catalá, Marcial López, Marc Llinares y Tina Sanjuan, la administración pública ha recuperado 2.772.392,11 euros. Del cerebro empresarial de la trama, Augusto César Tauroni, las arcas públicas consiguieron ingresar otros 1,6 millones por dos apartamentos en Miami subastados. A estos 4,3 millones hay que sumar dos pisos requisados al también condenado Marcial López en plena avenida Ausiàs March de València propiedad de la Generalitat y para el que la administración pública ya tiene previsto un uso social. Ante el descrédito general de que los corruptos no acaban pagando sus fechorías, en esta causa el daño económico estaría a punto de resarcirse. Eso sí, el dinero nunca llegó a Guinea, Senegal o Perú. Y eso sí que fue un daño irreparable.

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