“Tétrico”. Así define el concejal socialista de memoria histórica en el Ayuntamiento de Alicante, Manuel Marín, el sepulcro vacío en honor del fundador de la Falange, José Antonio Primo de Rivera, localizado en el cementerio municipal de la localidad, a pocos metros de varias fosas de víctimas de la represión franquista de posguerra.
“Para las sepulturas normalmente los consistorios dan la concesión por un tiempo determinado que hay que ir renovando pero esta en concreto no está concedida a nadie, es propiedad del Ayuntamiento de Alicante”, asegura Marín en declaraciones a elDiario.es. El edil del PSPV-PSOE reclamará en el próximo pleno del consistorio, gobernado por el popular Luis Barcala, la retirada de la enorme lápida con los colores falangistas y una placa con el yugo y las flechas. “A nadie se le ocurriría en las explanadas de los campos nazis hacer un monumento a los dirigentes del exterminio”, apunta el edil socialista.
El vestigio falangista se encuentra en el cuadro 12 del cementerio de Alicante, de gestión municipal, a pocos metros de varias fosas de víctimas del franquismo que están en proceso de exhumación. El lugar fue el escenario, el pasado 20 de noviembre, de un acto de exaltación al líder de Falange tras el cual apareció destrozada una placa en homenaje a las víctimas de los bombardeos italianos sobre la ciudad durante la Guerra Civil.
“Lo tétrico es que en medio de este espacio donde están todos los fusilados e incluso las víctimas civiles del bombardeo del 25 de mayo de 1938, se celebra todos los años el homenaje de los falangistas”, señala Manuel Marín. “Ninguna corporación municipal del color que sea se ha atrevido a que eso desaparezca cumpliendo con la ley de memoria histórica”, lamenta el concejal.
El equipo de gobierno municipal, a pesar del vistoso sepulcro, declara en el catálogo oficial de vestigios franquistas elaborado por la Generalitat Valenciana, que no cuenta con simbología alguna del régimen. “Vestigios sí los hay”, sostiene el concejal socialista, que pone como ejemplo el monumento de Aguamarga, cerca de la Ciudad de la Luz, a los caídos falangistas, desde donde suelen partir muchas marchas de la extrema derecha, en dirección a la lápida del cementerio de Alicante. La Administración General del Estado, por su parte, sí que indica en el catálogo una vidriera con el escudo del águila de San Juan en la sede del Banco de España en Alicante.
José Antonio Primo de Rivera fue fusilado la madrugada del 20 de noviembre de 1936 en el patio de la cárcel de Alicante. El dirigente falangista negó durante el proceso que lo juzgó haber participado en la preparación de la sublevación militar contra la II República. “En las circunstancias de la guerra civil española, poca duda cabe de que su participación activa en la coordinación de la contribución falangista al alzamiento justificaba que se le acusara, junto con su hermano Miguel y su cuñada Margot, de conspiración y rebelión militar”, escribe el hispanista británico Paul Preston en Las tres Españas del 36.
La madrugada del 18 de noviembre de 1936, los tres magistrados que formaban el tribunal que juzgaba a Primo de Rivera en Alicante accedieron a la petición del fiscal de pena de muerte para el líder falangista, reclusión perpetua para Miguel Primo de Rivera y seis años y un día para la esposa de éste, Margarita Larios. “Antes de que el Consejo de Ministros pudiera pedir un indulto o la conmutación de la pena, el Comité de Orden Público local ordenó que se aplicara la sentencia el día 20 de noviembre por la mañana”, explica Preston.
“Brazo ejecutor de la represión franquista”
Tras la victoria del bando sublevado, el cuerpo del fundador de Falange fue exhumado y llevado en una marcha a pie hasta El Escorial. Una vez terminada la construcción del Valle de los Caídos, los restos fueron depositados en el monumento. Tras la muerte del dictador el 20 de noviembre de 1975, los cuerpos de ambos quedaron lado a lado, hasta el desalojo de los restos de Francisco Franco al cementerio de Mingorrubio, situado a menos de tres kilómetros del Palacio Real de El Pardo que el dictador utilizó como residencia.
La lápida del cementerio de Alicante ha quedado como vestigio para la celebración de actos de grupúsculos falangistas. “José Antonio, aunque se le ha querido blanquear, no tenemos que olvidar que es el líder del brazo ejecutor de la represión franquista”, recuerda el concejal Manuel Martín. La enorme lápida, puramente simbólica, ha permanecido en el recinto y cada 20 de noviembre decenas de militantes de la extrema derecha homenajean al fundador de Falange.
El inicio de los procesos de exhumación de varias fosas de víctimas del franquismo ha provocado la llamativa coincidencia en el cuadro 12 del cementerio de las excavaciones y del vestigio franquista. “Lo tétrico es que están allí los trabajos de exhumación de tres fosas con víctimas de Elda, Petrer y Aspe y, junto a esas excavaciones, estaban los falangistas haciendo sus historias”, critica el edil socialista. Tras el último acto en el cementerio de Alicante, el pasado 20N, una placa de homenaje a las víctimas de los bombardeos franquistas apareció destrozada.