No es por quitarles el mérito a otros municipios, pero lo bien cierto es que la ciudad de Gandia cuenta con uno de lo peores gobiernos de la Comunidad Valenciana. Un gobierno que se debate entre la arrogancia y la exhibición del analfabetismo como bandera.
El alcalde Gandia, Arturo Torro, que por sus desmanes totalitarios empieza a estar cuestionado hasta en su propio partido, no deja de sorprendernos con ideas peregrinas que responden al interés y la codicia de unos pocos.
Su última gran idea supera a la de meter a un grupo de chavales sin el graduado escolar en un chalet para promocionar la marca de ciudad en un programa de la MTV. Esta nueva aportación es la de “asfaltar” el paraje natural de la playa de l’Ahuir. Una de las últimas playas vírgenes del Mediterráneo.
A la vista de las intenciones, se evidencia que algunos todavía no han aprendido la lección. Todavía no han aprendido que el modelo económico basado en el ladrillo y la especulación, no es más que pan para hoy y hambre para mañana. Todo y que lo más preocupante, ya no es que no lo hayan aprendido, sino que no les preocupa.
Curiosa contradicción es la que quiénes deben de velar por los intereses de la ciudadanía (el Gobierno local) estén obsesionados por su interés particular y el del enriquecimiento personal.
Gandia tiene la “suerte” de contar con un gobierno que confunde permanentemente el interés empresarial de unos pocos con el servicio a la mayoría de las personas. Un Gobierno municipal que entiende la gestión municipal como una empresa más.
Un Gobierno que confunde el concepto de democracia y el de haber ganado unas elecciones con el hacer lo que a uno le da la gana.
Al parecer la crisis que padecemos hoy día fruto de la barbarie especulativa del suelo, no ha hecho más prudentes a quiénes más deberían, sino que por el contrario campan como lobos hambrientos buscando una nueva pieza que soliviante a los depredadores del territorio, a los que poco les importa la herencia que puedan dejar a sus hijos y generaciones venideras.
Lamentablemente un gobierno legítimo, en ocasiones no es sinónimo de justicia o equidad, ya que por el contrario, como estamos padeciendo no es la primera vez que las urnas han otorgado mayorías para que la avaricia y la inexistencia de vocación de servicio sean los garantes de los malos gobiernos ¿Nos acordamos de Marbella? ¿Podría Gandia convertirse en una nueva Marbella? ¿O para que irse tan lejos cuando tenemos el ejemplo de nuestra queridísima y malversada Generalitat Valenciana?