Listeria mediática y contaminación atmosférica

Estos dos temas candentes, que no tienen relación aparente, son causa de enfermedad y mortalidad, y suponen amenazas para la salud de la población. Desde hace unas semanas, uno de ellos está causando alarma social, aparece en los medios de comunicación en posición destacada y ha hecho que la administración tome medidas para su control. ¿Adivinan cuál es? Comparar estos dos agentes causales de morbimortalidad nos permitirá entender qué es lo que NO se hace ante el grave problema de la contaminación atmosférica.

 

La Listeria monocytogenes es un bacilo que se adapta y es capaz de sobrevivir en alimentos en condiciones extremas. Es resistente a métodos de conservación de alimentos habituales como cocción, refrigeración y salinización. Es un microorganismo que infecta con mayor facilidad poblaciones vulnerables como prematuros, embarazadas, ancianos y personas sometidas a tratamientos inmunosupresores. Cuando infecta y se reproduce en el interior de las células humanas puede producir la listeriosis, una enfermedad que suele ser leve, pero que en determinadas circunstancias es causa final de muerte. Neonatólogos, intensivistas en la UCI, internistas hospitalarios deben pensar en la listeria como un posible agente causal de fiebre de origen desconocido. Para mayor conocimiento de la listeriosis proporciono el enlace de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria: https://www.semfyc.es/listeriosis-todo-lo-que-hay-que-saber/.

 

¿Por qué de repente se ha convertido la listeriosis en noticia?

 En estas últimas semanas se detectó un aumento de casos diagnosticados y probables de listeriosis en mayor número de lo habitual y concentrados en una zona concreta, en este caso en Sevilla. La listeriosis es ahora una enfermedad de declaración obligatoria. Por lo tanto, los profesionales sanitarios comunicaron los casos a Salud Pública a través de un sistema informático de registro, y estos se pusieron manos a la obra para investigar si existía un foco de alimentos contaminados responsable del aumento de casos. Cuando lo encontraron tomaron medidas de facto, como parar inmediatamente la producción de los alimentos, retirar todos los lotes en stock y advertir a la población de que podían tener en su casa alimentos no aptos para el consumo. Es decir, atajaron el origen de la infección para evitar males mayores. Esto es lo que hay que hacer y nos parece lógico.

 

Pero no siempre fue así. La listeriosis no fue enfermedad de declaración obligatoria hasta 2015. En el año 2013 se publicó un estudio sobre la incidencia de listeriosis en España entre los años 2001 a 2007. Entonces la listeriosis no era una enfermedad de declaración obligatoria, la notificación era voluntaria y aparentemente España tenía una incidencia menor que el resto de los países de la UE. Los autores del estudio declaraban: “Esta situación hace que no se conozca la incidencia real de la listeriosis en nuestro país y que la información epidemiológica recogida no sea fidedigna, y ello impide sentar las bases adecuadas para una acción preventiva”. 

En 2016, hubo 362 casos reportados de listeriosis en España. La Unión Europea declaro 2555 casos y 247 de los casos murieron a causa de la Listeria.

¿Y que ocurre mientras tanto con la contaminación del aire que respiramos?

Ahora que hemos tomado como ejemplo a la listeria como causante de enfermedad prevenible gracias al sistema de enfermedades de declaración obligatoria y a la actuación inmediata de la administración, recordemos lo que supone para la población española y europea la contaminación atmosférica.

Según la Organización Mundial de la Salud, la contaminación atmosférica es una de las más graves amenazas para la salud a nivel mundial. Los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística y el Ministerio de Medio Ambiente estiman que un 3% de las muertes que se producen cada año en España están causadas por factores asociados a la contaminación atmosférica y que esta provoca unas 10.000 muertes prematuras anuales, agravando seriamente enfermedades del crecimiento, respiratorias, cardiovasculares y degenerativas.  Sus consecuencias son más graves en población infantil, embarazadas y personas mayores de 65 años. Para más detalle se puede leer los resultados de la investigación del Instituto Carlos III.

Ante la importancia de la contaminación atmosférica en la salud surgen muchos interrogantes. Nos preguntamos por qué sobrepasar los niveles de contaminación atmosférica considerados nocivos para la salud no crea alarma social. Nos preguntamos qué pasa con los medidores que deben detectarla. Pertenecen a los organismos de medioambiente de las distintas comunidades.

¿Hay control sobre la calidad del aire?

¿Por qué hay pocos medidores?  ¿Por qué están situados en zonas alejadas de los focos de mayor actividad industrial y mayor tráfico rodado? ¿Por qué no exponen los datos a la población mediante paneles públicos en tiempo real en las zonas más saturadas? ¿Por qué cuando se superan los niveles considerados perjudiciales por la OMS nuestras legislaciones no los aceptan como tales? ¿Por qué ya no está la vigilancia de la contaminación atmosférica dentro de las competencias de Salud Pública como lo estuvo en un pasado ya muy lejano que nadie recuerda? ¿Por qué no hay un registro de episodios de contaminación atmosférica similar a las enfermedades de declaración obligatoria en manos de salud pública?

¿De dónde provienen los contaminantes atmosféricos?

La mayor emisión de contaminantes atmosféricos proviene del tráfico rodado, del tráfico a motor por uso de combustibles fósiles, del tráfico aéreo y marítimo, del transporte de mercancías por carretera, de la industria. Está claro que el vehículo a motor no va a desaparecer de un plumazo después de décadas de diseñarlo todo a su favor: ciudades atravesadas por vías de alta velocidad, espacio público ocupado por zonas de aparcamiento del vehículo privado, priorización de los desplazamientos efectuados por un solo conductor en un automóvil de 4-5 plazas, ayudas concedidas con dinero público a la industria del motor, enormes inversiones públicas destinadas a la construcción de autovías, puertos y aeropuertos, y suma y sigue.

¿Se actúa adecuadamente sobre la calidad del aire ante las recomendaciones de la OMS?

Pero con todo lo que sabemos actualmente sobre los efectos de la contaminación atmosférica en la salud y el medio ambiente, con la actual situación de emergencia climática, no se puede entender cómo los organismos competentes no cambian de dirección en sus políticas de transporte, no se dedican a atajar con premura las fuentes de emisión y origen de los contaminantes atmosféricos. Si Ministerio de Fomento, la DGT y Sanidad actuaran de manera profesional, como hace Salud Pública e Industria en los brotes de listeriosis, se tomarían muy en serio las posibles soluciones para remediar el grave problema de la contaminación atmosférica.

Necesitamos urgentemente un cambio en las políticas de movilidad en este país

Para atajar el daño a la salud pública provocado por la contaminación atmosférica es muy urgente un cambio radical en las estrategias de movilidad de este país. Los ministerios y órganos autonómicos competentes deben apostar seriamente y sin dilación por la salud de las personas en sus entornos, por la protección de las personas más vulnerables, por las trabajadoras, ofreciendo un diseño urbano de proximidad, seguro y saludable. Deben facilitar el desplazamiento a pie y en bicicleta en ciudades y áreas metropolitanas, así como el transporte público de cercanías, media y larga distancia en todo el territorio estatal. Ministerio de Fomento, DGT, Sanidad y sus correspondientes organismos autonómicos tienen una responsabilidad enorme en esta cuestión prioritaria.

¿Por qué con un brote de listeriosis que causa 2555 casos y 247 muertes anuales en Europa se aplican los protocolos y contra la contaminación atmosférica que causa 100.000 muertes prematuras anuales en España se practica la política de la negación y el continuismo favoreciendo el incremento de las fuentes de emisión? Actuar contra la propagación de un brote de listeriosis es lo que toca y es un gran avance de medios. La misma profesionalidad debería existir para erradicar la contaminación atmosférica. Menos no se debería aceptar.

La población debe tener claro que nuestra salud es una prioridad para las instituciones. Porque nos preocupa la salud ¿verdad? En la agenda de todos los gobiernos posibles, las políticas de movilidad activa y no contaminante deberían ser un eje prioritario de desarrollo.

*Marian Sintes Marco es médica de Familia y Comunitaria es grupo de trabajo de salud y movilidad CONBICI. VeB-Acció ecologista-Agró