Son diversos los motivos que podrían explicar la fuerte movilización del voto por correo que se ha registrado durante esta semana a lo largo del país y que ha obligado a ampliar hasta en dos días el plazo de vencimiento. Uno de las claves podría responder al temor de que una mayoría de derechas suponga una marcha atrás en muchas de las políticas que se han puesto en marcha durante los últimos años. Algunas de estas medidas, como la Ley de la Memoria Histórica, que han requerido décadas en democracia para poder ser llevadas a cabo, están –con mayor o menor violencia verbal- en el punto de mira de las formaciones que se congregaron en la Plaza de Colón.
Los ataques dialécticos –por el momento- a los consensos considerados hasta ahora básicos son una constante en los actos de campaña que ha venido celebrando Vox. En La Ciudad de las Artes y las Ciencias, el pasado jueves, los oradores de la formación ultra clamaban en tono castrense frente a un público enfervorizado que no van a “consentir” que “se rinda homenaje a los republicanos en el cementerio de Paterna”. El propio Abascal, que en otras ocasiones ha llegado a calificar las leyes de la memoria como un “debate infecto”, cargaba contra el Partido Popular -la “derechita cobarde”- por no haberse “atrevido” a derogar “todas las leyes de la izquierda”.
El clima previo al domingo preocupa en los partidos progresistas y, aunque quizá no abiertamente, también en los conservadores. En este sentido, el candidato de Compromís al Congreso, Joan Baldoví, daba un paso al frente y anunciaba esta semana pasada –durante una reunión con el Grup de la Recerca de la Memòria Històrica de Castelló (GRMH Castelló)- que su formación “exigirá al próximo gobierno estatal que colabore con los proyectos de recuperación de la memoria histórica porque es una herida que es de justicia cerrar para los represaliados por el franquismo y para sus familiares”.
También durante esta pasada semana el Ayuntamiento de Castelló iniciaba la tramitación de la solicitud presentada por el GRMH Castelló para proceder a las labores de localización de siete víctimas más de la represión franquista. Ya a finales del año pasado, en la misma fosa del Cementerio Civil de Castelló, se consiguió devolver a sus familiares los cuerpos de otros tres asesinados por la dictadura. Se calcula que en la ciudad, durante los años inmediatamente posteriores a la guerra, que fueron más de medio millar las víctimas asesinadas.
Lecciones andaluzas
La suerte de los familiares que, a día de hoy, todavía reclaman recuperar los restos de sus familiares es incierta. La repetición de un pacto a la andaluza a nivel autonómico o nacional podría suponer una regresión a los tiempos del silencio. En Andalucía, Vox amenaza con vetar los presupuestos y exige al Partido Popular la eliminación de los de las partidas destinadas a la memoria histórica para asegurar la viabilidad del pacto. Los populares recuerdan a sus socios de gobierno que la Ley de Memoria Histórica hay que cumplirla y que ellos no tienen capacidad para derogarla.
Para la diputada de Memoria Histórica por la Diputación de Valencia, Rosa Pérez Garijo (EUPV), peligro es muy real: la llegada de gobierno a la andaluza a la Comunitat supondría una vuelta atrás para familiares que han estado esperando 80 años para recuperar a sus seres queridos. “Somos prácticamente la primera y la única administración pública valenciana que se ha dedicado a exhumar y recuperar los restos. Este año ya no hemos sacado presupuesto para las siguientes exhumaciones por miedo a dejar tirados a los familiares –en caso de un gobierno hostil a las políticas de la memoria-”, cuenta Pérez Garijo.
“Una mayoría de derechas supondría el fin de las exhumaciones. Pero no sólo eso, también la retirada de monumentos franquistas, la puesta en valor de los lugares de la memoria… Las familias han esperado décadas y los restos cada vez están peor, aunque se ha hecho mucho trabajo todo quedaría paralizado y sería muy difícil en el futuro recuperar los restos”, señala la diputada.
Mientras tanto, repartidos por la geografía castellonense, los vestigios de algunos de nuestros peores fantasmas continúan en un silencio que dura ya demasiado. Otros, como los centenares de metros de trincheras en Viver o Jérica, se han podido recuperar. Todavía son demasiados los monumentos a la gloria de la dictadura que, como la Cruz de Ribalta en la ciudad de Castelló, siguen en sitio. Quizá por mucho tiempo más.