Tuvo que dimitir. Hoy parece extraño porque son poquísimos los políticos que lo hacen, pero a Antonio Asunción, que este sábado ha fallecido en Valencia a los 64 años a causa de un cáncer especialmente voraz, se le escapó Luis Roldán, el exdirector general de la Guardia Civil, un personaje que simbolizó los escándalos de corrupción de los últimos años de Gobierno del socialista Felipe González. Nunca se recuperó de aquel episodio y desde mediados de los años noventa su evolución tomó una bifurcación hacia la gestión de sus empresas, sin dejar de mirar de reojo a la política, que era para él, como para toda su generación, más que una vocación, una adicción.
Asunción lo fue casi todo, alcalde de su pueblo, Manises, presidente de la Diputación de Valencia, director general de Instituciones Penitenciarias y ministro del Interior, entre otras cosas. También diputado y dirigente de un socialismo, el valenciano, en el que lideró su propia familia, en las interminables conspiraciones, pactos y cambios de fichas entre los seguidores de Joan Lerma, de Ciprià Ciscar y de algún otro. Su última incursión en ese terreno se produjo en 2011, cuando intentó, en las primarias para la candidatura a la presidencia de la Generalitat Valenciana, ser el rival del entonces secretario general, Jorge Alarte. El episodio acabó con su exclusión por no haber alcanzado los avales necesarios en medio de broncas acusaciones de pucherazo.
Asunción, que conpartió en los años ochenta la imagen juvenil de una nueva clase política, la que surgió de la Transición, y conquistó mucho prestigio como gestor moderado pero de ideas progresistas firmes, llegó a los sesenta años convertido en empresario bien relacionado con el poder, lo que deterioró su perfil. Una de sus sociedades, que explotaba piscifactorías, fue comprada por el Banco de Valencia cuando sucumbía bajo las deudas. La operación no dejó de llamar la atención en un momento en el que la entidad financiera hizo operaciones similares que la acabarían llevando al desastre y a un multimillonario rescate con dinero público.
De formas suaves y amables, pero de carácter fuerte, Asunción tuvo buenas relaciones con dirigentes del PP en la larga etapa de hegemonía absoluta de la derecha valenciana, y acabó distanciado de la mayoría de sus anteriores seguidores en el PSPV-PSOE. En los últimos tiempos, se acercó a Ciudadanos, partido al que no llegó a vincularse definitivamente. Hoy, cuando la izquierda ha vuelto a gobernar las instituciones valencianas, su desaparición revela, con especial énfasis, las luces y las sombras de lo que fue la construcción del autogobierno valenciano y de un sistema democrático de partidos que ya empieza a ser seriamente puesto en cuestión.