Siempre hemos defendido que la educación es el soporte y locomotora de todos los cambios sociales. Sin educación, o con una mala educación, los pueblos y las personas están condenadas a no avanzar, a no progresar, a no conseguir su desarrollo individual y colectivo.
Cuando visitas una escuela en cualquier parte del mundo donde estudiar en muchas ocasiones no es ni fácil ni asequible a todo el mundo, los niños y las niñas te dicen que de mayor quieren ser “teacher” para poder, a través de la educación logar desarrollar su proyecto de vida y además ayudar con su labor a sus hermanos y hermanas.
Sorprende que cuando le haces la misma pregunta a un niño o una niña palestina, donde los índices de escolarización en educación son muy altos, su primera preferencia sea la de ser “journalist” seguido de “lawers”. Ya pueden imaginarse que los niños y las niñas no son inmunes al dolor y el sufrimiento que produce la subsistencia como forma de vida.
Martha Nussbaum nos habla en sus libros de la necesidad de crear capacidades desde lo personal a lo colectivo, que no sólo vale tener una serie de capacidades innatas sino que es necesario que estas se puedan desarrollar en libertad desde dos enfoques: mi voluntad para seguir creciendo y una política pública que permita, fomente y desarrolle esas capacidades necesarias para tener un proyecto de vida personal, libre y autónomo.
El pueblo palestino tiene muy clara su apuesta por la educación, y con la acción decidida entre el Gobierno, UNRWA y la cooperación internacional se han dotado de los medios necesarios para lograr el éxito, pero esto no es suficiente. Ya no se trata sólo de incentivar, sino además de imaginar una vida más allá de donde te llega la vista.
Pensar la vida en positivo no significa negar las dificultades, pero ver en los problemas el fin del proyecto colectivo, es sin duda limitar nuestro derecho a luchar por nuestra libertad. Son ya 50 Años de lucha los que atesora el pueblo palestino, nunca debería haber ocurrido, hoy es más difícil una solución, pero no imposible. Construir la paz requiere una labor colectiva, una acción conjunta en todos los ámbitos y poniendo en el frontispicio de toda acción a las personas.
Defender el derecho de un pueblo a su tierra y su desarrollo, convivir desde una visión de diversidad, disponer de libertad para decidir un futuro tanto personal como colectivo, asumir que los grandes avances de la humanidad han venido de la mano de la cooperación entre las personas y los pueblos.
Aunque no veamos todos los días la situación que viven millones de personas refugiadas en el mundo, no deja de ser una realidad, tienen los mismos sueños y deseos que nosotros. Nadie elige una vida de sufrimiento y negación de derechos por voluntad propia, y además el mundo es más grande que nuestro barrio. Nos definimos conjuntamente como “humanidad” pero tenemos que dignificar lo que esto significa, somos capaces de construir un mundo sin desigualdad e injusticias, en nuestra voluntad està nuestra acción.
Hoy cuando las escuelas están cerradas por vacaciones, los niños y niñas palestinas seguirán soñando y viendo delante de sus ojos un mundo distinto, igual y libre. Nosotros estaremos a su lado.
*Federico Buyolo, Director General de Cooperación y Solidaridad