Es el momento. El momento es ahora. Pueden parecer eslóganes de campaña, una operación de marketing. Pues no, rotundamente no. Cuando decimos que es ahora, que estamos ante un momento histórico marcado por la apertura de una ventana de oportunidad para el cambio político, lo hacemos desde el convencimiento. Y con la seguridad de que esta ventana es estrecha y no se abre más con el tiempo sino que se cierra. Este resquicio por el que se cuela el aire fresco en el viejo sistema de partidos se abrió en 2011, aquél 15 de mayo que transformó para siempre la historia de este país. El malestar y la voluntad de cambio se hicieron evidentes en las calles, plazas y bares, pero el terremoto social no pudo hacer temblar el tablero político y en noviembre de 2011 el partido popular obtuvo una amplísima mayoría que hemos sufrido durante cuatro largos años.
Tuvimos que esperar hasta las elecciones europeas de mayo de 2014 para que esa ventana se abriese también en el campo político e institucional, y por aquella apertura ha entrado la nueva política en los municipios y en los parlamentos autonómicos. Por esa grieta han entrado diputados y diputadas que se han puesto decididamente del lado de los servicios públicos y de espaldas a la privatización de los derechos sociales, del lado de la transparencia y las cuentas claras y de espaldas a la corrupción, del lado de las mujeres víctimas de la violencia machista y de espaldas a la indiferencia y los recortes en materia de igualdad, del lado de la democracia y de espaldas a los privilegios. Diputados y diputadas que se han puesto, en definitiva, del lado de las personas. Por esa misma grieta se han colado en los ayuntamientos del cambio alcaldes y alcaldesas que se enfrentan a los desahucios, que no temen a la solidaridad, que gobiernan para su gente. El ayuntamiento de Valencia o la vicepresidencia de la Generalitat Valenciana son ejemplos de que esa ventana nos brinda la oportunidad de asomarnos a horizontes de cambio que por fin son reales, aunque no suficientes.
Nos falta dar un paso más, el definitivo: las elecciones generales. El 20 de diciembre el PP no va a revalidar su amplia mayoría, el 20 de diciembre el escenario va a ser muy diferente. En esas elecciones, como viene ocurriendo cada vez que se abren las urnas, los viejos partidos volverán a ver rebajado su suelo electoral y el sistema de partidos propio del régimen del 78, la alternancia entre caras de la misma moneda, estará definitivamente tocado de muerte. Y en ese escenario de incertidumbre y oportunidad, los valencianos y valencianas tenemos una doble responsabilidad: contribuir a un cambio político que garantice un gobierno de la mayoría y para la mayoría, y conformar un grupo numeroso y fuerte de diputados y diputadas en el Congreso que de verdad defiendan nuestros intereses. La sociedad valenciana ha demostrado que está preparada para afrontar ese reto, como pusieron de manifiesto los resultados de las elecciones autonómicas. Durante décadas nos hemos sentido avergonzados de nuestros gobernantes, dedicados a arruinar nuestra sanidad y nuestra educación, decididos a maltratar nuestro territorio y nuestros recursos naturales, empeñados en ahogarnos en una deuda impagable para costear sus aires de grandeza y concentrados en desviar lo que era de todos a los bolsillos de sus socios y amigos del alma. Ahora hemos dicho basta, nosotros no somos la mafia que nos ha gobernado, los valencianos y valencianas somos los que sustentamos con nuestro esfuerzo esta sociedad y ahora vamos a ser protagonistas de nuestro futuro.
Nuestra gente lo tiene claro, es el momento de poner en marcha un nuevo proyecto de país basado en la igualdad (entre nosotros y con el resto de pueblos de la España plurinacional), la honradez y la defensa de lo público, el proyecto de la gente, nunca más de unas élites que confunden la patria con una cuenta bancaria. La pregunta es sencilla: ¿estaremos las fuerzas políticas del cambio valencianas a la altura de nuestro pueblo? ¿O dejaremos pasar la oportunidad de poder defender en mejores condiciones un futuro más digno para todos?
Estoy convencida de que estaremos a la altura de la gran responsabilidad que tenemos, que las fuerzas del cambio como Podemos y Compromís seremos capaces de construir una candidatura que despierte la ilusión y la esperanza en los y las valencianas, una candidatura abierta a la sociedad civil y los movimientos sociales, que no sume sino que multiplique. Seremos capaces porque existe una evidente coincidencia entre nuestros objetivos: conseguir una financiación justa, recuperar y ampliar el estado de bienestar y los derechos sociales, impulsar la sostenibilidad, la transparencia y la igualdad, rescatar la democracia. Porque tenemos la firme voluntad de defender los intereses de los valencianos y valencianas en el Congreso de los Diputados. Porque compartimos que estamos en un momento histórico, en el que se decide entre cambiarlo todo o que todo siga igual (es decir, que amplios sectores de la población sigan en la pobreza, en riesgo de exclusión, en el paro, con trabajos precarios, con cada día menos derecho y menos futuro). Seremos capaces porque sabremos anteponer el futuro de las personas al futuro de nuestras organizaciones. Porque sabemos que lo que hagamos hoy, mañana, la semana que viene, va a determinar el bienestar y la felicidad de nuestra gente. Porque tenemos algo muy importante en común: somos los de la valentía y los del sí se puede, los que no se rinden. Seremos capaces de construir una candidatura ganadora porque sabemos que perder ahora implica empezar nuevamente de cero. Seremos capaces de ganar porque es el momento.